Como ya os dije, fueron varias las razones por las que me marché de Londres poco antes de cumplir allí 4 meses. Quizá no fue demasiado tiempo, pero para mí fue suficiente para ver, comprobar y sentir que aquel no era mi sitio. Que no era mi ambiente. Aunque fueron pocos meses, viví muchas experiencias. Algunas de ellas bastante feas y, como normalmente una anécdota es más gráfica que una opinión, os cuento algunas de las que yo viví y luego que cada uno saque sus conclusiones.
No había manera de dar con el objeto perdido y en las escaleras, con moqueta, me crucé de sopetón con la poseída rubia inglesa y me escupió que: ‘if you don’t find the bag, you are gonna get in trouble’. Para los de la LOGSE, que si no encontraba (yo) la bolsa, me iba a meter en problemas. Con dos cojones. Sólo le faltó añadir ‘let me welcome everybody to the wild, wild west’ mientras hacía la ‘W’ con la mano como el gran Dr. Dre en una de sus gangsta parties. Se piró cabalgando, con sus tacones llevados al estilo british, y a mí en ese momento ni me sentó mal el comentario, porque no tenía ningún sentido. Pasaron unos 10 minutos de incertidumbre hasta que al padre se le apareció la Virgen y se acordó de que el día anterior, cuando el pequeño estaba enfermo, había ido a recogerlo con la moto y le había dicho que mejor dejara la mochila en el cole. Que no hacía falta que la llevara a casa.
Estas son sólo dos de esas anécdotas de las muchas que he vivido, que he visto con mis propios ojos. Conozco otras tantas que gente de confianza ha vivido y me ha contado, pero me voy a limitar a hablar sólo de las que a mí me han pasado. Para que no haya intoxicaciones. Mañana os cuento un par de ellas más, que si las pongo todas del tirón os da perezota seguir leyendo y os largáis haciendo un moonwalk. Que os conozco, bandidos.
(...)
Cuando estaba en Londres vivía en la zona 2, en un barrio rico y residencial, con una familia británica. Para mi gusto, el mejor era el padre, porque era el más normal. Había nacido y crecido en Francia y, sin duda, era el más majete de todos. Y es que Inglaterra es capaz de hacer que hasta los franceses parezcan simpáticos. Eran 4 hermanos pero yo estaba allí sólo para hacerme cargo del pequeño, de 5 años. Antes de irme a vivir allí hablé con la última chica que trabajó de au-pair para ellos. Era española también y me dijo que qué majísimos, que qué amables, que qué cercanos, que qué geniales… Que Will Smith a su lado era un pan sin sal, vamos. Y, o hablé con otra chica, o la familia era bipolar. O yo les caía como el culo, que también puede ser. Pero mira, en ese último caso ya teníamos algo en común.
Una de los días, sobre las 12 de la mañana, el padre me llamó preocupado diciéndome que habían llamado del colegio y que, por favor, si no me importaba, fuera a recoger al niño. (Lo que os decía, que era un tío amable). Tenía fiebre y convenía que alguien fuera a por él si no queríamos lamentar un mal mayor. Todo el mundo en la familia estaba ocupado y, aunque no solía tener que hacerlo, no me molestó ir a buscarlo. Lo hacía sólo días contados pero, cuando trabajas para una familia, al final tienes que estar disponible para estas cosas. Cuando me disponía a salir de casa volvió a llamarme para decirme que finalmente no hacía falta que fuera a buscarle, que iba a salir el del trabajo para cogerlo y llevarlo a casa.
Estuve con él hasta casi las 6 de la tarde, cuando llegó su querida madre. La misma que no supo ni decir thank you por el 'favor'. Con la de veces al día que lo repetía por chorradas, oye. Pero bueno, no se le pueden pedir peras al olmo. A la mañana siguiente había un caos especial en casa. El niño no encontraba su maletín-mochila del cole en el que guardaba sus dibujos, sus tareas y su almuerzo. No estaba donde normalmente estaba - tirado en cualquier sitio - y a la madre se le empezó a hinchar la vena. Me -preguntó en varias ocasiones que dónde estaba el dichoso maletín y le dije que no lo sabía, que no lo había visto. No era mi labor saber en tiempo real dónde está cada objeto de la casa, aunque ella creyera que sí.
No había manera de dar con el objeto perdido y en las escaleras, con moqueta, me crucé de sopetón con la poseída rubia inglesa y me escupió que: ‘if you don’t find the bag, you are gonna get in trouble’. Para los de la LOGSE, que si no encontraba (yo) la bolsa, me iba a meter en problemas. Con dos cojones. Sólo le faltó añadir ‘let me welcome everybody to the wild, wild west’ mientras hacía la ‘W’ con la mano como el gran Dr. Dre en una de sus gangsta parties. Se piró cabalgando, con sus tacones llevados al estilo british, y a mí en ese momento ni me sentó mal el comentario, porque no tenía ningún sentido. Pasaron unos 10 minutos de incertidumbre hasta que al padre se le apareció la Virgen y se acordó de que el día anterior, cuando el pequeño estaba enfermo, había ido a recogerlo con la moto y le había dicho que mejor dejara la mochila en el cole. Que no hacía falta que la llevara a casa.
Cri, cri. Cri, cri… Sí, yo también me quedé loca. No porque el niño no hubiera traído la mochila obviamente, sino porque mi amiga inglesa, después de su ida de olla, se marchó al poco rato a trabajar y ni siquiera dijo adiós. A los 15 minutos, como ya expliqué en otra entrada y siguiendo la tradición londinense, me mandó un mensaje al móvil. ¿Por qué para qué me lo va a decir a mí directamente si me lo puede dejar escrito? Me dijo que sorry, Charlotta. Que perdón, que se había vuelto un poco mad esa mañana. Y que comprara tomate y cebollas.
Que Londres está plagado de au-pairs españolas es ya una evidencia y sólo en mi calle y en la paralela éramos cuatro. Unos de los días que fui a la casa de una de ellas, no estaban los padres y quisimos salir con la niña a dar una vuelta. Mi amiga estaba sentada en el sofá del salón, delante de la nena, y le dio su abrigo para que se lo pusiera. Ésta lo cogió y, literalmente, se lo tiró a mi amiga a la cara diciendo: 'Me lo pones TÚ, que eres la que tienes que hacerlo'. Con cinco putos años. Y, o la criatura era la reencarnación del diablo, o ya había oído demasiadas veces frases tan asquerosa como esa…
Estas son sólo dos de esas anécdotas de las muchas que he vivido, que he visto con mis propios ojos. Conozco otras tantas que gente de confianza ha vivido y me ha contado, pero me voy a limitar a hablar sólo de las que a mí me han pasado. Para que no haya intoxicaciones. Mañana os cuento un par de ellas más, que si las pongo todas del tirón os da perezota seguir leyendo y os largáis haciendo un moonwalk. Que os conozco, bandidos.
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Hola!
ResponderEliminarHombre yo creo que algunas familias van un poco de guays.. no solo en Londres. Se aprovechan y se piensan que la Au-pair es algo asi como una esclava. Una amiga estuvo mirando y exigían demasiado a cambio de muy poco. Pero bueno habrá de todo supongo, yo no conozco a nadie que lo haya hecho asi que no puedo opinar.
Entonces, las anecdotas negativas vienen solo en relación a la familia/familias? o hay tambien con gente de la ciudad en general? porque claro, no se puede generalizar, chiquilla.
Un abrazo, y gracias por hacer caso de tus fans! XDDD
muaks!
No estoy generalizando, joé! :( Estoy hablando de anécdotas que han pasado en un momento concreto con unas personas concretas. El tema es que no fue sólo una anécdota, sino que presencié muchas similares. Historias que no he visto en ningún otro país, y casualidad que la mayoría hayan sido en Inglaterra...
EliminarCasi todas las anécdotas están relacionadas con familias. Fuera de mis quehaceres diarios, prácticamente no trataba con británicos. No porque no quisiera, sino porque no surgió. En la academia de alemán, menos una chica de origen londinense, todos eran extranjeros. (Sudáfrica, Francia, Polonia...). En la academia de inglés, obviamente, todos eran de fuera, incluídos los profesores. (Senegal, España, Rumania, Jamaica, Italia...). En las 'quedadas' para practicar idiomas, más de lo mismo. Y los amigos de los amigos, inmigrantes también. Las au-pairs todas extranjeras, muchas de ellas alemanas. Cosa que, no sé porqué, me llamó bastante la atención. Los de las tiendas de alimentos: asiáticos, norteafricanos, pakistanís... . Para mí es, sin duda, lo mejor que tiene Londres, la grandísisisima población inmigrante que hay. Y todo lo que ello conlleva.
Creo que mi problema fue conocer y tratar con tanto británico puro y encima ricachón. No pueda salir nada bueno de allí... XDDD
Claro jajaja igual los más pobretones o normales como el resto de la humanidad no van con esos aires de prepotencia XD tendrás que volver para comprobarlo! XD
ResponderEliminarMuaks!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo con lo que me quedo flipado es con lo de la nena. Si ya es así con 5 putos años... BRRRR, me dan escalofríos sólo de pensar cómo será de mayor.
ResponderEliminarAndo de Au pair en Irlanda, muy a gusto, por cierto, pero si, por lo que leo debe estar extendido eso de que los críos están muy consentidos y se creen Dioses.
ResponderEliminarHay de todo, como en todos lados y familias excelentes, pero están mimadisimos.
Toda la razón, Carlota. Los ingleses están locos. Parece mentira, un pueblo tan orgulloso de su forma de ser, elegantes, educados, trabajadores, prácticos, orgullosos, y con sentido común, aunque a los ojos de los demás parezcan altivos, cínicos, clasistas, y poco afectos a la lealtad.
ResponderEliminarCreo que si no puedes entender que esta anecdota puntal depende mas de la condición social que de donde eres, no entiendes nada. ¿Donde vivías ? En Chelsea, en Notting Hill , en Fulham. Vete a la Moraleja en Madrid y habla con una chica "au pair" posiblemente Sudamerica y te contará lindezas como esas y mucho peores. Una "au pair" para determinados individuos es poco menos que una chacha a la que estás haciendo un favor por dejarla vivir en tu casa y cuidar de tus hijos.
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