Así fue como Munsa Farrés, una joven de 27 años de Barcelona, se enamoró no sólo del país, sino también de un marroquí.
"A veces intento recordar cómo me sentía, qué pensaba, cómo fueron los preparativos, los detalles previos al primer viaje que hice con cuatro amigas a Marruecos. Han pasado cuatro años desde entonces y no lo recuerdo con claridad. Quién me iba a decir a mí que aquel viaje sólo sería el principio de mi viaje y no unas vacaciones más. Cuando viajo a otro país suelo informarme, buscar, curiosear sobre el lugar al que iré… Me imagino que con Marruecos hice lo mismo, pero a día de hoy todavía sigo aprendiendo, recibiendo y disfrutando de él.Fue el verano del 2009, después de dos días en la ciudad, cuando decidimos ir hacia el sur. De camino ya empezaron las coincidencias con otras viajeras, las casualidades y las sorpresas que, sin saberlo, acabarían formando parte de mi futuro, de mi vida actual. Después de 3 días de tour por el desierto, seguimos viajando durante una semana más, pero todo volvió a su origen, y volvimos de nuevo al sur de Marruecos, sin plan y sin ruta, para disfrutar de los 4 últimos días de mi primer viaje (antes contaba las veces que iba bajando, ahora ya he perdido la cuenta).Llegué a Barcelona a finales de agosto y a los dos días ya me estaba comprando un billete para irme otra vez, sin pensármelo. Esa ha sido una de las decisiones mejor tomadas de mi vida, aunque muchos creen que fue una locura. Me dejé llevar por Marruecos, por aquella noche mágica entre dunas. Y por él. Por mi chico. Estoy contenta, feliz, enamorada y espero que así siga por mucho tiempo. Inch'allah. Me encanta y me sorprendo de todo lo que he aprendido, de los estereotipos y tabús que se han quebrado, de lo listillos que nos creemos a veces y de todo lo que nos queda aún por aprender. Sólo debemos abrir los ojos y sentirlo, de verdad que funciona.
Me enamoré de él, pero también de los colores, de los paisajes, de la comida, de su familia, de los niños y niñas capaces de crear juguetes y diversión con cualquier objeto, de las noches del desierto, de los olores, del gentío, del caos organizado en las ciudades y de la calma y tranquilidad de los pequeños barrios y pueblos. También de la capacidad de vivir y de disfrutar de la vida. Una vida que pasa sin que nos demos cuenta mientras nos preocupamos demasiado por gilipolleces que nos empequeñecen. Dejé de lado el qué dirán y ya me importa bien poco qué opina la gente de lo que hago o dejo de hacer. No es nada fácil ir contra lo “normal”, tampoco tener una relación a distancia. Cada uno lo ve diferente, pero lo importante es cómo lo vivamos y cómo lo sintamos él y yo. Son ya cuatro años a nuestras espaldas, con mis idas y venidas. Algunas apenas duran un fin de semana, otras varias semanas, pero siempre lo hago cargada de emoción. Y esas mariposas en el estómago cuando se abren las puertas del aeropuerto, que los malditos nervios no dejan que distinga caras… Ese sentimiento no lo cambio por nada. Igual que no cambio esas ganas y esa ilusión de que pronto sólo sea un viaje de ida. Un viaje sin retorno para poder continuar nuestra historia allí, en Marruecos. En un país que tanto nos ha enseñado y tanto nos ha dado…"
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una historia!)
Hola, soy Munsa!
ResponderEliminarGracias Carlota, por este espacio, por dejar compartir nuestras ilusiones y nuestros sueños! Que siga la historia...
Un abrazo!
Hola! Soy una española viviendo en Rabat concretamente, por lo que me gusta mucho leer tus posts sobre Marruecos. Darte la enhorabuena!
ResponderEliminarMe encanta, me encanta, me encanta.....
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