2 de diciembre de 2013

CÓMO SER PROFESOR Y NO MORIR EN EL INTENTO

Puestos a contar intimidades he de confesar que, aparte de la Educación Física (que nunca fue mi fuerte), en el colegio siempre tuve relativa facilidad para aprobar con nota la mayoría de las asignaturas. Mis preferidas eran siempre las de números, aunque sacaba más puntuación en las de letras. Por una razón muy clara; asimilar y procesar conceptos es muchísimo más complicado que aprenderlos y vomitarlos. En ese momento no sabía muy bien porqué, pero consideraba que aquellas asignaturas técnicas resultaban más útiles, más aplicables, más directas. Más prácticas, al fin y al cabo. Antes lo intuía, pero no lo sabía. Ahora ya lo sé y con toda certeza.

La educación es la ingeniería más complicada (‘qué mentira, es la aeronáutica’) y como tal ha terminado llamándome la atención. Algunas personas crecen con una vocación muy bien definida y en otros casos, como el mío, ésta ha aparecido o ha despertado hace relativamente poco. La educación es el arma más potente que tenemos para poder cambiarlo todo y mientras sigamos pendientes de la decoración de la casa y no de los cimientos de la misma, todo nuestro esfuerzo habrá sido en vano. Es evidente, pero si educamos a nuestros niños, no habrá que castigar a tantos hombres.
 

Estas ganas de cambiar la realidad y esa ilusión de poder formar parte de ello ha hecho que esté formándome académicamente para ser profe. Y cuando digo formándome, digo haciendo como que me formo. No porque yo quiera que así sea, sino porque no hay margen de maniobra. Así es como se hace y, actualmente, no existe la posibilidad de aprender a ser un buen profesor yendo a la Universidad. Es algo que he creído siempre, que una persona sin haber estudiado nada relacionado con la docencia puede ser tremendamente más capaz de enfrentarse a una clase que una que ha pasado media vida formándose para ello. No sólo en el ámbito de la educación, sino en muchos otros también. Y ahora ya no es sólo una opinión sino una realidad que confirmo cada día. (Pero el hecho de si la Universidad en España funciona como debería ya lo discutiremos otro día.)

Acudo continuamente a clases en las que se piensa una cosa, se dice otra y se hace la contraria. La falta de coherencia hace que me lleven los demonios. Clases en las que se da más importancia al nombre del concepto que al propio concepto. Se supone que se me forma e instruye para que sea capaz de enfrentarme a un aula llena de adolescentes. Y la persona que me lo dice no es capaz de captar ni la atención de personas adultas que han pagado por esa educación y que acuden a clase por voluntad propia. Se supone que se me forma para educar, en valores y en conocimientos, de forma dinámica. Y la persona que me lo dice está dos horas de reloj leyendo un Power Point. Que es una tontería, pero no.


Supuestamente se me está formando para ser una profesora que tenga autoridad en el aula y que inspire confianza y respeto. Y me lo dicen a las 7:25 de la tarde, cuando la clase ha empezado a las 7:00 y la gente sigue entrando en el aula, de risas, con el cafecito en la mano y pidiendo perdón en voz baja por haber preferido estar en la cafetería de charleta que escuchando a la que dice cómo imponer autoridad. Se me recomienda que aproveche bien el tiempo, pautando unos objetivos y unos horarios bien definidos para desarrollar mi futura clase. Mientras tanto, el profesor que imparte una asignatura de hora y media dice que saldremos siempre 20 minutos antes por no hacer un descanso en medio.

Se me pide que valore el trabajo que hagan mis alumnos mientras entrego trabajos y prácticas que se quedan en una bandeja de entrada y no están siendo corregidos. Y si lo están siendo nadie se está enterando. Se me pide que fomente el interés por mi asignatura, que por suerte es Tecnología, mientras se tolera que un buen grupo de personas se pase toda la clase charlando. Se me pide que exija disciplina en el aula, mientras se permite que media clase esté con el móvil en la mesa hablando por el Whatsapp, jugando al Trivial o consultando el Facebook. Y no sólo el móvil, sino con el portátil directamente.


Se supone que se me educa para explotar al máximo las capacidades de mis futuros alumnos. Y las personas que me lo dicen proponen que el examen de la asignatura se haga de la siguiente forma: los alumnos, durante el curso, escriben preguntas relacionadas con los temas dados en clase. Entre todos las van contestando, copiando de los apuntes, y las preguntas que caerán en el examen con sus respectivas respuestas, previamente habladas y evaluadas, serán sacadas de ahí.

¿A dónde queremos llegar si ni siquera el propio profesor insta a sus alumnos a leer el temario? Ya no digo estudiarlo, digo leerlo. Siempre se habla de lo peligroso que es exigir a una persona en general, y a un alumno en particular, algo que está muy por encima de sus capacidades. ¿Pero por qué nadie habla de que es tanto o más peligroso hacerlo muy por debajo de sus posibilidades? El primer caso es cierto que puede generar estrés y frustración, pero dentro de unos límites puede también fomentar el autoaprendizaje, el interés y las ganas de evolucionar. En el segundo caso, en cambio, lo único que se consigue fomentar es el aburrimiento, el pasotismo y la ley del mínimo esfuerzo como ley universal. Que nos gusta mucho una ley universal. Y la culpa no es del alumno, ojo. La culpa es del profesor que parece entrenar a diario para hacer todo lo contrario a lo que se debe. Lo raro y preocupante sería que el alumno, en esa preparación de examen apta para todos los públicos, eligiera las preguntas más largas y complejas del tema habiendo otras más cortas e intuitivas. Si no hay exigencia, ¿cómo va a haber respuesta? Y lo que es peor aún, si no hay acción, ¿cómo cojones va a haber reacción?


Todo el mundo parece ser consciente de que en este país la imagen que se tiene del sistema educativo y de los docentes es entre mala y muy mala. Y me da mucha pena tener que decir que, independientemente de lo que se diga o se haga fuera de ese campo, que obviamente influye en el desarrollo de la actividad, son los propios profesores, en muchos casos, los que han hecho de una profesión puramente vocacional, un continente que carece de todo contenido. Y es que si una persona no es capaz de predicar con el ejemplo, todo su discurso carece de sentido. 

Parece evidente que ser profesor no es tarea fácil, pero si ni ellos mismos respetan su labor, ¿quién la va a respetar entonces? Nunca creí que afirmaría esto pero todo lo que se aprende en un aula de ingeniería, aunque nada tenga que ver con esta ciencia, te capacita y prepara mucho más para la vida real que tanta palabrería y sinsentido. Habilidades y competencias que ya van contigo y que te das cuenta de que las tienes cuando ya hace tiempo que dejaste ese aula. Y los que habéis estado a los dos lados sabéis bien de lo que hablo. Siempre he sido muy crítica con el enorme desequilibrio que hay en las carreras técnicas a la hora de entrenar al límite la inteligencia académica dejando totalmente de lado la inteligencia emocional. Pero joder, al menos entrenábamos una de las dos...

5 comentarios:

  1. cuanto razon en tan pocas palabras :P lastima q los profesores no sean conscientes en su gran mayoria de esto.
    un saludo y animo con esos estudios :)

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  2. Es increible la sensación con la que muchos días te vas a casa, pensando que habrías estado mejor en ella, o por lo menos, haber aprovechado mejor el tiempo. Esta sensación, unida a los comentarios absurdos y opiniones personales, hacen que poco a poco, todo caiga por su propio peso.

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  3. Siempre he sido muy crítica con el enorme desequilibrio que hay en las carreras técnicas a la hora de entrenar al límite la inteligencia académica dejando totalmente de lado la inteligencia emocial. Pero joder, al menos entrenábamos una de las dos... bravisima!

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  4. Hola, Carlota!! Totalmente de acuerdo, y lo dice una que el año pasado se graduó en Maestro de Educación Primaria.

    Concretamente, lo que más nerviosa me ponía -me pone- a mí es el tema de las manifestaciones por una "educación pública, gratuita y de calidad". Me parece genial salir a manifestarse para exigir a los politicuchos lo que es nuestro, que no nos recorten a nosotros, a la pública, para pasarlo a las partidas de colegios concertados religiosos, que recorten en becas, y un largo etc. Pero lo que me toca las narices es el tema de la "calidad": si bien es cierto que, a mayor recursos destinados a la educación -tanto humanos, como materiales-, la calidad de ésta puede aumentar en cierta medida, no lo va a hacer por completo -al menos desde mi humilde punto de vista- si los propios maestros y profesores no cambian el chip y empiezan por hincar más los codos, eso que es muy fácil exigir al alumnado, pero que se complica cuando somos nosotros los que nos tenemos que aplicar el cuento. Es obvio que no hay que generalizar, pero yo sé de maestros que han ido a todas esas manifestaciones, llenándose la boca con la palabra "calidad" y luego de puertas de clase para adentro no mueven un dedo, lo que incluye ya no elaborar sus propias unidades didácticas, preparando los materiales, etc., sino ni prepararse tan siquiera las clases!! También he vivido hacer sugerencias a una maestra para cambiar la manera de abordar la Historia y ofrecerme para ayudarla a cambiar por completo ese tipo de enseñanza, basada en memorizar reinados que no aportan absolutamente nada a los niños en cuanto a un acercamiento al pensamiento histórico y la Historia -más que vomitarlo en el examen y sacar nota, obviamente-, y recibir por respuesta "ya, si te entiendo, y se debería cambiar... Pero este año ya no nos da tiempo, ya si eso para el curso que viene...". No, es que ya te digo yo que si te ha dado pereza empezar con el cambio este curso, no te lo vas a plantear ni de coña para el siguiente...

    En fin, así nos va. Y lo peor de todo, como bien has apuntado, es que nosotros mismos nos tiramos piedras a nuestro propio tejado, permitiendo perpetuar la idea generalizada en la sociedad de que ser maestro es un chollo porque tienes muchas vacaciones, es trabajo para toda la vida -en caso de ser funcionario, claro- y buen sueldo. El día en que nosotros mismos nos lo empecemos a currar, ese día, se nos tendrá tanto respeto como a aquellos cuando dicen que son médicos, y se nos reconocerá la labor realizada en la sociedad, hasta ese momento, seguiremos saliendo atontaos tanto del cole, como del instituto y de las universidades.

    Besitos!!

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  5. Cuanta razón, Carlota!! y que triste es a la vez q lo que digas sea tan real.. me ha encantado la frase de "... mientras sigamos pendientes de la decoración de la casa y no de los cimientos de la misma, todo nuestro esfuerzo habrá sido en vano. Es evidente, pero si educamos a nuestros niños, no habrá que castigar a tantos hombres", y és que es todo tan cierto! y tan cierto lo que leo sobre las clases... y lo dice alguien q está estudiando EDUCACIÓN SOCIAL en la UNIVERSIDAD. Y no sabes que triste y deprimente es encontrarte con ésto cmo si fuera el plato de cada dia!!

    Gracias, almenos q hay gente que lo ve y almenos, habla de ello y lo comparte! gracias! :*

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