24 de julio de 2013

DA GRACIAS QUE AL MENOS ERES BLANCO

El nuevo episodio de enfrentamientos entre subsaharianos dedicados a la venta ambulante y policías en Torrevieja pone de manifiesto una vez más lo estúpido, ridículo e hipócrita que es el mundo en el que vivimos. Cada día nos muestran en televisión el rostro de un nuevo político corrupto, cuyo mayor mérito ha sido robar todo lo que ha podido y más, abusando de su poder hasta límites que dan vergüenza ajena. Pero contra esa gente no se hace nada, y es que el ir de traje en limusina hace que parezcas menos peligroso…


Con ellos se hace la vista gorda, pero cuando se trata de africanos en condiciones extremas cualquier persecución es poca. Y me alegra saber, y haber podido comprobar en persona, que cada vez son más los ciudadanos españoles que al presenciar esas situaciones no se ponen precisamente del lado de la policía. Igual porque ahora nos sentimos un poco más identificados con toda esta gente que sólo quiere buscarse la vida, o porque cada vez es más descarada la injusticia diaria con la que nos quieren hacer tragar.

Los racistas e ignorantes que hablan porque tiene boca se deben creer que al inmigrante africano le gusta vivir así. Le encanta trabajar para una mafia y pasarse el día de arriba abajo con un saco lleno de mercancía que ha comprado para vender por cuatro duros. Esa misma mercancía que la policía le quiere quitar y que, obviamente, defiende con uñas y dientes sencillamente porque es lo único que tiene. Se deben creer que a la mujer embarazada de 8 meses o a la que lleva a su bebé encima le apasiona montarse en una barca de plástico para llegar a otro país y, así de paso, enseñarle al crío lo ideal que es estar de noche en alta mar. Y es que algunos todavía parecen creer que lo hacen por gusto y para jodernos a nosotros, los exquisitos españolitos.


Cuando nosotros pillamos nuestro vuelo, hacemos la maleta, metemos en la cartera unos ahorros de mamá por lo que pueda pasar y nos plantamos en Inglaterra, Alemania o donde sea, para buscar lo que creemos merecer, con nuestro poco valorado DNI, somos inmigrantes. Legales, claro. ¿Y por qué tú tienes derecho a ser legal y el africano no? ¿Qué has hecho tú para ser legal? Ah, es verdad. Nada. Mamá Europa te lo ha regalado. ¿Y qué has hecho tú para tener un pasaporte? Ah, es verdad. Nada. Mamá España te lo ha regalado. ¿Y qué has hecho tú para tener todas y cada una de esas cosas que tenías antes de currar? Ah, es verdad. Nada. Mamá y papá te las han regalado.

¿Por qué a él se le debe tratar como a un animal cuando las intenciones de ambos son las mismas? ¿Qué culpa tiene él de haber nacido dónde ha nacido? ¿Por qué eres tú más que nadie? ¿Por qué tú te mereces lo que tienes y él tiene que saltar, en el mejor y más barato de los casos, una doble valla de alambre y cuchillas de 6 metros para llegar a España? ¿Por qué tu tienes derecho a marcharte a otro país a ser feliz, o al menos intentarlo, y él no tiene derecho a venir al tuyo? ¿Por qué? Claro que ninguno tenemos la culpa de la situación de nadie, pero si encima de que no ayudamos machacamos más… ¿en qué clase de personas nos hemos convertido?


Como ayer por la tarde, cuando dos chavales con un patinete y un perro, aparentemente inofensivos, se cruzaron con un africano y uno de ellos, a santo de nada, dijo: 'mira el puto negro, que seguro no tiene papeles.' Con 15 años, que a lo máximo a lo que se ha enfrentado en la vida el muy subnormal es a aprobar Ética y moral. Suponiendo que sigan existiendo esas cosas...

No soy yo de desear el mal a nadie pero ojalá ese payaso, y todos los encargados de su educación, se tenga que ver alguna vez en la situación de muchos africanos. Ojalá un día se quede sin nada y viva en la miseria que muchos tienen que vivir. Ojalá tenga que atravesar el desierto del Sáhara andando sólo con la comida, la bebida y el abrigo que él y sus fuerzas sean capaces de portar. Ojalá su familia tenga que vender el negocio en su país para que él pueda viajar a Europa en patera. Ojalá tenga que irse con lo puesto y esperar semanas, meses e incluso años en el monte Gurugú para saltar una doble valla antitrepa forrada con cuchillas. Frío, lluvia, hambre. Ojalá durante todo ese tiempo - y el que vendrá después - no pueda volver a ver a su familia. Ojalá cuando esté en el puerto durante días, esperando a montarse en los bajos de un camión, la policía marroquí le quite las zapatillas que lleva puestas y, en su cara y sin dejar reírse, se las tire a mar. Impotencia, rabia, indignación. Ojalá le queme sus pocas pertenencias y le pegue la paliza de turno que muchos de ellos se comen antes de llegar. Ojalá las secuelas de las fracturas, las heridas de alambre y las quemaduras le duren de por vida. Ojalá sus hermanas le acompañen y las mafias las obliguen a prostituirse. O sean violadas por representantes de las fuerzas de seguridad de ciertos países. Y ojalá se queden embarazadas de esos animales. 


Ojalá finalmente logre llegar a suelo español y la Guardia Civil lo devuelva inconsciente a territorio marroquí. Sólo el 5% de los inmigrantes irregulares que entran en España lo hace por Ceuta y Melilla, pero ojalá lo consiga y le llamen invasor. Ojalá tenga que vivir al día, sin ahorros, sin techo y, lo que es peor aún, sin identidad. Ojalá tenga un sueño y todos los de alrededor se empeñen en quitárselo cada día. Ojalá, después de todo, le digan que es un blanco de mierda que sólo busca delinquir y que mejor se vaya a su puto país. Y ojalá que, por creer en un Dios que le acompaña siempre en su viaje, le llamen terrorista. Ojalá, ojalá, ojalá. Será entonces cuando ese niñato, y tantos otros como él, repito, por fin se dé cuenta de que vive en una realidad paralela y reciba esa maldita cura de humildad generalizada que tantísima falta hace en nuestro país. Un país con una cantidad de ignorantes suficiente como para sentir auténtica vergüenza. Por desgracia, hace mucho que se perdió la humanidad. Que paren el mundo, que yo me bajo.