19 de noviembre de 2013

TESTIGOS PRESENCIALES

Ahora hablando en serio. Os sorprendería saber cuantísimas personas viven enamoradas de Marruecos, un país que sacude la vida de todo aquel que lo visita con la mente abierta y con ganas de ser mejor persona. Durante el tiempo que he pasado allí pude notar que casi la totalidad de esas personas son chicas. Muchas de ellas muy jóvenes. Chicas que, sin premeditación ni alevosía, se cruzan con Marruecos y una vez que lo hacen ya nada vuelve a ser igual. Y a través del blog he comprobado que es un fenómeno tan creciente como real. Obviamente, no soy la única que ha tenido la suerte de poder vivir todo esto y quiero que todos esos mails que me llegan no se queden sólo en mi bandeja de entrada o en mis mensajes de Facebook. Porque merecen ser escuchados. Por eso, empiezo hoy una nueva sección dedicada a mostrar algunos de los testimonios de todas esas mujeres (y algún hombre también) a las que este país les rompió los esquemas y de qué manera.

Este es el testimonio de Gina González, una española de 36 años, de Palma de Mallorca, que hasta hace poco tenía riad en la ciudad de Marrakech.

‘Me siento muy afortunada de haber pasado aquí los 3 últimos años de mi vida, de haber tomado la decisión de salir de mi zona de supuesto confort y lanzarme a vivir esta aventura. He aprendido muchísimo. Tanto, que ahora sé menos que antes. He desaprendido mis maneras de enlazar ideas, es decir, mi lógica. Me he tenido que alejar forzosamente de ella para comprender lo que ocurría a mi alrededor, y esa distancia me ha permitido ver qué parte de mí es mía y viajará conmigo allá donde yo vaya, y qué parte de mí es sólo la suma de las expectativas que mi entorno tiene sobre mí, acorde al lugar al que pertenezco, o en el que me encuentre. Me he sentido estúpida al recordar cómo desde nuestro etnocentrismo pensamos que la manera válida de hacer las cosas es la nuestra. Y he intentado reciclar ese sentimiento de estupidez y de soberbia ignorante en conocimiento y riqueza personal. Todos sabemos que un mismo fin se puede conseguir de diversas maneras, incluidas la nuestra. Saberlo, lo sabemos. Pero sólo cuando lo vives puedes integrar ese conocimiento. Que nunca se escarmienta en cabeza ajena, vamos.

Y hoy, si tuviera que elegir, volvería a confiar sin duda en la vida, en el impulso que me trajo hasta aquí. Todo lo que he vivido es lo que quería vivir, o lo que necesitaba vivir para aprender algo. No me suelo arrepentir de casi nada, y en este caso de lo único que me arrepiento es de no haber sabido amar a algunas personas como ellas necesitaban haber sido amadas. Marruecos está lleno de luz y de ganas. A veces son ganas de no hacer nada. Pero lo hacen con ganas. Y eso me gusta, me motiva esa intensidad. Hagas lo que hagas, hazlo con todo tu ser… y en esta esquina del mundo he encontrado algo que casa con ese mandato parental; esta gente le echa ganas a la VIDA. 
Estar fuera también te hace valorar muchísimo más lo que tienes en casa y de lo que tanto has renegado. La distancia te libera, y la libertad te puede sentar tan bien que no te importe, e incluso te apetezca volver tranquila y sosegadamente a tu celda inventada, en la que te sentías prisionero. La celda no existía, estaba sólo en mi interior. Ahora ya sé que cuando vuelva lo van a intentar, como antes, pero ya nadie puede venderme verdades absolutas. Ninguna presión puede servirme de excusa para seguir la corriente. Ya no.’

Si quieres que tu opinión también aparezca por aquí solo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.

2 comentarios:

  1. He visitado mucho Marruecos, porque vivo muy cerca, tan cerca que, a veces, hago la compra semanal allí. Conozco a la gente y las costumbres y estoy de acuerdo contigo.

    Me gusta esta nueva sección!

    Besos,

    N.

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  2. Puedo escribir mi testimonio en Portugués? :)

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