30 de noviembre de 2013

SI MAHOMA NO VA A LA MONTAÑA, LA MONTAÑA IRÁ A MAHOMA

Sylvia es una joven madrileña de 22 años que actualmente trabaja en su ciudad natal como técnico de rayos, pero pronto lo hará como enfermera. Incha’allah. El suyo es uno de esos casos en los que no fue ella la que viajó por primera vez a Marruecos, sino que Marruecos vino a ella.

 "Mi relación con Marruecos ha sido fruto del conocido maktub, y de verdad que así lo creo. Soy una persona que adora tener experiencias, conocer gente y lugares nuevos... pero me pienso mucho las cosas antes de hacerlas. Aunque con el mundo marroquí es otra historia, y es que allí el corazón es el que manda.
En mi caso la mezcla de un voluntariado en Granada, una bonita amistad y mi ansia de experiencias me colocó en Tánger, para conocer y disfrutar del Aid el Kebir (la Fiesta Grande para los musulmanes). Y sencillamente flipé. Aquel viaje fue un punto de inflexión en vida, y es que allí, aquel mejor amigo, se convirtió en habibi dieli (y hasta hoy).

 Hice la maleta sin pensar demasiado, con gente a mi alrededor diciéndome: "¡Estás loca!" o  "¡En vaya líos te metes!", y con objetos innecesarios que recomiendan tales como las pastillas potabilizadoras (no vaya a ser que no salgas del baño),  "teléfonos de emergencia" y no sé cuántas cosas más.

Marruecos está lleno de colores, de platos rebosantes (allí el dicho de "Antes reventar que sobre" es tan literal como imposible), de hospitalidad, de respeto a la familia, a la religión... De verdad que tenemos mucho que aprender.

Llegue al puerto de Tánger con mi maleta, miles de ideas erróneas y un nivel de árabe marroquí nulo. Me acuerdo que cuando entré en la que ya es como mi casa, me recibieron con abrazos, besos... ¡y hasta regalos! 


Y es que adoro su sencillez, su facilidad para reírse, su lógica básica aplastante para todo... Ellos alucinan con muchas costumbres europeas, que pensándolo fríamente llevan toda la razón. Tenemos cientos de normas (en ocasiones absurdas) que anulan nuestra libertad. Podría contar decenas de conversaciones sobre nuestras costumbres, la cultura, la religión o incluso sobre atentados como el del 11-M que sorprenderían a más de uno.

Me encantan los colores y el olor natural de todo. El olor del mar por todos los lados, el olor mañanero del desayuno (del desayuno y de cualquiera de sus comidas), el olor a cuero cuando paseo por la Medina, las haflas que se montan en momento, la libertad de los niños en sus juegos... Marruecos es mágico (con sus cosas buenas, y las que tienen que mejorar) pero la fama que tienen les hace mucho daño. Cuando escuchaba a la gente hablar sin saber, diciendo mentiras y generalidades sobre Marruecos y su gente, yo sacaba las uñas... ¿Ahora? Ahora sonrío irónicamente y me da pena la ignorancia que alcanzamos en algunas ocasiones. 

Por todo ello, esas "locas por Marruecos” aún tenemos mucho por hacer.  Y en ello estamos. ;)"


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28 de noviembre de 2013

3052, PERSIGUIENDO UN SUEÑO

Este es Mamadou Dia, un joven senegalés que ha escrito un libro contando en primera persona el infierno que vivió desde que decidió montarse en una patera para llegar a Europa.


"En 3052. Persiguiendo un sueño, Mamadou cuenta cómo "El viaje en cayuco es durísimo, pero cuando llegas a España te das cuenta de que no ha acabado. En realidad, acaba de empezar. Es entonces cuando empiezas a ser consciente de todo lo que tienes que hacer: luchar por encontrar un trabajo, por conseguir los papeles, por un lugar donde vivir..."

Era un 11 de mayo de 2005 cuando subió a la patera, comenzando así "la aventura más larga, más peligrosa y más dura de mi vida", como escribe en el libro. "Mucho más duro de lo que yo pensaba, porque en mi vida me había subido a un barco. El viaje está grabado en mi mente, al igual que en la de todos los que lo han hecho. Éramos 84 pasajeros en una embarcación de 12 metros, y no había plan B; no había otra solución. En wolof tenemos un dicho, que se puede traducir como 'O vivir dignamente o morir intentándolo', y creo que eso es lo que estaba en la mente de todos. Porque este viaje no lo hacemos por gusto, que no hay ningún sitio mejor que casa ni comida mejor que la de la abuela. Simplemente, es que era la única salida. No había otra opción para nosotros".


"Fueron ocho días enclaustrados en esos 12 metros y a partir del quinto día, supimos que estábamos perdidos. No veníamos ninguna señal en el radar. Además, a la mañana del sexto día desapareció Ibu, uno de nuestros compañeros. Supimos que no había aguantado más". La esperanza era tan débil que Dia pensó que, si realmente escribía su libro, lo llamaría Los sueños perdidos, en recuerdo a los de tanta gente que quedaron en el camino. Pero al llegar el octavo día, cuando no les quedaba apenas fuerzas, alimentos ni gasolina, vieron aparecer un helicóptero sobre sus cabezas. "Fue increíble, los que estaban tirados en el suelo, los que ya no podían más, revivieron al momento, fue una fuerza inmenso que salió de dentro".

Volver a caminar, después de más de una semana al vaivén de las olas, el sol, y la deshidratación, no fue fácil, y Mamadou recordará siempre el apoyo de los voluntarios de Cruz Roja y aquella botella de agua que le ofreció una de ellas. "Le quería decir que no, que yo no me llamaba 'agua' – un nombre de mujer, en Senegal -, hasta que comprendí que ‘agua’ se refería a la botella"-. Aquella primera mano amiga tras tantos días de viaje le dejó una profunda huella. "En ese mismo momento decidí que, en cuanto pudiera, yo también sería voluntario en la Cruz Roja, como aquella chica". Y así ha sido desde hace ya varios años: "he dado clases de español, he colaborado en clases de acogida… y es una de las mejores cosas que me han pasado en España".

[ Texto de http://porfinenafrica.com/2012/06/o-vivir-dignamente-o-morir-intentandolo/ ]


Son muchas las formas de colaborar con ellos y aportar nuestro granito de arena. Y muchas de ellas están al alcance de cualquiera. 3052. Persiguiendo un sueño se puede encontrar en algunas librerías, en el Corte Inglés... Pero también existe la posbilidad de pedir un ejemplar dedicado por el autor, por tan sólo 12€. Con los gastos de envío ya incluídos. En esta página encontraréis toda la información. http://proyecto3052km.com/pide-tu-libro/

Mamadou Dia ya ha viajado a varias ciudades españolas para presentar su libro, ha ido a varias escuelas para contar su realidad, ha dado multitud de charlas... Y estoy segura de que no dejará de hacerlo. El dinero recaudado se está empleando tanto para financiar la edición y distribución del libro como para sacar adelante varios proyectos en Senegal, relacionados con la educación, la sanidad, la lucha contra la pobreza y el turismo sostenible.


Una forma increíble de colaborar y de tomar conciencia de una de las grandes lacras de nuestra sociedad, un libro de obligada lectura, especialmente en los colegios, institutos y universidades, una manera de implicarse en un proyecto sencillamente genial, un regalo para estas Navidades (y para todas las que vendrán después), una motivación por hacer que nuestro mundo sea un sitio más amable, más humano y menos raro, una búsqueda de un futuro mejor, una ilusión, una apuesta por la lucha y las ganas. ¿De verdad que no quieres formar parte de esto? HAZLO POSIBLE.


En Facebook: https://www.facebook.com/Libro3052PersiguiendoUnSueno

En su página web: http://proyecto3052km.com/

EL PECADO DE EUROPA

[…] El caso es que hace ciento veinte años los gobernantes europeos se sentaron ante el mapa de África, como buitres alrededor de una presa, para repartirse el dominio de un continente que no era de ellos, en el cual vivían mas o menos pacíficamente unos pueblos relativamente civilizados, organizados políticamente dotados de una religión, unos valores y una cultura propios, aunque en algunas regiones estaban muy golpeados por las secuelas del trafico de esclavos en siglos anteriores. Los gobiernos europeos se apoderaron de esos territorios para extender su poder y y dirimir sus conflictos en esa parte del mundo, y sobre todo para beneficiarse de sus riquezas naturales (que resultaron ser mayores de lo que en el siglo XIX se pensaba). El reparto de África constituyó una serie de actos conscientes, deliberada y alevosamente injustos, con el agravante de abuso de fuerza y mendacidad. Si eso no es un gran pecado, es en todo caso una enorme vergüenza, una mancha enorme sobre el libro de tareas de la cultura y civilización europeas. La conferencia de Berlín, el espíritu que la animó, los motivos reales que la impulsaron y sobre todo sus secuelas constituyen hoy uno de los hechos más bochornosos de la historia de la Europa moderna.


Hoy nos es muy difícil entender cómo fue posible que el tráfico de esclavos de África se llevara a cabo, en su mayor parte, por cristianos. La esclavitud tendría que ser lo más contrario a una religión cuyo fundador proclamaba la libertad para todos los hombres y mujeres de la tierra, a los que en principio considera iguales y semejantes a Dios. La aceptación de la esclavitud por parte de los cristianos se basa en el concepto maniqueo, que está presente en todas y cada una de las religiones, de que los paganos, o no creyentes, no tienen derechos, mientras que los religiosos, los creyentes, los tienen todos. Los creyentes, sin embargo, son los instrumentos providenciales para la salvación de los infieles, por eso, en aras de su salvación, se les puede hacer la guerra, conquistar, expoliar, esclavizar, vender y comprar, con tal de que se tomen las medidas oportunas para convertirlos a la verdadera religión y así salven sus almas, aunque sea sobre las ruinas de sus cuerpos.
África, pecado de Europa - Luis de Sebastián

26 de noviembre de 2013

LO QUE LA VIDA TE DA CADA DÍA

Esto es lo que Aranzta, una maestra española de 33 años, cuenta sobre sus experiencias en Marruecos.

"Viajar a Marruecos debería anotarse en la lista de cosas que hay que hacer antes de morir. Igual que plantar un árbol o leer un libro. Marruecos es un país de contrastes, de tradiciones. Desde el Norte Rifeño con sus colores, hasta las dunas del Desierto. Desde las playas de arena dorada, hasta los frondosos bosques de sus tierras. Desde sus ciudades imperiales, hasta sus pueblos beréberes… Allí, cada callejuela es un misterio, y cada paso un nuevo descubrimiento. La hospitalidad es la palabra que mejor define al país vecino; tomar un té alrededor del berrad, la tetera, es un ritual social y una forma sencilla de entrar en contacto con la cultura de un pueblo siempre acogedor. Desde aquí recomiendo que nunca rechacéis un té marroquí, es una de las mejores cosas. Participar en esas conversaciones en las que no te enteras de la mitad de las cosas… ¡eso no tiene precio!

En Marruecos he crecido y aprendido mucho. Los marroquís son felices con lo poco que tienen, con lo que la vida les da cada día. Y es que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita. Siempre tienen una sonrisa dibujada en sus caras, a pesar de las historias que cargan a sus espaldas. Y nuestros quebraderos de cabeza, para ellos son simples anécdotas.

 
Allí he convivido con gente maravillosa. Noe, Vero, Paula, Miriam, Zakaría, Amine, Marta´s, Nadia, Khadija, Laila, Mamá Fátima, Khalid, Úrsula, Rachid... Marruecos me ha hecho ser mejor persona, me ha ayudado a fijarme en cosas que antes me parecían insignificantes, a leer sonrisas y a valorar los abrazos. Me ha enseñado a quejarme menos, a ver más allá y a ser más tolerante porque, al fin y al cabo, somos lo que somos por la PUTA culpa de nacer donde nacemos.

Como dice siempre Carlota, me dejé el corazón en Marruecos. Y yo tampoco lo quiero de vuelta, la verdad. Chokran."

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25 de noviembre de 2013

LLÁMAME LOCA, PERO YO DE AQUÍ NO ME VOY

Si bien cualquier testimonio de los que me llega creo que merece ser escuchado, los de aquellas jóvenes que no se limitaron a bajar a Marruecos varias veces al año, sino que decidieron hacer de este país su nueva casa, con todo lo que ello conlleva, merecen para mí una atención especial.

Mientas que yo tuve la inmensa suerte de que mudarme a Rabat fue llegar y besar el santo, para otras personas el proceso de adaptación no ha sido tan fácil. Es el caso de María Gómez, una joven de 22 años nacida en Almagro (Ciudad Real).

"Llámame loca, pero yo de aquí no me voy. Eso es lo que pienso cuando me dicen lo loca que estoy por haberme venido a Marruecos yo sola, a la aventura.


Mi historia empezó tan sólo hace un mes y medio. Bajé al moro, a vivir a Rabat, con ciertas expectativas más allá del simple turismo. Y puedo asegurar que mi vida ha dado el mejor de los cambios. Lógicamente, los comienzos no son nada fáciles y si a eso le añades el factor chica jovencica, búsqueda de trabajo, aprendizaje del idioma y Marruecos, pues no te digo más. Pero aquí estoy, orgullosa de decir que aunque ha habido días en los que he pensado abandonar y volverme a casa (y los seguirá habiendo, porque la casa de una sigue siendo lo más sagrado); que aunque a veces me canse, me agobie y patalee por no entender la mayoría de las palabras de una conversación; que aunque me digan que no entienden por qué estudié árabe, por qué estoy aquí y por qué quiero aprender marroquí (darija); y, que aunque me cueste la vida encontrar un trabajo medianamente en condiciones, tengo claro y decidido que yo aquí no me iré tan fácilmente.


Si algo he aprendido en este mes y medio de relativa soledad es a no rendirme, a que si ellos te miran por lo blanquita y guiri que eres, tú los miras a ellos por lo juapos que son (¡ay… los morenos!); que la palabra miedo no existe; que si uno quiere, puede, pero hay que esforzarse; que para aprender una cultura hay que mezclarse con ella; que pasarlo mal no es la solución; que si hoy no te apetece subirte al mundo, acuéstate y mañana lo verás mejor; que si necesitas una semana para atreverte a pedirle un zumo y unas galletas en árabe al de la tienda de abajo, no pasa nada, las cosas llevan su tiempo; que si no te quitas la venda de ignorancia que llevas puesta, así como la llevamos todos, no verás el mundo como es, sino como crees que es; que hacer amigos aquí es mucho más fácil que en ningún otro lado, sólo tienes que darte vidilla y lanzarte; que el que tiene un amigo tiene un ciento.


¡Yallah! Quítate esa venda y abre bien los ojos, pues hasta que no llegue ese momento no apreciarás de verdad lo que es vivir en Marruecos. Déjate enamorar con sus historias sobre la vida. Déjate de libros y diccionarios y vete a tomar un té y a dar un paseo por la medina, en una tarde habrás aprendido más que en horas de clase. Déjate llevar por las calles. Déjate de prejuicios. Empápate de todo lo que te rodea y hazlo tuyo. Que en la convivencia está la existencia. ¡Dima Maghreb!"

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24 de noviembre de 2013

SER NIÑA ES UN COÑAZO

O al menos, hasta hace muy poco, lo ha sido. Todos los que me conocéis sabéis que, mientras por los niños siento una devoción especial, por las niñas… Por las niñas no sé muy bien cómo definirlo. Por una vez, y sin que sirva de precedente, dejo de lado Marruecos y sus pequeñas. Porque son igual de increíbles que los críos. Las más pobres, me refiero. El resto, igual que en España, en Inglaterra y en prácticamente todos los países de Occidente son insoportables. Al menos la inmensa mayoría de ellas.

Pero parece que las cosas están cambiando. Hamdulillah. Hace poco me enteré de que hay una marca, GoldieBlox, que ha pensado en todas esas niñas que odian los juguetes de niñas. ¿NO ES GENIAL? Por fin, joder. Por fin alguien se acuerda de las que odian jugar con Barbies. Muñecas asquerosas que lo único que consiguen es atontar, con todas las letras, a las pequeñas. Y a las menos pequeñas también. ¿Por qué teníamos que jugar a vestir y desvestir a semejantes espantapájaros? ¿Por qué había que jugar con algo tan sumamente aburrido existiendo LEGO, los coches teleridigidos y los monopatines? ¿Por qué las series y las películas fomentaban tanta tontería? Y lo que es más serio aún, ¿por qué debíamos cambiar el pañal a los Nenucos y jugar después a las cocinitas?




En España las niñas todavía no son tan estúpidas, pero cuando viví en Londres pude observar cómo muchas de ellas llegan a unos límites que dan vergüenza ajena. Y miedo. Principalmente porque son sus queridos padres y amios las que las animan a ser así. 'Aaaaawwww, you are sooooo cute, my dear!' Necesito vomitar. Niñas divinas vestidas de princesa para ir de excursión con el cole, con la habitación entera de rosa, con ropa rosa, bragas rosas, calcetines rosas, guantes rosas, mochilas rosas, diademas rosas, pendientes rosas, bolis rosas, sillas rosas… Con mil y una muñecas que no aportan nada, con carritos de bebé y todos sus complementos, cajas de maquillaje, con zapatos de tacón, purpurina y coronas de plástico. Todo ello tremendamente hortera, porque los ingleses son horteras. Algunos pensaréis que exagero, pero creedme cuando digo que lo pasaba mal al ver ciertas cosas...




Puede que mi ‘rechazo’ venga de ahí, ya que nunca entendí esta educación que desde siempre se ha querido inculcar a nuestras peques en el Primer Mundo. Sé que más de una, por suerte, me acompaña en el sentimiento. Y es que ya está bien de PAVAS que quieren ser princesas y jóvenes con la creatividad a la altura de las expectativas de sus padres. Padres que, para mí, lo único que hacen es subestimar a sus hijas.

Ser princesa es un rollo, y si no que se lo pregunten a más de una...

23 de noviembre de 2013

LA ILUSIÓN DE QUE PRONTO SEA SÓLO UN VIAJE DE IDA

Así fue como Munsa Farrés, una joven de 27 años de Barcelona, se enamoró no sólo del país, sino también de un marroquí. 

"A veces intento recordar cómo me sentía, qué pensaba, cómo fueron los preparativos, los detalles previos al primer viaje que hice con cuatro amigas a Marruecos. Han pasado cuatro años desde entonces y no lo recuerdo con claridad. Quién me iba a decir a mí que aquel viaje sólo sería el principio de mi viaje y no unas vacaciones más. Cuando viajo a otro país suelo informarme, buscar, curiosear sobre el lugar al que iré… Me imagino que con Marruecos hice lo mismo, pero a día de hoy todavía sigo aprendiendo, recibiendo y disfrutando de él.


Fue el verano del 2009, después de dos días en la ciudad, cuando decidimos ir hacia el sur. De camino ya empezaron las coincidencias con otras viajeras, las casualidades y las sorpresas que, sin saberlo, acabarían formando parte de mi futuro, de mi vida actual. Después de 3 días de tour por el desierto, seguimos viajando durante una semana más, pero todo volvió a su origen, y volvimos de nuevo al sur de Marruecos, sin plan y sin ruta, para disfrutar de los 4 últimos días de mi primer viaje (antes contaba las veces que iba bajando, ahora ya he perdido la cuenta).

Llegué a Barcelona a finales de agosto y a los dos días ya me estaba comprando un billete para irme otra vez, sin pensármelo. Esa ha sido una de las decisiones mejor tomadas de mi vida, aunque muchos creen que fue una locura. Me dejé llevar por Marruecos, por aquella noche mágica entre dunas. Y por él. Por mi chico. Estoy contenta, feliz, enamorada y espero que así siga por mucho tiempo. Inch'allah. Me encanta y me sorprendo de todo lo que he aprendido, de los estereotipos y tabús que se han quebrado, de lo listillos que nos creemos a veces y de todo lo que nos queda aún por aprender. Sólo debemos abrir los ojos y sentirlo, de verdad que funciona.

Me enamoré de él, pero también de los colores, de los paisajes, de la comida, de su familia, de los niños y niñas capaces de crear juguetes y diversión con cualquier objeto, de las noches del desierto, de los olores, del gentío, del caos organizado en las ciudades y de la calma y tranquilidad de los pequeños barrios y pueblos. También de la capacidad de vivir y de disfrutar de la vida. Una vida que pasa sin que nos demos cuenta mientras nos preocupamos demasiado por gilipolleces que nos empequeñecen. Dejé de lado el qué dirán y ya me importa bien poco qué opina la gente de lo que hago o dejo de hacer. No es nada fácil ir contra lo “normal”, tampoco tener una relación a distancia. Cada uno lo ve diferente, pero lo importante es cómo lo vivamos y cómo lo sintamos él y yo. Son ya cuatro años a nuestras espaldas, con mis idas y venidas. Algunas apenas duran un fin de semana, otras varias semanas, pero siempre lo hago cargada de emoción. Y esas mariposas en el estómago cuando se abren las puertas del aeropuerto, que los malditos nervios no dejan que distinga caras… Ese sentimiento no lo cambio por nada. Igual que no cambio esas ganas y esa ilusión de que pronto sólo sea un viaje de ida. Un viaje sin retorno para poder continuar nuestra historia allí, en Marruecos. En un país que tanto nos ha enseñado y tanto nos ha dado…"


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AQUÍ CUALQUIER COSA ES POSIBLE


Lux Lisbon, la turista accidental, es una periodista catalana de 32 años que cuenta todo lo que para ella ha supuesto Marruecos, acompañando sus palabras con fotos tomadas por ella misma en algunos de sus viajes...
"Tengo el armario lleno de botellas de Sidi Ali. Es como un ritual, pues marcan cada vez que he vuelto de Marruecos. Sin una gota desperdiciada, habiendo exprimido el tiempo al máximo, habiendo vivido las horas y los minutos con toda la intensidad de una vida bien vivida. Habiendo vibrado, soñado, reído y amado. Y en mi cabeza suenan y bailan las palabras… erham mualdyn, zouina, tasa nou, tnisitas g lman, mzian, bzaf, imik s mik….yallah yallah!
Hace ya más de cuatro años que bajé al moro por primera vez. Aterricé en Marrakech, y aquel primer día de un caluroso agosto de 2009, lo odié profundamente. Pero sólo fueron las primeras 24 horas. Luego, empezó mi viaje, mi verdadero viaje. Comenzó mi historia de amor, mis idas y venidas en cada estación durante los años que siguieron (ya ni sé cuantos sellos tengo en mi pasaporte). Y así  nació mi adoración por Marruecos, con todos sus pros y contras; como dicen, pa’ lo bueno y pa’ lo malo, pero de corazón.

Allí he sido feliz, realmente feliz, sin casi nada, sólo lo necesario. Suficiente. Unas alfombras en el suelo, una cocina de camping gas y calentando el agua cada mañana para la ducha. Los mejores desayunos de mi vida, las mejores comidas, la mejor compañía. Me encanta comer en grupo y del mismo plato, sabe infinitamente mejor y es ideal para las carcajadas. Las risas moras, que brillan como las de ningún otro sitio, su sentido del humor y alegría. Y esos ojos negros profundos que miran directamente, abiertamente, atravesándote, erizándote el pelo. 



Adoro levantarme con los primeros rayos de sol y despedirme de ellos en los paseos al atardecer, una costumbre marroquí que practico con pasión. Dejarme bañar por aquella luz, aquel color del sol que no existe más que en África (el sol africano, definitivamente, es distinto). Me encanta ir al mercado y oír los berridos de la gente, como si estuvieran enfadados, incluso no me importa que se me cuelen, que casi siempre lo hacen porque eso de respetar la cola no les va. Y las especies, mmm... Poner comino, jengibre, paprika o ras al hanout en casi todas las comidas. Los maravillosos tagines de mis amigos, que cocinan delicias, mucho mejor que un chef con estrella Michelin cualquiera. Y el pan casero envuelto en una mantita. Y mi adorado batido de aguacate. El paraíso existe, hamdullah.

 
Los perfumes de las mujeres y los tatuajes de henna, sus pijamas, caftanes y pañuelos de colores. Las llamadas a la oración y su melodía; siempre las recibo esbozando una sonrisa y respirando profundamente pensando que estoy de vuelta otra vez, emocionada. Ay… La música sonando por todos lados. Descubrir a Fatima Mernissi, Abdellah Taïa o Mohammed Chukri. Pasear por los campos de rosas y amapolas en mis visitas a Kelaat M Gouna, y los canales, en donde acabo siempre patosamente metiendo de lleno el pie. Recoger dátiles en los palmerales de Hassi Lbid y subirme a la gran duna para ver la puesta del sol. Allí me siento conectada con el mundo, con la tierra. Vibro con ella, en su misma longitud de onda. Jugar con mis niñas marroquíes a seguir rey, hacer el payaso, reírme hasta quedarme sin respiración. Helarme de frío con el viento huracanado del invierno en Essaouira, pero compensarlo con unas sardinas fritas y un te caliente en el pequeño Restaurant Berebere; eso si no quiero ensuciarme los pies mientras regateo (que se me da fatal) pescado en el mercado para un tajine más. Salir por las noches de verano en Agoudal, en donde sólo las estrellas y la luna son mis farolas, y adorar llevar una chaqueta de abrigo. Es verano, pero estamos a 15 grados en el Atlas. Bendito Marruecos, aquí cualquier cosa es posible.

Mi Marruecos. Un gusanito en el estómago que de vez en cuando me recuerda que lo necesito, que lo hecho de menos, qu’il me manque enórmement. Porque es allí donde aprendí, crecí y viví muchísimas cosas que nunca antes pensé que viviría. Y es que mi imaginación nunca alcanzó tan lejos. Lo que se perdía…

Hasta muy pronto, inchallah."


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22 de noviembre de 2013

SUBIENDO AL CIELO, BAJANDO AL MORO

Y ella es Karen, de 26 años. Una burgalesa de nacimiento y nómada por vocación. Una de las primeras personas a las que conseguí engañar para que se viniera conmigo al moro. La persona con la que he compartido el, hasta ahora, mejor viaje de mi vida.

"Nadie más lo entiende, sólo los que lo han vivido de una forma similar. Nadie te comprende y te miran pensando que te has vuelto rematadamente loca, más de lo que ya estabas. Sólo aquellos que lo han vivido saben de qué hablamos. Lo bueno es que, gracias a Carlota, he podido descubrir que somos más de una y más de dos las locas por Marruecos. No sé si será el embrujo árabe pero siento que mi vida cambió al ir a Marruecos. No sé cómo, ni mucho menos puedo explicarlo, pero mi concepción de las cosas cambió. Mi corazón se quedó allí, al lado de todos aquellos con los que conviví día a día. Da igual el tiempo que pase, mi mente no deja de recordar a todos aquellos que me hacían feliz. Mis ojos no olvidan las lágrimas de despedida, ni el abrazo de mamá Kamla ("Se me van mis hijas españolas..."). Sí, Marruecos me cambió la vida, sacudiendo mi conciencia y mis entrañas. Y me enamoré de este país, lleno de luz y de ganas, donde la vida rebosa por todos los costados."


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21 de noviembre de 2013

LO QUE PASA EN MARRUECOS SE QUEDA EN MARRUECOS

Este es el testimonio de Ana, una mujer española de 34 años que vive en Marruecos y trabaja para una agencia de viajes. Explica cuáles son, según ellas, los motivos que llevan a muchas mujeres a bajar al moro.

'Pienso que son dos los motivos principales que llevan a tantas mujeres europeas a viajar solas una y otra vez a Marruecos. Por un lado, y generalizando, las mujeres tenemos más capacidad de empatizar con el otro, y creo que es por eso que las experiencias vividas aquí, en contacto con la población local, calan más en las mujeres. Como si nosotras fuésemos más permeables a lo que se vive en este país. Al ser el pueblo marroquí tan hospitalario, se establecen vínculos emocionales muy importantes que dejan más huella en las mujeres que en los hombres.

Y, por otro lado, creo que hay un importante factor que tiene que ver con los marroquís. La mayoría de chicas que he conocido viajando solas han tenido alguna relación, esporádica o duradera, con un marroquí, y eso les ha hecho mitificar todavía más su concepto del país. Cada persona es un mundo, y generalizar, en este caso, podría empobrecer la visión pero en  Marrakech, por ejemplo...
Marrakech es un lugar aparte dentro de Marruecos ya que es muy liberal. Desde aquí salen todos los días excursiones hacia el desierto, y allí pasan muuuuuuchas cosas. Es decir, de 10 españolas que van para el desierto, 8 vuelven con una noche de amor bajo las estrellas en su haber. Y las dos que vuelven sin noche bajo las estrellas es porque viajaban con sus maridos. Yo, por ejemplo, no he ido nunca al desierto (¡¡¡fallo!!!), pero sé todo lo que pasa por allí. Tengo muchos amigos guías, amigas que hacen caravanas de mujeres hacia allí… directamente se van a tener sexo sobre las dunas con hombres que llevan turbantes y que nos recuerdan a Touareg. Los guías del desierto son magos, son expertos en llevarse el gato al agua. 

Se dan una serie de circunstancias que hacen que todo sea muy mágico. Es una mezcla de exotismo, aventura... El paisaje ayuda mucho también. Te ves allí, en medio de la nada, con un hombre que te vuelve loca y luego ¿qué pasa? Que de ese viaje pasamos a un segundo viaje, a un tercer viaje, me llevo a las amigas, a las primas, a las cuñadas... y van a vivir una historia de las mil y una noches. Pero sin las mil. Ellos te regalan la luna, te hacen sentir la mujer más especial del mundo, te encantan como hacen con las serpientes. Y añadido a lo que ya te gusta del país, puedes empezar a mitificarlo, especialmente si vives fuera y sólo vienes 3 veces al año a ver a tus amigos marroquís. Y hay muchas mujeres que se quedan prendadas de la manera en la que aman los marroquís, de la pasión que le ponen a todo lo que hacen. Es su manera de amar, tan intensa, que nos deja sin habla a la mayoría... Y algunas se quedan enganchadas a un hombre, o al país, o a las dos cosas.'

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19 de noviembre de 2013

TESTIGOS PRESENCIALES

Ahora hablando en serio. Os sorprendería saber cuantísimas personas viven enamoradas de Marruecos, un país que sacude la vida de todo aquel que lo visita con la mente abierta y con ganas de ser mejor persona. Durante el tiempo que he pasado allí pude notar que casi la totalidad de esas personas son chicas. Muchas de ellas muy jóvenes. Chicas que, sin premeditación ni alevosía, se cruzan con Marruecos y una vez que lo hacen ya nada vuelve a ser igual. Y a través del blog he comprobado que es un fenómeno tan creciente como real. Obviamente, no soy la única que ha tenido la suerte de poder vivir todo esto y quiero que todos esos mails que me llegan no se queden sólo en mi bandeja de entrada o en mis mensajes de Facebook. Porque merecen ser escuchados. Por eso, empiezo hoy una nueva sección dedicada a mostrar algunos de los testimonios de todas esas mujeres (y algún hombre también) a las que este país les rompió los esquemas y de qué manera.

Este es el testimonio de Gina González, una española de 36 años, de Palma de Mallorca, que hasta hace poco tenía riad en la ciudad de Marrakech.

‘Me siento muy afortunada de haber pasado aquí los 3 últimos años de mi vida, de haber tomado la decisión de salir de mi zona de supuesto confort y lanzarme a vivir esta aventura. He aprendido muchísimo. Tanto, que ahora sé menos que antes. He desaprendido mis maneras de enlazar ideas, es decir, mi lógica. Me he tenido que alejar forzosamente de ella para comprender lo que ocurría a mi alrededor, y esa distancia me ha permitido ver qué parte de mí es mía y viajará conmigo allá donde yo vaya, y qué parte de mí es sólo la suma de las expectativas que mi entorno tiene sobre mí, acorde al lugar al que pertenezco, o en el que me encuentre. Me he sentido estúpida al recordar cómo desde nuestro etnocentrismo pensamos que la manera válida de hacer las cosas es la nuestra. Y he intentado reciclar ese sentimiento de estupidez y de soberbia ignorante en conocimiento y riqueza personal. Todos sabemos que un mismo fin se puede conseguir de diversas maneras, incluidas la nuestra. Saberlo, lo sabemos. Pero sólo cuando lo vives puedes integrar ese conocimiento. Que nunca se escarmienta en cabeza ajena, vamos.

Y hoy, si tuviera que elegir, volvería a confiar sin duda en la vida, en el impulso que me trajo hasta aquí. Todo lo que he vivido es lo que quería vivir, o lo que necesitaba vivir para aprender algo. No me suelo arrepentir de casi nada, y en este caso de lo único que me arrepiento es de no haber sabido amar a algunas personas como ellas necesitaban haber sido amadas. Marruecos está lleno de luz y de ganas. A veces son ganas de no hacer nada. Pero lo hacen con ganas. Y eso me gusta, me motiva esa intensidad. Hagas lo que hagas, hazlo con todo tu ser… y en esta esquina del mundo he encontrado algo que casa con ese mandato parental; esta gente le echa ganas a la VIDA. 
Estar fuera también te hace valorar muchísimo más lo que tienes en casa y de lo que tanto has renegado. La distancia te libera, y la libertad te puede sentar tan bien que no te importe, e incluso te apetezca volver tranquila y sosegadamente a tu celda inventada, en la que te sentías prisionero. La celda no existía, estaba sólo en mi interior. Ahora ya sé que cuando vuelva lo van a intentar, como antes, pero ya nadie puede venderme verdades absolutas. Ninguna presión puede servirme de excusa para seguir la corriente. Ya no.’

Si quieres que tu opinión también aparezca por aquí solo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.

¡TURURÚ!

Una de las cosas que más llama la atención cuando estás en Marruecos es que la gente, hablando mal y pronto, se pasa ciertas normas por el forro. Normas hay, pero es que muchas de ellas no se pueden cumplir. Y lo mejor es que, cuando llevas tiempo viviendo allí, aparece en ti un sentimiento que choca con tu identidad europea que te obliga a cuestionar y rechazar el hecho de que en el primer mundo (qué lástima de término) todo esté peligrosamente regulado.


Me encanta intentar comunicarme con cualquiera de por allí para analizar temas desde puntos de vista diferentes y disfruto mucho hablando con el taxista de turno o con la señora de la tienda, contándole, por ejemplo, que en España dentro del bar está prohibido fumar, pero fuera está prohibido beber. O que si te pilla la policía sin el cinturón de seguridad te pueden poner una multa. O que, aunque la casa sea de tu propiedad, no puedes construir tantas alturas como quieras, porque hay que guardar la ‘estética’ del barrio. (Del tema de las parabólicas mejor ni hablamos, porque es mentar a la bicha). Y, aunque cuesta, alguno de ellos hasta lo llega a comprender. Lo que aún no he conseguido que entienda ninguno es que tu casa tiene una hipoteca. Es decir, que tu casa en realidad no es tuya, que la has comprado con un dinero que no tienes y que nunca has manejado y que un banco te lo ha prestado para que pueda ser tuya. O para que al menos lo parezca. Y que lo aceptas a cambio de que luego se lo devuelvas junto con unos intereses que, si por lo que sea, no puedes seguir pagando harán que te quedes en la calle. No les cuadra por ningún lado esta idea y, la verdad, ojalá nunca les tenga que cuadrar.


A lo que iba, que en Marruecos la gente pasa de algunas normas sencillamente porque la realidad se impone sobre ellas. El hábito es el que hace la norma y no al contrario. Eso no quiere decir que no existan unas pautas para que haya cierto orden, pero todo el mundo parece entender que lo de saltárselas no es tan grave. La vida diaria de la mayoría de los marroquís ya es bastante jodida como para tener que complicársela más aún aplicando normas. Por eso si, por casualidad, la norma viene bien, bien. Y si no viene bien, no se aplica y punto.
 
Es muy común, por ejemplo, ver coches con más de 5 personas. Y familias enteras en moto. A nadie le extraña que sea así y pobre del que quiera ponerse a evitarlo. La gente no se puede permitir tener un coche propio. Muchísimo menos tener varios. Si no lo hicieran como lo hacen, no se podrían desplazar juntos, con todo lo que ello conllevaría. Más gasolina, más tiempo, más dinero...


Recuerdo cuando le conté a Amin que en Barcelona nadie en la estación de buses me quiso poner el móvil a cargar porque están observándoles con cámaras y está prohibido. Porque hay una máquina que, previo pago, te lo carga. El pobre estaba en shock. O aquella tarde de primavera en Tetuán. Estábamos en la piscina y le dije al pequeño Rachid que en España no está permitido lanzarse a la piscina y que, para poder meterte, te tienes que poner un gorro. Y se rió de mí en mi cara. Además, como me gusta mucho el from lost to the river como forma de vida, le conté que un aeropuerto de Dinamarca había limitado a tres minutos el tiempo para despedirse. Y no sabría bien definir cómo fue la expresión, pero yo diría que de pena. Pena mora.

Esta foto la hice hace unos meses en Rabat. No es un caso aislado ni mucho menos, de hecho es el pan de cada día. Pero ponte tú a explicarle al hombre que no se puede poner a pescar ahí, que mejor vaya a la tienda a comprar la comida que su chati preparará para sus invitados en la cena de esa noche. O lo que es más difícil aún, ponte a contarle a los chavales que hoy sábado a 36 grados está prohibido bañarse. Bueno, ni hoy ni ningún día. Y mucho menos tirarse de cabeza, que es peligroso. Si fueran unosqueyomesé seguro que te saldrían con el: "Síííí, ¡no te queda a ti ni ná!"


En países como Marruecos donde el Estado no existe o donde, mejor dicho, el Estado es un mero mercenario, a la gente le da igual lo que este pueda decir - de hecho ni se han planteado cierto temas. Si no sólo no le soluciona ningún problema de su día a día, sino que le genera muchos más de los que ya tiene, ¿por qué han de cumplir las normas que se quieren imponer? ¡Tururú! Y creo que me alegra saber que en España, por la situación que estamos viviendo, cada vez nos acercamos más a este tipo de comportamientos. Comportamientos tercermundistas para algunos, y más inteligentes para otros. Cada vez hay más necesidad y llevamos tiempo viviendo en país moderno y, por consiguiente, con una estructura cada vez más rígida. La gente ya se está empezando a cansar de aguantar y aguantar tanta tontería a cambio de nada.

La sociedad somos nosotros y eso en Marruecos lo tienen muy claro. Por encima de todo está el comer cada día y el tener un techo. Y ayudar a que el otro también lo tenga. Mientras eso vaya bien, todo demás no es tan primordial. No cuentan para nada ni con el poder ni con los que lo tienen, porque no les deben nada. No aceptan que los que nunca han vivido su situación vengan a decirles cómo se deben hacer o dejar de hacer las cosas. En Marruecos la vida se hace con los que te rodean, dependiendo unos de otros e interrelacionando entre todos lo mejor posible, porque es la única forma de salir adelante cuando todo lo demás va hacia atrás.


No tengas miedo porque nosotros somos el mundo, formamos parte de la solución. Recuperemos el espacio público, nuestras calles, nuestros barrios. No jodamos el sistema intentándolo destruir, jodámosle construyendo sin él. Construyamos, retomemos nuestras vidas con nuestras manos, porque las suyas están llenas de sangre. Intercambiemos, todos tenemos algo para aportar al otro, y no dejemos nuestras competencias a Babilonia. Ellos tienen la cifra pero nosotros somos más fuertes, nosotros somos el número. - Keny Arkana

18 de noviembre de 2013

UN LUGAR SIN DIRECCIÓN

Desde hace algún tiempo la palabra ‘maktub’ está en la boca de muchos. Y en el corazón de unos pocos. Maktub es una palabra árabe, y significa ‘lo que está escrito’. El destino. 

Cada vez son más las personas que creen, que creemos, que todo lo que nos sucede pasa por algo y que tiene sentido por sí mismo. Igual no lo tiene ahora, pero dentro de un tiempo seguro que sí. La vida nos va dando una serie de señales y de nosotros depende hacernos los sordos o no. Por eso no creo en el destino como tal, sino que considero que a menudo somos nosotros los que lo construimos, con cada acción que realizamos y cada decisión que tomamos. Da igual lo que la vida te dé o te deje de dar si no tienes intención de entenderlo, asumirlo y tomarlo como algo tuyo. 



Hasta hace no tantos años yo ni pensaba, ni dejaba de pensar en estas cosas. Sencillamente porque no me habían pasado nunca. O igual es que no me había dado cuenta. El caso es que a día de hoy estoy convencida de que la buena gente atrae a la buena gente, que una actitud positiva y valiente ante la vida es, valga la redundancia, vital y que cuando realmente deseas algo el universo entero conspira para que lo consigas. Si aquella tarde de verano mientras estudiaba Dibujo Técnico no hubiera llamado a mi hermana, quizá nunca hubiera ido a Granada. Y de ahí a Fez, a Madrid, a Tánger, a Barcelona, a Azrou, a Bilbao, a París, a Málaga, a Salé, a Oviedo... Pero sobre todo, si aquella noche de lluvia en Londres, por lo que fuera, no hubiera ido a esa casa llena de cuadros y libros sobre Marruecos a hacer de babysitter, no hubiera tomado la decisión de marcharme en cuestión de días a vivir a Rabat.


Por eso creo que el mejor consejo es que disfrutemos de cada momento porque no volverá. Que, sin olvidar nuestras raíces, salgamos de casa todo lo que podamos para poder conocer otras realidades y otras personas que nos hagan más ricos y, sin quererlo, nos permitan entender mejor esas señales de las que antes hablaba. Que seamos más leales, legales y honestos, especialmente con nosotros mismos. Que dejemos de pensar que el vecino vive mejor que nosotros por lo que nos muestra en sus redes sociales. Y sobre todo, que no permitamos que eso nos haga más infelices. Por dios. Que escuchemos más a menudo al corazón, aunque sea traicionero. Que seamos personas íntegras, con principios y valores que respetar. Y que tratemos un poco mejor y cuidemos un poco más a los que nos rodean. No vaya a ser que algún día los necesitemos y les dé a ellos también por hacerse los sordos...

13 de noviembre de 2013

CULPABLE, ME DECLARO CULPABLE

Hoy, en el día de cualquier año, en el año de cualquier siglo; en mis plenas facultades mentales, difícil y asumiendo cuando digo y escribo; declaro que me declaro culpable. Culpable de todo lo que no hice, de todo lo que no he visto, ni oído. De las palabras que no dije a tiempo y de las otras, que nunca aprendí. Me preocupé por cosas que jamás sucedieron y pasé gran parte de mi vida en sitios equivocados, en horas equivocadas, con gente equivocada. Declaro que llegué tarde a todas las citas, que no estuve nunca antes, en ninguna parte, que encontré la primavera florida la tierra de partida y el cielo prometido, que todo lo que tengo es menos de lo que me falta, lo que creía, no lo creía después, y que cometí el peor de los errores. Soñé en un mundo de pesadillas. Declaro también, que no hay nada más cierto que nuestro pasado en la vida, ni nada más falso, que nuestra vida al pasar. Que es feliz aquel que no quiere nada, y que no sabe nada, que no se pregunta nada, y que no se da cuenta de nada. Y que de una mano temblorosa, puede caerse el amor que hay en ella. Que todo lo que no se da, no se acumula, se pierde. Que todos somos al fin y al cabo, esclavos de algún vicio o de alguna virtud. Que he sido fiel solamente a mis dudas, y que el hombre más libre que conocí, iba atado al corazón de una mujer. - Gian Franco Pagliaro

7 de noviembre de 2013

NUNCA DISCUTA CON UN TONTO, PUEDE QUE LA GENTE NO APRECIE LA DIFERENCIA

Como ya comenté hace unos días, gracias a este blog he conocido a gente increíble, he compartido experiencias, he cambiado de opinión una y mil veces, he crecido, he mostrado parte de mi vida… Tener un blog son todo ventajas, aunque a veces tengas que lidiar con personas con las que es muy aburrido hacerlo.

Una de las aplicaciones disponibles en esta página consiste en poder mandarme mensajes privados a través del email, sin necesidad de escribir el correo del remitente. Hasta ahora, todo el que se había tomado la molestia de hacerlo, ha sido para enviarme mensajes de apoyo, de felicitación, de interés, de críticas constructivas, de sugerencias… etc. También ha habido comentarios irónicos, inteligentes y con gracia. Con mucha gracia. Pero como tiene que haber todo en la viña del Señor (qué católica estoy últimamente) hoy me ha llegado un mensaje diferente a todos los demás que reza así:
'vete a comprar visitas a tu puta casa enferma friky y no hagas q la gente pierda su tiempo con titulos de mierda

Atentamente,
tuputoiphone | asdf@hotmail.com'

¡Olé ese anónimo valiente! Como digo, es la primera vez que alguien se toma la molestia de mandarme un mensaje privado para decir semejante gansada. Es la primera vez en el blog, pero en la vida nos tenemos que cruzar más a menudo de lo que nos gustaría con gente así.


En primer lugar, el supuesto email no debe ser real. Una persona que no asume lo que opina no es de fiar. Alguien capaz de opinar sin ser consecuente con su idea es imbécil. O porque le da vergüenza, o porque el anonimato le da un pseudo-poder o porque todavía tiene bastante que madurar. Aunque mucho me temo que son las tres cosas. Invito desde aquí a ‘miputoiphone’ a que mande su email y/o su foto para que así todos podamos identificar al revolucionario sin causa. A ver si entre todos podemos ayudarle.

En segundo lugar, puestos a inventar un email, ha decidido poner de manifiesto su capacidad creativa e innovadora. Si la opinión tiene poco fundamento, era de esperar que su ‘carta de presentación’ fuera algo parecido.


En tercer lugar, firma con ‘tuputoiphone’ porque está indignado. ¿Ves que rápido se indigna la gente? ¿Ves que fácil es provocar a cierto tipo de personas? Es increíble. Se creía que todo era tan fácil como entrar en un blog y que por pedirlo se le fuera a regalar un Iphone. Le ha indignado ser tan inocente y muestra su enfado por no hacer sido capaz de preveerlo. Si no no sé a qué viene tanto mosqueo, la verdad. Ni que fuera yo Bin Laden. Ah, y lo de 'Atentamente' se escribe de forma automática, por si alguien lo había dudado.

En cuarto y último lugar, si para expresar una idea necesitas atacar a la otra persona es que el fundamento de la misma es tan débil como tu capacidad para parecer inteligente.


¿Qué quiero decir con todo esto? Que todos los días amanece un tonto, el caso es dar con él. Pero basta con hacer caso omiso. Lo normal es que en tu camino te encuentres con mucha gente como esta, gente que intenta dar a entender que tu forma de vida no es válida, que tus ideas van en contra de las de la mayoría, que tu manera de hacer las cosas no sirve para nada, que tus inquietudes son inútiles y que tu ilusión te la puedes meter por el culo. Pero no pasa nada. No todo el mundo es feliz y sus actos lo demuestran. La gente no está bien. ¿Qué persona a gusto con su vida, con cosas que hacer y con inquietudes se sienta una tarde a mandar un mensaje así? Obviamente nadie que merezca ser escuchado. No olvides nunca que si alguien intenta hacerte ver que no puedes conseguir lo que te propones es porque él no pudo hacerlo antes. Es así de duro.