Mostrando entradas con la etiqueta Marruecos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Marruecos. Mostrar todas las entradas

17 de febrero de 2017

DE MARRUECOS A EMIRATOS ÁRABES PASANDO POR EL BLOG

El pasado mes de Diciembre, después de cancelar mi viaje navideño a Turquía, solicité desde mi página de Facebook recomendaciones de viajes para los meses posteriores. No llevaba ni unas horas publicado mi mensaje cuando recibí un email. Un email desde Abu Dhabi (Emiratos Árabes) en el que Maruan y Kautar, un matrimonio marroquí afincado en la ciudad, me invitaban a viajar a este lugar de Oriente para conocerlos y disfrutar de la mejor estación del año para hacerlo.
"Nos haría mucha ilusión que nos vinieras a visitar. Nos encanta lo que escribes y la manera en lo que lo haces, nos sentimos muy identificados. Escríbeme si quieres saber más o tienes alguna duda. Que sepas que en Abu Dhabi tienes tu casa y eres bienvenida. Venteeeeeeeee!!!! Te esperamos!!!!!!!"
Y después de hacer las gestiones oportunas, a los dos días de haber recibido su invitación, sólo pude contestarle: "¡¡En Febrero nos vemos!!". Y así fue. Después de conocer Dubai y antes de adentrarnos en nuestra aventura por Omán, llegamos a Abu Dhabi. 

Maruan vino a buscarnos a la estación de autobuses de la ciudad; a mí y a mis dos amigas a las que ellos aún ni siquiera les ponían cara. Tras dar un paseo en coche por la capital - cosa bastante habitual por aquellos lares - nos llevó a su casa, en la que nos esperaban Kautar y su pequeño de un año. Recuerdo que, cuando nos abrió la puerta, lo único que pude decirle fue: "¡Kautar! ¡¡Acabamos de decidir que nos quedamos para siempre!! ¡Encantada!". 


Hace años que funciono por corazonadas y, aunque esta convencida de que aquel email sólo me iba a traer cosas buenas, jamás imaginé que la experiencia iba a ser tan brutal que me iba a pasar el día dando GRACIAS por tanto. No habíamos hecho más que llegar a un lugar desconocido y ya estábamos de noche en la piscina de su casa, un 1 de Febrero, al otro lado del mundo, gracias a dos personas que acababa de conocer.


Estuvimos tres noches en la ciudad y Maruan y Kautar se encargaron, no sólo de que no nos faltara absolutamente nada, sino de llevarnos a conocer todos y cada uno de los atractivos de la ciudad. Además de desayunar y cenar en su casa como si fuéramos parte de la familia, nos invitaron a comer en un restaurante jordano y en otro marroquí. Y, por si fuera poco, cuando tuvimos que volver a Dubai para emprender el viaje a Omán, nos llevaron en coche a la ciudad y nos regalaron un imán de Abu Dhabi.


Maruan y Kautar, Kautar y Maruan. Una familia y un hogar desconocido en el que jamás nos sentimos intrusas. Una hospitalidad, una amabilidad y una entrega a la que creo que nunca terminaré de acostumbrarme. Una educación y un multilingüismo que, como se suele decir, ya lo quisiera yo pa' mí. Un respeto y un calor humano que me ayuda a reconciliarme con la humanidad.



¡Larga vida al blog, a las redes sociales y a la hospitalidad marroquí que me conquistó hace ya 7 años!

15 de enero de 2017

MI ENTREVISTA PARA HOUDA EL IMLAHI

¡Os dejo con la entrevista sobre Marruecos que Houda El Imlahi me ha hecho para su trabajo en 2º de Bachillerato! :D

- ¿Cuáles fueron los aspectos que te llamaron la atención de Marruecos por los que decidiste ir?
Para ser honestos, llegué a Marruecos por casualidad. Con mis amigas siempre solíamos viajar al destino desconocido más barato que nos salía en el buscador de vuelos y aquel año fue a Fez. Recuerdo que no sabíamos ni ubicarlo en un mapa y, después de buscarlo en Google, nos compramos los billetes y allí fuimos.




- ¿Tu familia y amigos que pensaron cuando decidiste ir a vivir?
Cuando decidí irme a vivir a Marruecos vivía en Inglaterra. Mi familia habría preferido que me quedara allí pero mis amigos, muchos de ellos también enamorado de Marruecos, se alegraron al saber que iba a vivir en un país en el que me siento en mi salsa.

- Al llegar, ¿qué es lo primero que pensaste? ¿Es lo que te habías imaginado antes de ir o era completamente diferente?
Como comentaba, la primera ciudad a la que llegamos era a Fez. Cogimos un taxi para ir del aeropuerto a Bab Boujloud, una de las puertas principales de la medina, y recuerdo que durante ese trayecto me llamó mucho la atención el color amarillento que parecía teñirlo todo, la indumentaria de la gente y la forma de conducir. No sabía muy bien lo que me iba a encontrar así que, más que a comparar, me dedicaba a observar.

- ¿Por qué decidiste volver a Marruecos para quedarte a vivir? 
Como expliqué en este post en el blog fueron un conjunto de señales las que me dijeron que tenía que irme a Marruecos. En Inglaterra no estaba bien, no estaba aprendiendo inglés, no estaba ahorrando dinero, no estaba conociendo gente que quería conocer… Me faltaba calor humano y dosis de realidad. Además, sabía perfectamente que no es lo mismo estar de vacaciones en un lugar que vivir en él y quise comprobar cómo era el día a día en el Magreb. Contacté con una familia marroquí que quería que sus hijos aprendieran español y pensé que era la mejor manera de meterme de lleno en el país, en el Marruecos que aún no conocía.


- ¿Crees que la cultura y la tradición tienen algún parecido con las de España?
Muchísimas cosas en común, especialmente con el sur de España. He comentado muchas veces que mi familia materna es extremeña y para mí viajar a Marruecos fue como viajar de nuevo al pueblo de mis abuelos, a mi infancia. A los juegos en la calle, el panadero y el frutero viniendo a gritos y en furgoneta a vender sus productos, las puertas de casa literal y metafóricamente abiertas, la comida, el clima… No sé. En Europa nunca sentí que estaba en casa, y en Marruecos es la sensación que suelo tener.

- ¿Consideras que se les da más seguridad a los turistas que a los propios habitantes del país? Si es así, ¿puedes contar alguna anécdota que te haya pasado relacionada con esto?
Totalmente. En Marruecos se cuida y protege más al turista que al local. Hay policía secreta por todas partes, especialmente en zonas turísticas. Recuerdo una tarde en Marrakech, en la zona del zoco, hubo una discusión entre un comerciante y un turista de habla inglesa. Aunque me lo puedo imaginar, no sé exactamente porqué empezó la trifulca pero, en un momento dado, el comerciante le dijo al turista, en un perfecto inglés: Fuck you! Como suele ocurrir en estos casos, de la nada aparecieron dos policías de paisano y se llevaron detenido al joven. Después supimos que había pasado dos noches en el calabozo por su atrevimiento. Mucho me temo que si la situación hubiera sido la contraria, ningún policía habría visto nada.

- ¿Qué piensas sobre la corrupción policial y el soborno? ¿Has vivido alguna situación en la que hayas tenido que sobornar, tú o algún amigo, a algún policía?
Es una de las grandes lacras del país ya que, el que se supone que tiene que velar por ti y protegerte, es el que te engaña y te estafa. Aunque queda mucho por hacer, afortunadamente cada vez se denuncian más este tipo de abusos (muchos de ellos con imágenes) y quiero creer que, aunque sólo sea porque no les pillen, más de uno empezará a pensárselo dos veces antes de abusar de su poder. Personalmente, por suerte, nunca he dado ni un solo dirham a la policía marroquí. Pero sí conozco casos, evidentemente, de amigos que han tenido que pagar al policía de turno por ir sin cinturón cuando en la moto de delante van 3 y en el coche de atrás van 7, por aparcar en un sitio en el que nadie ha pagado por aparcar, por haber sobrepasado unos límites de velocidad que el guardia, y no un radar, dice que has sobrepasado…


 - En Occidente hay una cierta visión, un tanto negativa, sobre la mujer en los países musulmanes ¿Cuál fue tu experiencia como mujer? ¿Te obligaron a ponerte cierta vestimenta? ¿Piensas que las mujeres musulmanas en Marruecos corren más peligro si salen solas? 
Si bien es cierto que nadie te obliga a nada, el sentido común te lleva a saber qué prendas son apropiadas y cuáles no. No creo que una musulmana corra más peligro que una no-musulmana; en Marruecos el acoso a la mujer en la calle es una evidencia y mucho me temo que ese tipo de hombres no entiende ni de religiones, ni de vestimentas, ni de respeto. No hacen distinción.

-¿Qué piensas sobre los derechos de los ricos y los pobres, según lo que viviste allí?
Hay dos Marruecos claramente diferenciados; el de los ricos y el de la mayoría. Ser marroquí y pobre en Marruecos no es nada fácil. Sin embargo, ser rico en Marruecos es, cuanto menos, maravilloso. Dictadura para uno y paraíso para otros.

-¿Fue una experiencia buena? ¿Volverías a ir? ¿Por qué?
Buena no, buenísima. Aprendí mucho, disfruté de lo lindo, comí de lujo, conocí gente maravillosa, aproveché el buen clima todo lo que pude y más… Aún no se cuándo pero sé que volveré para quedarme. Como titulé mi libro/recopilación de todos mis escritos sobre el país: “De Marruecos al cielo (Inchallah)”.

9 de noviembre de 2016

AL CALOR DEL HOGAR

Durante el tiempo que viví en Barbastro (Huesca) iba a menudo a Galdakao (Bilbao) por motivos de trabajo. Para el que no lo sepa, "ir de puesta en marcha" para un ingeniero es, básicamente, marchar a una ciudad (a veces de otro país y de otro continente) durante días, semanas, meses... a poner a punto una máquina mientras vives en un hotel y trabajas más horas de las que trabajas en tu puesto de trabajo habitual. En el peor de los casos, que era el mío, vas tú solo. Sin otros compañeros de trabajo. Zigor y Fouzia viven allí y siguen mi blog desde hace mucho tiempo. Cuando se enteraron de que estaría por la ciudad quisieron conocerme y, a mí que me gusta mucho una quedada, no pude decir que no. Los visité en varias ocasiones; me acogieron en su casa, me enseñaron zonas de Bilbao que no conocía como el famoso barrio San Francisco, cenábamos juntos... Era como si los conociera desde hacía mucho tiempo.



Una de aquellas veces, para mi desgracia, pillé una de esas gastroenteritis que hacen que pases, literalmente, toda la noche en el baño y, en vez de ir a trabajar, acabé en Urgencias. Después de subir aquella cuesta que me pareció eterna, hasta el hombre del mostrador del hospital se quedó en shock al ver mi lamentable aspecto. "Espera, espera que te traigo una silla de ruedas". Para mi sorpresa, mientras Fouzia trabajaba, Zigor vino a verme al hospital sin avisar. Y cuando salí, mientras Zigor trabajaba, Fouzia me cuidó como una madre pero teniendo mi edad. En vez de pasar mi pena sola en la habitación de un hotel de una ciudad "desconocida", la pasé con ellos. Con siestas con manta en el sofá y hasta el gato dando mimos. Con cremosos purés de calabaza, limonadas naturales, tés morunos, pastas marroquíes y bizcochos de chocolate que la rabatía hacía. En un hogar, que es donde mejor se pasan las penas. Y no solo eso sino que, cuando me fui, lo hice con tuppers de maravillosos briwat de pollo bajo el brazo. ¡Briwat de pollo caseros! ¡Briwat de pollo caseros con ese saborcillo que le dan los condimentos! Y, por si alguien aún no se había dado cuenta, a mí se me conquista por el estómago.



Y algunos aún creen que yo me levanto cada mañana con ganas de hundir Marruecos con mis superpoderes mágicos... ¡Muy, muy tonta tendría que ser para morder la mano de quien me cuida y me da tan bien de comer! <3 p="">
Zigor, Fouzia... gracias por tanto a cambio de nada.
¡Nos vemos muy pronto! :D (Inchallah)

16 de septiembre de 2016

Y... ¿PARA QUÉ ESTÁS EN INGLATERRA?

Tenía 22 años, carnet de coche, carrera de ingeniera terminada y, supuestamente, buen nivel de inglés. Lo suficiente para que la sociedad confirme que vas por el buen camino. ¿Ya me puedo ir? Era, pues, el momento de hacer lo que llevaba años rondándome la cabeza. Marcharme un año fuera. A vivir, con todas las letras. Era libre, no tenía nada que perder y podía haber elegido entre millones de destinos. Pero me decanté por Londres. Me dejé llevar por la inercia y, aunque aquellos meses en Inglaterra no crecí nada, a día de hoy estoy convencida de que si no hubiera pasado por allí ahora no sería quien soy. Como ya he contado alguna vez, vivía con una familia de madre inglesa y padre francés. Trabajaba como au-pair haciendo cosas de casa, llevando al niño al colegio cuando hacía falta, cocinando muy de vez en cuando... Y los fines de semana, siempre que podía, trabajaba como babysitter en casas que no eran la mía. Podría traducirse como niñera pero, en algunas ocasiones, no llegué ni a ver los niños. El trabajo más cómodo que he hecho en mi vida y, además, bien pagado. Llegaba a las 8 de la tarde aproximadamente, cuando los críos ya llevaban un buen rato durmiendo, y me marchaba sobre las 2 de la mañana cuando los padres volvían de su cena, fiesta or whatever. Un chollo, vaya.


Parece que me invento las condiciones meteorológicas siempre que hablo de Inglaterra para darle más drama al asunto, pero es cierto. Aquella noche de Diciembre de 2012 llovía a mares y la niebla no te dejaba ver casi ni por dónde caminabas. No había nadie por la calle a esas horas intempestivas de la tarde y, caminando, llegué a mi destino. Abrí la verja de la casa y siguiendo el caminito, me dirigí hasta la puerta. Me abrió una mujer que no podía ser otra cosa que inglesa, pero de eso me di cuenta más tarde. Detrás de ella estaba él. El hombre. El mismísimo Hassan II de Marruecos (padre del actual monarca Mohamed VI). En pintura, claro. ¡Dios me libre! Un enorme cuadro de Hassan II me daba la bienvenida al que, por unas horas, iba a ser mi hogar. Había estado varias veces en Marruecos y sabía bien quién era el señor de aquel cuadro. Perdón por lo de señor. No recordaba haber visto nunca uno en el Magreb así que encontrármelo de frente y en pleno Londres fue muy chocante. Pensé, la cosa se pone interesante.


Hice como que no había visto nada y, después de las presentaciones y de las instrucciones básicas, la pareja se fue de cena. Con mi DVD de la serie Prison Break en la mano, me dirigí al salón y cuál fue mi sorpresa que el mueble blanco de la televisión - que ocupaba toda la pared - estaba lleno de libros de Marruecos. De historia, de decoración, de fotografías, de rutas, de viajes... Lleno. De todo. La mayor biblioteca del Magreb en la que he estado en mi vida. Dejé a mi queridísimo Michael Scofield tirado en el sofá y me pasé la noche cotilleando. Cogiendo y dejando. Devorando libros. Así pasé más de 6 horas hasta que, de madrugada, volvió el matrimonio con el típico pedo inglés. Tal cual os los podáis imaginar. Tal cual. Aún a riesgo de parece poco polite, no me pude callar y les pregunté directamente que a qué se debía todo aquello. Me contaron que durante 10 años habían vivido en Marrakech. Tenían un riad en la ciudad pero nació su bebé y consideraron que era más oportuno criarlo y educarlo en su país de origen. Decidieron vender el hotel y volver a casa, pero la pasión y el cariño con el que hablaban del país africano era genial. Como no podía ser de otra forma, yo también me vine arriba y, después de un rato compartiendo ilusiones, el padre de aquella familia me preguntó: "Y si sabes que en Marruecos estás feliz... ¿para qué estás en Inglaterra?"

Os juro que escuché el grillo ese que suena en las películas cuando nadie quiere dar la cara. Cri, cri... Cri, cri... Piensa, Carlota. Piensa. ¿Por qué estás aquí? Vamos, algo tiene que haber. ¿Por qué? Eo, eo, eo. ¿Hay alguien ahí, pelirroja? I don't know, le dije finalmente. No sé, para aprender inglés. Soné tan convincente como una piedra y el hombre me contestó: Come on, inglés ya sabes y lo puedes aprender en cualquier sitio... Tierra llamando a Carlota, ¿me recibes? ¿Por qué sigues aquí?, volvió a repetir. Ya, no sé... 


Maldita sea. Llevaba meses viviendo allí, acostándome algunas noches llorando sin saber muy bien porqué, y no había sido capaz de hacerme esa pregunta. Seguramente por eso, porque no tenía respuesta. Pero sabía muy bien que cuando realmente deseas algo, cuando lo quieres de verdad, el mundo entero conspira para que lo consigas. Y me fui. Me fui a casa corriendo, sin importarme demasiado llegar empapada por ir saltando de charco en charco. Sin cambiarme de ropa, encendí el ordenador y, en la misma web en la que había encontrado a mi familia inglesa, busqué alguna familia marroquí que me pudiera necesitar. Puse "Marruecos" directamente en el filtro y voilà! ¡Tres familias buscaban chica! Dos de ellas, a una francesa. Shit! Y, la otra, a una española. ¡Encima sólo querían que enseñara español a sus dos hijos! ¿Qué más podía pedir? La vida es corta y la suerte es lenta, así que les escribí aquel viernes de madrugada, adjuntándoles en el mensaje el link de mi post "Cosas que he aprendido en Marruecos", y me contestaron el domingo después de comer. Por la tarde, mientras trabaja en otra casa, hice un Skype con ellos y... ¿me creéis si os digo que ese mismo martes ya tenía mi vuelo a Rabat? 

Mi última noche en Londres la pasé entre lágrimas, pero esta vez sí sabía porqué lloraba. De emoción. De ilusión. De ganas. De alegría. De vida. De pura energía. Dejé todo lo que tenía allí, que era nada, y aposté por lo que me hacía feliz. Quise escribir yo el guión de mi historia porque dejar que lo escriban otros es una muerte anunciada. Escuché a mi intuición, fui donde me llevó el corazón y la vida acabó dándome la razón. Ya lo dice Keny Arkana, la verdad está en ti y vale  mucho más que todo lo establecido. No sé cuántas veces he escuchado ya eso de que fui muy valiente por irme a vivir Marruecos. ¿Valiente? ¿Valiente de qué? Valiente es ser consciente de los riesgos y asumirlos. Valiente hubiera sido quedarme en un lugar que me estaba consumiendo sin saberlo. En una ciudad en la que no era capaz de ser yo. ¿Qué riesgo iba a correr en África? ¿Dejarme el corazón allí? Joder, a buenas horas...

13 de septiembre de 2016

DE MARRUECOS A IRÁN, PASANDO POR EL BLOG

Ella es Cristina​, entre mujeres afganas a las que conocimos en nuestro viaje a Irán. Hace más de un año y medio Cris iba a emprender un viaje en solitario por Marruecos y, navegando por Internet, dio con mi blog. Me escribió para pedirme consejos y, además, compró mi librillo de "Apuntes de dariya para principiantes". Apenas llevaba unas horas en Rabat, la primera ciudad que visitaría en el Magreb, cuando me escribió un email. Una foto suya en el precioso barrio de Oudayas, por el que tantas veces yo me perdía, acompañaba a unas sinceras palabras llenas de agradecimiento, ilusión y alegría. Por su manera de expresarse, supe que era de las mías y no pude evitar decirle lo que ella ya sabía. "Deja que el Magreb te sacuda el alma y la vida". Eso fue lo último que hablé con ella. Hasta que el pasado 3 de Abril volvió a escribirme. "¡Hola, Carlota! Voy a viajar a Irán en unos días, por libre y en solitario, y he pensado que igual te interesaría. Casi todo el mundo piensa que estoy loca pero sé que hay personas como tú que pueden llegar a entenderlo. Un abrazo". Y no hizo falta decir nada más. En apenas dos semanas estábamos rumbo a Oriente, ella desde Barcelona y yo desde Bilbao. La conocí haciendo escala en el aeropuerto de Estambul (Turquía) y me despedí de ella, de madrugada y con gran emoción, en el aeropuerto de Teherán (Irán). Cris. Un regalo del destino, una de tantas loterías que me han tocado en la vida. Un ejemplo claro de que el mundo es de los valientes y de que sólo el que arriesga, gana. Un viaje único y divertidísimo, de la mano de la serenidad y el saber hacer hecho mujer. Una mujer que te devuelve la fe en la humanidad y te recuerda que no se puede vivir la vida a medias, porque el mundo ya va servido de mediocridad. Una experiencia inolvidable que nació aquí, en un espacio virtual llamado "no es nada personal". Ya ves tú, qué ironía más genial.

29 de junio de 2016

PERO... ¿POR QUÉ TE GUSTA TANTO MARRUECOS?

Sólo hay dos tipos de personas en el mundo; las que están enganchadas a Marruecos y las que no. Y, a menudo, las del segundo grupo plantean preguntas que no siempre es fácil contestar. Cuestiones tan trascendentales como "Pero... ¿por qué te gusta tanto Marruecos?". 

“No tengo ni la más remota idea de qué coño hablaban aquellas chicas y lo cierto es que no quiero saberlo. Las cosas buenas no hace falta entenderlas. Supongo que hablaban sobre algo tan hermoso que no podía expresarse con palabras y que, precisamente por eso, te hacía palpitar el corazón. Os aseguro que esas voces te elevaban más alto y más lejos de lo que nadie viviendo en un lugar tan gris pudiera soñar. Fue como si un hermoso pájaro hubiese entrado en nuestra monótona jaula y hubiese disuelto aquellos muros y por unos breves instantes hasta el último hombre se sintió libre.”


Efectivamente, no es fácil hablar de las cosas que te tocan el corazón. Nadie nos ha enseñado a hacerlo. Pero, ya que lo preguntas, te diré que me apasiona Marruecos porque...

1. Porque, como dice la canción, quiero acción y aquí no pasa casi nada.

Marruecos es una bomba para los sentidos y la cantidad de estímulos diarios que recibes hace que te sientas vivo. Hace que tengas que estar muy despierto para gestionar todo lo que el país te ofrece. Pura interacción. Pura acción-reacción. Cualquier día os va a pasar algo, nos dicen cuando volvemos por enésima vez. Pues por eso, joder. Por eso volvemos. Porque siempre pasan cosas, porque fluye (¡y de qué manera!). En múltiples escapadas por Europa hemos disfrutado de lo lindo de todo lo que viajar supone pero nunca hemos llenado la mochila de anécdotas como en el Magreb. Ni buscándolas, ni provocándolas. Jamás. Los momentos que nos regala el país africano, gracias a la inevitable improvisación, son únicos y no vemos el momento de bajar a vivirlos de nuevo. De cruzar el Estrecho para meternos ese chute de vida que tanto bien nos hace.


2. Porque la gente me mira a los ojos cuando me habla.

Y no sólo eso sino que me saluda cuando me ve y se despide cuando se va. (¡Mira tú si me conformo con poco!) Leyes básicas de convivencia que en algunos lugares parecen ya prohibidas. La gente en Marruecos no se corta; si les molesta lo dicen y si les gusta también. La gente se muestra, se expresa, se expone. No soporto a los que tienen la misma cara trabajando que de vacaciones. La misma actitud mosqueados que tranquilos. La misma expresión en el médico y en el bar. La misma sonrisa enamorados que amargados. En Marruecos si se enfadan, se enfadan. Y si se alegran, se alegran. Si quieren, quieren. Y si odian, odian. Si trabajan, trabajan al Sol en pleno Ramadán veraniego. Y si descansan... Si descansan descubres una nueva dimensión de la vida contemplativa. Con pasión, con intensidad. ¡Con actitud! No les gustan las medias tintas porque saben que, a la larga, siempre se acaban borrando. Van con todo o no van. Por eso, como se suele decir, a los marroquíes se les ve venir. Y me llena de energía que sea así.

3. Porque Marruecos es sinónimo de luz, de Sol. Y yo, de rezarle a algo, le rezaría al Sol.


4. Porque me encanta comer bien.

Y la vida en la calle, y el respeto a los mayores, y las sonrisas sinceras, y las muestras de cariño, y la espontaneidad... Como conté en la entrevista para la revista "La Senda de los Elefantes", mi pasión por Marruecos es difícil de explicar pero sé que desde que pisé el país por primera vez y sentí esa magia, esa vida, esa autenticidad, esa manera de reír, esa humildad, esa emoción, esa evasión, esa cultura, esa simpatía, esa realidad, esa hospitalidad, esa caótica tranquilidad, esa empatía, esa sencillez, esa naturalidad, esa honestidad, ese desparpajo, esa alegría… ya no he vuelto a ser la misma.

5. Porque estar en Marruecos es estar en casa.

Y como en casa no se está en ningún sitio. El país me sienta tremendamente bien y, con sus cosas buenas y sus cosas malas, saca lo mejor de mí. Cuando estoy allí soy yo, sin filtros. No sé si es por la gente, por el ambiente, por la forma de vida... pero en ningún lugar siento tanta confianza para soltarme como lo hago en Marruecos. Creo que sólo hace falta ver mis fotos para darse cuenta de que estoy en mi salsa. O, como dice Eva, en mi charca. Sé que no es la más limpia ni la más tranquila, pero es la mía. En la que más agusto chapoteo. Y chapotear sin temor a salpicarse es, a día de hoy, lo más parecido que conozco a ser libre.

27 de marzo de 2016

LA MUJER MARROQUÍ, EL ORIGEN DEL BRILLO

Ella es Sofía, una joven española de 23 años que fue a Marruecos por primera vez en Julio del año pasado para hacer un mes de prácticas en un hospital de Rabat. Se enamoró tanto del país y de su gente que volvió a visitar el país este pasado mes de Febrero y ya está planeado su próxima escapada. ¡Esta es su historia!

"Al parecer somos muchas las mujeres que renacemos en Marruecos. En mi caso podría enumerar muchas razones; una de ellas es la fuerza que desprende la mujer marroquí. Como estudiante de medicina, he podido presenciar el momento de la vida de una mujer en el que probablemente sea más vulnerable, más poderosa y más mujer: el parto. Supongo que muchas de vosotras recordáis - o imagináis si todavía no sois madres -  la emoción de ese momento, la mirada de vuestra pareja o de un ser querido compartiendo vuestro terror ante el acto inminente de sacar a un ser vivo de vuestras entrañas. Tal vez recordéis también una gran lámpara en el techo, pijamas verdes, enfermeras abriendo paquetes de gasas estériles o preparando material quirúrgico. Y sobre todo, esos dos barrotes para poner las piernas que tanto incomodan pero tan útiles para empujar. Vuestra intimidad enmascarada por la tecnicidad del asunto, pero aun así respetada.

Bien, dejadme que os enseñe cómo es la sala de partos en un hospital público de la capital de Marruecos al que acuden diariamente tantísimas mujeres. Después de un mes de prácticas de Obstetricia en Rabat sólo puedo sentir admiración por todas ellas.


Más que una sala de partos es un paritorio porque igual que este se alinean otros 3 boxes contiguos en 3 pasillos diferentes lo que hace un total de 12 mujeres pariendo a la vez con la banda sonora correspondiente.

Imaginemos a Madame que está a puntito de ser madre. En su expresión vemos reflejada su lucha interna contra el dolor y el pánico. ¿Compañía? La de Dios, no se permiten acompañantes. ¿Analgesia? El alivio de estar purificando sus pecados, nada de epidural en la sanidad pública marroquí. Pero ella es fuerte y aguanta. Del otro lado tenemos al/la médico/a que la atiende revolviendo cajones en busca de guantes estériles que al levantar la vista y cruzarse con mi mirada de espanto me responde con un “on fait avec ce qu’on a” (nos apañamos con lo que tenemos). La suya también es una lucha constante de mucho mérito que merece ser recordada y de la que podríamos debatir durante horas.

Y por fin, con una entereza como la que sólo una mujer puede transmitir, agarrándose los tobillos y alternando entre zid zid y saaafi, Madame, exhausta, da a luz a su sexto hijo, por decir un número aproximativo. Es entonces cuando uno entiende que ese brillo en los ojos tan característico sólo puede venir de haber nacido empapados de la fuerza de sus madres.


Pero la historia no acaba aquí, porque al día siguiente de haberse ido a casa, justo el tiempo de ponerse manos a la obra, Madame vuelve al hospital con un plato de rfissa que ha cocinado para el equipo médico como agradecimiento. Y casi por inercia, todo el personal se acaba reuniendo para celebrar y compartir el manjar… porque al final la vida está hecha para celebrarlo todo y no quejarse de nada, y ellos lo saben. Bsha!



Marruecos te hace vibrar porque te reconecta con la esencia de la existencia humana, haciéndote olvidar todos los accesorios que has ido añadiendo a tu vida y que te has empeñado en convertir en necesidades. Y así, sin preaviso, te tatúa una sonrisa y te cambia la vida para siempre".


Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.

22 de febrero de 2016

AHÍ ES DONDE OCURRE LA MAGIA

Ella es Anabel, del blog "Azul Bereber". Su primer viaje a Marruecos fue el punto de partida para descubrir que otro modo de vida es posible y para aprender a caminar a otro ritmo, más pleno y más consciente. Marruecos despertó sus sentidos y le ha hecho evolucionar hasta un maravilloso punto de no retorno.


"¿Dónde vas? ¿A Marruecos? ¿Tú sola? ¿Estás loca? Esta fue la canción que escuché durante el mes previo a mi viaje a Marruecos (aunque en mi cabeza ya sonaba esta otra). Con el relato de hoy quiero compartir contigo la maravillosa experiencia que viví en Marruecos viajando sola. Viajar sola no significa estar sola. De hecho, para mí fue todo lo contrario.

Recorrí más de 500 kilómetros desde Marrakech hasta el desierto de Erg Chebbi. Aquel viaje apenas duró 10 días, pero sentía que había pasado en Marruecos toda una vida. Me sentía en casa, tenía una extraña sensación de hogar. Me despertaba con el canto de los pájaros, desayunaba tortitas con miel bajo el cielo azul de Marruecos, bebía té a todas horas mientras escuchaba historias… La vida transcurría a otro ritmo.
 

La mejor lección de vida me la dieron estas niñas. Ellas viven en un poblado bereber cerca de Khamlia. Tienen muchas carencias materiales pero os aseguro que su alegría es contagiosa. Viven con intensidad el presente. Agradecen cada sonrisa, cada gesto, cada abrazo de tal forma que hacen que te preguntas lo que realmente importa. Sacuden de manera irreversible tu escala de principios de pies a cabeza. En medio de la nada más absoluta, nada más conocernos, estas niñas me enseñaron más de lo que yo he podido aprender en treinta años. Ojalá no lo olvide nunca. Inshallah!

Me olvidé del reloj y disfrute del tiempo. Tengo la sensación de que allí se multiplica por dos. Me dejé llevar, sin prejuicios, sin expectativas. Me atreví a salir de mi zona de confort y ahí, justo ahí, es donde ocurre la magia. Conocí personas increíbles, me sentí en casa. Compartí sin quererlo momentos inolvidables de otras vidas. Un suspiro de vida que me ha calado hasta los huesos.




Gracias a Alicia y Kada - de Tour por Marruecos - por ser parte de un sueño y por enseñarme Marruecos a través de vuestras miradas. Nunca lo olvidaré.


Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.

8 de febrero de 2016

JAMÁS HABÍA SENTIDO ALGO IGUAL EN NINGÚN OTRO LUGAR

Ella es Nuria, una joven de Granada que con tan sólo 17 años decidió que quería estudiar Filología Árabe. Jamás había estado en un país con población árabe, no conocía a ningún marroquí y apenas sabía nada de su cultura pero ese amor platónico y aparentemente infundamentado le ha llevado, no sólo a viajar al Magreb en varias ocasiones, sino a vivir en Fez durante 6 meses.

"Ya llevaba unos años estudiando la cultura y el idioma pero aún no había estado en un ningún país árabe así que me decidí por el más cercano y me apunté a un voluntariado de actividades de verano. Como cualquier occidental cargada de estereotipos, reconozco que me daba miedo emprender sola esta aventura. Así que lié a mi mejor amiga para que me acompañase y en menos de un mes ya teníamos nuestro billete Almería -Nador en ferry para vivir la que se convertiría en una de las mejores experiencias de nuestras vidas. 
Era nuestro primer viaje a Marruecos y no queríamos visitar las ciudades más turísticas. Queríamos meternos hasta la cocina, como se suele decir. Queríamos vivirlo desde dentro y nuestro destino fue Errachidia. Fueron más de 15 horas de autobús en las que en la cara de mi amiga sólo podía leer: “¿En qué momento me has metido aquí? ¡Maldita la hora en la que te hice caso!”  
Las primeras horas pasaron con mucha ilusión y emoción pero se fueron desvaneciendo conforme las carreteras asfaltadas lo hacían también... Eran las 5 de la mañana cuando, por fin, llegamos a Errachidia. Bajamos del autobús y todo estaba oscuro. No entendíamos a nadie y todo lo que podíamos ver eran hombres a nuestro alrededor. Mentiría si dijera que no sentí respeto al pisar suelo marroquí. Sin saberlo, llegamos cargadas de prejuicios y de estereotipos que los medios de comunicación y la sociedad nos habían estado inculcando hasta ese momento. Pero todo ese miedo desapareció cuando entendimos dónde estábamos. La gente en el pueblo era amable con nosotras, todo el mundo se ofrecía a ayudarnos cuando nos veían un poco perdidas sin esperar nada a cambio. Quizá fue esa una de las cosas que más me costó entender; mi mente occidental no asimilaba que aquella gente me tendiera una mano siempre que lo necesitaba a cambio de nada.  
Apenas habían pasado unas horas y sentía que llevaba viviendo en Marruecos toda mi vida. Jamás había sentido algo similar en ningún otro lugar. Paseábamos por la medina a cualquier hora, dormíamos mirando las estrellas en el patio del colegio, despertábamos con el canto de los gallos, desayunábamos msmen con quesitos acompañado de té, nos duchábamos con un hilo de agua y hacía mis necesidades en un agujero en el suelo. Pero no me importaba. Tampoco que fuese Ramadán y casi ayunásemos porque todo estaba cerrado. Sólo me importaban ellos, los niños llenos de alegría, con ganas de abrazos, de saltar, de reír... Y la energía de un niño marroquí os juro que se contagia. ¡Ay! Recuerdo a mis niñas tan dispuestas, con ese carácter tremendo... Pequeñas mujercitas. 
 
Se suponía que habíamos viajado a Errachidia a ayudar pero si algo tengo claro es que, aunque suene a tópico, aquellas personas con las que convivíamos me daban mucho más de lo que jamás podría darle yo a ellos. Muchos vivían en poblados, a las afueras de la ciudad, en casas sin techo... y su manera de sonreír me hacía replantearme y pararme a pensar en qué es lo que importa realmente. No tenían nada y me lo daban todo. Nunca había visto a gente con tanta vida, con tanta fuera. Y esa energía me la contagiaban... ¡y de qué manera! 
Me acuerdo de todos y cada uno de ellos. Me marcaron y dejaron en mi una huella ya imborrable. Disfruté de la gente, de sus comidas, de su rojo paisaje, de un té con las llamadas a la oración de fondo. Llegué a disfrutar incluso de los 48 grados. Aprendí que la “prisa mata” y olvidé. En Marruecos olvidé el tiempo, los problemas y, aunque suene demasiado bien, me dejé llevar... Porque el valor de las cosas no está en el tiempo que duren, si no en la intensidad con que suceden. Existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables y yo las encontré en ti, Marruecos.  
  
Gracias, Carlota, por dejarme aportar mi pequeño granito de arena en tu magnífico blog. Leerte me transporta directamente a Marruecos y tu manera de explicar las cosas me hace sentir que te conozco de toda la vida. De verdad, gracias".


Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.

4 de febrero de 2016

CUANDO TE ATRAPA LO HACE PARA SIEMPRE

Ella es Julia, una joven madrileña a la que le apasiona viajar, leer y la buena comida. Descubrió Marruecos mientras estaba en la Universidad y fue un amor a primera vista que no ha podido olvidar...


"Marruecos atrapa. Así de simple. No sabes cómo, no sabes por qué, pero cuando te quieres dar cuenta estás enamorada de ese país. De su gente, de su comida, de sus paisajes, de su variedad, de sus olores, de sus colores.

Llegas a Marruecos con ideas preconcebidas, con prejuicios, con todas esas imágenes de los peligros que acechan en las calles marroquíes, productos que nos venden los medios de desinformación. Pero al poco tiempo de llegar, cuando te saludan desde la puerta de una casa, cuando ves la sonrisa de los niños, cuando escuchas por primera vez la llamada de la mezquita, entonces te das cuenta de que lo mismo no tenías ni idea de qué es Marruecos.


Marruecos es un país donde los valores de la familia y la hospitalidad priman por encima de los valores individuales y del dinero. Donde compartir un té es un rito de unidad. Donde la gente esta tan dispuesta a comunicarse que el idioma nunca será una barrera. Marruecos es ese país donde puedes aprender que los más humildes son los más generosos. Es un país donde, y contra todo pronóstico, puedes saborear la libertad mucho mejor que en Europa.


Y aunque convivas solo unos días con la realidad marroquí ya es tarde para volver atrás. Porque Marruecos ya te habrá enganchado. Volverás a tu casa pero no verás el mundo como antes de ir a Marruecos. Y empezarás a preguntarte cuando será la próxima vez que vayas al país vecino. Tan cerca y tan desconocido. Tan desconocido y tan mágico. Tan mágico y tan cerca. 

Yo ya he ido dos veces. Primero diez días y después un mes. Y nunca dejo de pensar en cuando tendré la ocasión de volver al país de los sueños y las sonrisas. A un país que, a pesar de haber viajado por medio mundo, guardo en el corazón con un cariño muy especial. Y es que Marruecos atrapa. Y para siempre".


¡Sigue las aventuras de Julia por el mundo en su blog "Camino Salvaje"!



Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.

24 de enero de 2016

HASTA SIEMPRE, LEILA

Leila tenía 33 años, había nacido en Francia y era de origen marroquí. Desde hace años, era toda una revelación en el mundo de la fotografía. Una mujer capaz de retratar a personas invisibles a los ojos de la mayoría. Capaz de adentrarse en alguno de los peores conflictos del mundo para hacérnoslos llegar.


Hace unos días se encontraba en Uagadugú, la capital de Burkina Faso, tomando fotografías de mujeres trabajadoras, obligadas a casarse a la fuerza, para Amnistía Internacional. La pasada noche del viernes 15, estaba fuera del hotel Splendid, junto a su conductor Mahamadi, cuando varios hombres de Al-Qaeda hicieron estallar un coche bomba, secuestraron a más de 100 personas y abrieron fuego iniciando un intenso tiroteo que acabó con decenas de vidas. Mahamadi murió en el acto y Leila, aunque llegó con vida al hospital, falleció a los pocos días por las heridas causadas por los cinco balazos que recibió aquella noche.


Refugiados sirios en el Líbano

Una mujer fuerte, sensible, luchadora y especialmente comprometida. Una fotógrafa con un gran talento que agitaba conciencias y despertaba indignación a través de sus imágenes. Una joven alegre, carismática y generosa, llena de ambición y de ganas de hacer del mundo un lugar más amable.

Leila ya está enterrada en Marrakech, en el país que la vio crecer, pero su memoria estará presente en todas aquellas personas que valoraron, disfrutaron y se emocionaron con su capacidad para retratar de forma tan simple y tan compleja la diversidad ética y cultural de países como Marruecos. Una serie de fotografías, realizadas durante años, que todos los amantes del Magreb conocemos y que nos transportan directamente al lado de aquellas personas a las que Leila dio voz. 

Leila, han cerrado tus ojos. Pero tu luz, esa que nos abría paso en un mundo tan incomprensible, jamás se apagará. Vuela en paz, amiga.