"En la vida hay que decir y hacer lo justo, y si haciéndolo nos quedamos solos, es el precio a pagar por ser justos".
31 de diciembre de 2013
30 de diciembre de 2013
MARRAKECH, LO MÁS SOBREVALORADO DE MARRUECOS
Al menos para mí Marrakech es lo más sobrevalorado de Marruecos, sin lugar a dudas. Creo que no conozco a nadie que haya
viajado de turista al país vecino y no haya visitado esta ciudad. Es la ciudad marroquí que más vive del turismo, con diferencia. Uno de los destinos
por excelencia a nivel mundial. Pero no por ello es lo mejor que puedes encontrar en el moro. Ni muchísimo menos. A menudo, se convierte en la primera imagen que se lleva el extranjero del país vecino y, por desgracia, también la única.
Siento que Marrakech ha muerto de éxito, hoy en día la ciudad ya es mentira. Se les ha subido la fama a la cabeza y es una ciudad prepotente, irrespetuosa, agresiva, caótica, maleducada, intolerante y poco acogedora. Una ciudad que te trata como si le debieras algo. Y en aquellas zonas en las que hay extranjeros de visita mucho más. Una trampa para turistas que - especialmente en los últimos años - se ha llenado de gentuza. La gente viaja a esta ciudad con grandes expectativas y son demasiados los que se vuelven a casa sin haber visitado nada más, llevándose una imagen errónea de un país que poco tiene que ver con la ciudad roja. De hecho, sólo tienen una cosa en común; son lugares que o te encantan o los odias, pero nunca te dejarán indiferente.
Desde hace algún tiempo evito siempre que puedo las ciudades
turísticas, las ciudades plagadas de personas de paso. Y creo que es culpa de Marrakech. Me agobian muchos los
sitios así y esa es probablemente una de las razones por las que nunca volví a dejarme caer por allí. No es fácil sentirse cómodo en una jungla tan artificial. Aún así, creo que es uno de los lugares que todo el mundo debería
visitar antes de morir, especialmente de noche. Los atardeceres son sencillamente impresionantes. La Koutubia y la última llamada del día a la oración son mágicas...
Cuando, por fin, salimos de aquel agobio se nos acercó otro niño pidiendo dinero. No teníamos ninguna intención de hacerlo pero, ante la insistencia y para que se marchara, decidimos darle una moneda de un euro que no habíamos cambiado a dirhams. Volvimos a pecar de novatas. Al niño le hizo especial ilusión recibir algo 'europeo' y poco tardaron en venir otros dos chavales a reclamar lo que parecía que les debíamos. No teníamos más monedas y para que se fueran les dimos 10 dh (aproximadamente 1 euro en moneda marroquí). Lo miraron con desprecio mientras nos cogían del brazo, sin dejar de seguirnos, y dijeron que eso no lo querían, que querían euros igual que su amigo. Tuvimos que acercarnos hasta una tienda para que el dueño del local les gritara cuatro barbaridades y se marcharan.
Siento que Marrakech ha muerto de éxito, hoy en día la ciudad ya es mentira. Se les ha subido la fama a la cabeza y es una ciudad prepotente, irrespetuosa, agresiva, caótica, maleducada, intolerante y poco acogedora. Una ciudad que te trata como si le debieras algo. Y en aquellas zonas en las que hay extranjeros de visita mucho más. Una trampa para turistas que - especialmente en los últimos años - se ha llenado de gentuza. La gente viaja a esta ciudad con grandes expectativas y son demasiados los que se vuelven a casa sin haber visitado nada más, llevándose una imagen errónea de un país que poco tiene que ver con la ciudad roja. De hecho, sólo tienen una cosa en común; son lugares que o te encantan o los odias, pero nunca te dejarán indiferente.
Si hay alguna medina comparable de algún modo a la de
Marrakech, esa es la de Fez. Llenas de actividad, estímulos, olores, colores, sabores,
movimiento y locura. Es cierto que la de Fez impone mucho más respeto que cualquier
otra, pero porque es auténtica y está llena de tradición y realidad. Lo que ves
es lo que hay y nadie está intentando montar continuamente una escenita en la
que es espectador es siempre el turista. En Fez eres un actor secundario, un mero figurante, si es
que alguna vez llegas a ser algo. En Marrakech, sin embargo, eres el protagonista, el centro de
atención, el billete, la máquina de hacer dinero, la presa. El tonto de la
película.
El regateo forma parte de la vida diaria en Marruecos y
mientras en otras ciudades puede convertirse en todo un ritual lleno de gracia,
paciencia y arte, en Marrakech es un sálvese quien pueda que agota demasiado. En Marruecos si algo
vale 20, te dirán que vale 100. Pero con buen rollo y un poquito de
maña se puede llegar a un acuerdo en el que ambos salís ganando. Y si no, adiós y buena suerte. En Marrakech
no. En Marrakech si algo vale 20, te dirán 2500. Terminarás discutiendo y si no lo compras hay muchas probabilidades de que te vayas de allí
escuchando alguna palabra fea en tu idioma, para que te jodas. Por el contrario, si finalmente te lo vende pero
no al precio que él creía que iba a hacerlo, prácticamente te tira el regalito
a las manos.
Nunca he tenido una mala experiencia real en Marruecos, pero
sí he vivido algún episodio feo y casi todos han sido en Marrakech. En el resto
del país la gente te baila con las palabras, pero en la ciudad roja se busca la
bronca. Nunca he sido muy fan de meterme en los zocos de las ciudades marroquís
en plena hora punta, pero pecamos de novatas en aquella ocasión y lo hicimos.
Nunca había estado en un bullicio similar; humo, ruido, voces, tambores, motos,
música, turistas, locales. Aquello era un caos total y llegué a perder los
nervios dando un grito que no asustó a casi nadie. Fue esa tarde cuando,
por primera y última vez durante todo mi tiempo en Marruecos, alguien intentó
abrirnos la funda de la cámara. Y fue un renacuajo que dudo que
tuviera más de 6 años. Pero, por desgracia para él y para el que seguramente le dice que lo haga, las cosas no salieron como ellos esperaban.
Cuando, por fin, salimos de aquel agobio se nos acercó otro niño pidiendo dinero. No teníamos ninguna intención de hacerlo pero, ante la insistencia y para que se marchara, decidimos darle una moneda de un euro que no habíamos cambiado a dirhams. Volvimos a pecar de novatas. Al niño le hizo especial ilusión recibir algo 'europeo' y poco tardaron en venir otros dos chavales a reclamar lo que parecía que les debíamos. No teníamos más monedas y para que se fueran les dimos 10 dh (aproximadamente 1 euro en moneda marroquí). Lo miraron con desprecio mientras nos cogían del brazo, sin dejar de seguirnos, y dijeron que eso no lo querían, que querían euros igual que su amigo. Tuvimos que acercarnos hasta una tienda para que el dueño del local les gritara cuatro barbaridades y se marcharan.
A todo esto ya habíamos tenido que aguantar a las tatuadoras
de hena que, cuando te quieres dar cuenta, te están pintando la mano sin que tú quieras con uno de
sus maravillosos diseños. De los encantadores de serpientes y domadores de monos mejor ni hablamos, cobrando casi por la fuerza 20 euros por una foto con ellos y sus acompañantes...
Una de las noches habíamos paseado por la plaza Djemaa El
Fna, entre sus innumerables puestos de comida. A uno de los camareros le
debimos hacer gracia y una vez más, ante su insistencia, le dijimos que al día
siguiente iríamos a su puesto a cenar. Mañana, mañana. Puestos de comida en los que, hay que decir, se come peor y más caro que en cualquier otro lugar. Al día siguiente nos vio cenando en otro
de los puestos y nos dijo: ‘Españoles, hijos de puta.’ Y se quedó tan ancho el Fabriccio de los cojones.
O aquella última noche antes de coger el avión de vuelta a España a las 6 de la mañana. Teníamos que coger un taxi sobre las 4 de la madrugada para llegar al aeropuerto. Es bastante común avisar esa misma tarde a cualquier taxista para que te recoja en un punto concreto y te lleve a cambio de un plus, obviamente. Tuvimos mala suerte y dimos con el taxista más subnormal de todo el Maghreb. Nos dijo un precio que ríete tú del nivel de vida en Finlandia y, ante nuestra negativa, se vino arriba diciéndonos que quién nos creíamos que éramos para que él se levantará a las tantas de la mañana para llevarnos en su coche.
O aquella última noche antes de coger el avión de vuelta a España a las 6 de la mañana. Teníamos que coger un taxi sobre las 4 de la madrugada para llegar al aeropuerto. Es bastante común avisar esa misma tarde a cualquier taxista para que te recoja en un punto concreto y te lleve a cambio de un plus, obviamente. Tuvimos mala suerte y dimos con el taxista más subnormal de todo el Maghreb. Nos dijo un precio que ríete tú del nivel de vida en Finlandia y, ante nuestra negativa, se vino arriba diciéndonos que quién nos creíamos que éramos para que él se levantará a las tantas de la mañana para llevarnos en su coche.
Marrakech es un territorio muy hostil, un
lugar caótico pensado y diseñado para el turista. Para el bolsillo del turista, mejor dicho. Una puesta en escena para
sacar dinero hasta de debajo de las piedras. Un teatro responsable en gran medida de la terrible mala fama de Marruecos y de los marroquíes. Un circo que poco tiene que ver
con la hospitalidad, la amabilidad, la humildad y la honestidad que caracteriza a un país
tan humano y cercano.
27 de diciembre de 2013
¡NOS LO QUITAN DE LAS MANOS!
No sé si es el alcohol, las fiestas, los mazapanes o qué,
pero las visitas al blog se están multiplicando por momentos, así que esto hay
que celebrarlo.
Siempre invito a que todos aquellos que siguen
noesnadapersonal comenten, compartan y critiquen lo que leen. Los que
escribimos un blog sabemos lo importante que es comprobar que al otro lado de
la pantalla hay alguien interesado en lo que dices. Es común pensar eso de ¿pero esto le interesará a alguien más que a
mí? Y, aunque viendo el número de
visitas puedas intuir que sí, no hay nada como un comentario o un email para
seguir alimentando esas ganas por compartir algo tuyo que le pueda servir a los
demás.
Por eso hoy, para agradecer el apoyo y el cariño de toda esa
gente quiero hacer un sorteo. La envergadura del blog aún no es tan bestia como
para regalar una jaima en el desierto, con bereber incluído, o un viaje de
ida a Australia, con visado incluído, pero todo se andará. Por ahora, ya que es el primero que hago,
se tratará de algo muy sencillo. Pero ¿y la ilusión que hace recibir en casa algo gratis y porque sí, qué?
Ese 'algo' de lo que hablo es una de estas postales, elegida
por ti y dedicada. Además, todas ellas van acompañadas de un detalle de
procedencia marroquí. Y hasta ahí puedo leer. (Aviso que la mayoría de ellos
son para mujeres, pero si eres hombre no te hagas el remolón que siempre puedes
regalárselo a tu chica, a tu mami, a tu hermana, a tu prima o a llámaloX).
Habrá 2 ganadores y el plazo terminará el 7 de Enero de 2014. [Sorteo
sólo valido para España]
¿Qué hay que hacer para conseguirlo? ¡Muy sencillo, sólo 3
pasos!
- Hacer click en ‘Me gusta’ en nuestra página de Facebook.
- Publicar en tu muro esta entrada o alguna de tus favoritas.
- Escribir aquí un comentario poniendo el número de la postal elegida y tu nombre para poder encontrarte si eres el ganador.
¿Fácil, no? Así se las ponían a Fernando VII, así que no
tenéis excusa. ¡Ah, y no me seáis fulleros, que se comprobará que habéis cumplido los tres pasos! ¡Suerte, pichones!
26 de diciembre de 2013
VIAJAR ES MÁS CUESTIÓN DE CORAJE QUE DE DINERO
A la hora de viajar son tres las frases principales que la gente
suele decir para no mover el culo del sofá. Mientras que el ‘no tengo tiempo’,
principalmente por motivos laborales, suele ser una razón real, el ‘no tengo
pasta’ o ‘no tengo con quién ir’ son sólo excusas. Excusas baratas. Si
realmente quieres viajar hay mil maneras de autofinanciarse un viaje, lo único
que hace falta es creérselo.
Viajar casi nunca es cuestión de pasta, sino de coraje. Y aunque es cierto que algunas formas de vida son sólo aptas para unos pocos, otras muchas están al alcance de cualquiera. Os cuento tres de las que yo he utilizado y que tengo la certeza de que funcionan.
Karen y yo fuimos con el pequeño Félix a París, para llevarle
Disneyland. Nos pusimos en contacto con una familia budista francesa y fue una
experiencia genial. Teníamos que tener un poco más de cuidado que en otras
ocasiones porque viajábamos con un menor que estaba a nuestro cargo. Los
hoteles/hostales eran carísimos, aún compartiendo habitación, y la mayoría parecía ser un joyo. Así que decidimos probar el
couchsurfing y nos salió más que redondo. La familia era encantadora y la casa era
increíble; yo tenía una habitación en la que dormía con Félix, con baño enorme
para nosotros solos, y Karen otra habitación aparte con ordenador también para ella sola. Nos
preparaban el desayuno, la comida y la cena. Veíamos videoclips de música con
el proyector que tenían en el salón. Félix veía los Simpsons en francés como si
entendiera todo mientras nosotros veíamos la final de noséqué Mundial. Nos recomendaban sitios que visitar en París con el crío. Y el
día que fuimos a Disneyland hasta nos dieron dinero para comprarle cosas al
pequeño. Al principio nos dio palo cogerlo, pero no seré yo quien niegue 3
veces unos billetillos, como diría
él. Todo ello a pesar de que, sin querer, hicimos que el perro de la familia se comiera dos tabletas de chocolate enteras y hubiera que llevarle de inmiediato al veterinario, para no tener que lamentar una desgracia mayor. Era día festivo en Francia, sin demasiados veterinarios disponibles, y cundió un poco el pánico en casa pero Félix puso calma al decir que no se preocuparan, que ya lo cagaría.
Cuando vas a casa de alguien conviene tener claro que no vas a un hotel; si te están alojando hay una serie de normas no escritas que cualquiera con un poco de sentido común entiende. No es plan de llegar cada día a las tantas de la mañana, de tirarte 2 horas duchándote, de levantarte a las 3 de la tarde… Ya tú sabes. Es su casa y tú eres el arrimado.
El que quiere hacer algo siempre encuentra un motivo, el que no, siempre encuentra una excusa.
Viajar casi nunca es cuestión de pasta, sino de coraje. Y aunque es cierto que algunas formas de vida son sólo aptas para unos pocos, otras muchas están al alcance de cualquiera. Os cuento tres de las que yo he utilizado y que tengo la certeza de que funcionan.
La primera de ellas es el Blablacar. En Europa lleva año
siendo bastante popular y en España está empezando a crecer ahora, ¡y de qué manera!
Es una plataforma en Internet que pone en contacto a personas que viajan con su
coche y personas que quieren viajar. El que tiene el vehículo publica la fecha,
la hora, el lugar de origen y destino y el precio del viaje. Un precio casi
siempre más barato que el de un bus o un tren y que, en algunos casos, puede
reducirse si se consigue llenar el coche. Los conductores además publican su
teléfono de móvil, características de su coche (marca, color, foto, matrícula…) Además se pueden dejar
comentarios, tanto positivos como negativos, como conductor y como pasajero. Para algunos trayectos es
complicado encontrar un coche pero a los que llevamos años indignados, sin alternativa y con la vena hinchada, dando de comer a
ALSA con los casi 20 euros que vale sólo el viaje de ida Burgos-Madrid, el
Blablacar nos ha dado lo vida. Y es que raro es el día que no encuentras más de
20-30 coches que cubren el trayecto.
¿Ventajas? Muchísimas. El precio, el tiempo, la gente que conoces, las anécdotas, las historias que compartes… ¿Desventajas? Siempre está presente la posibilidad de que te vaya a pasar algo (como dice tu madre). Pero si algo nos tiene que pasar, nos va a pasar en cualquier sitio. O de que el conductor con el que has quedado llegue tarde o no llegue… Por eso me parece una buena práctica cuando se trata de un viaje más informal. Si tienes que llegar a tiempo a una cita, a una reunión, a un vuelo o lo que sea, yo me lo pensaría dos veces. Ahora que cada vez es mayor el número de personas que busca coches antes que buses, empiezan a oirse historias de que si a un coche le paró la policía y el conductor se escapó porque estaba en busca y captura, que si al llegar al destino la gente se baja sin pagar, que si la abuela fuma, que si tal, que si cual. Blablabá. Es cierto que pueden pasar esas cosas, pero también te puede partir un rayo de camino al súper. A mí suena más a ganas de asustar al personal y joder el negocio que a otra cosa. La gente que más lo usa es gente normal que va a viajar sí o sí y antes de hacer el viaje solo, prefiere quedar con otra gente para que el viaje le resulte más económico y más ameno. Nada más. Hay además una sección en la web 'sólo para mujeres' para aquellas a las que les da miedo/palo/vergüenza viajar con tíos.
¿Ventajas? Muchísimas. El precio, el tiempo, la gente que conoces, las anécdotas, las historias que compartes… ¿Desventajas? Siempre está presente la posibilidad de que te vaya a pasar algo (como dice tu madre). Pero si algo nos tiene que pasar, nos va a pasar en cualquier sitio. O de que el conductor con el que has quedado llegue tarde o no llegue… Por eso me parece una buena práctica cuando se trata de un viaje más informal. Si tienes que llegar a tiempo a una cita, a una reunión, a un vuelo o lo que sea, yo me lo pensaría dos veces. Ahora que cada vez es mayor el número de personas que busca coches antes que buses, empiezan a oirse historias de que si a un coche le paró la policía y el conductor se escapó porque estaba en busca y captura, que si al llegar al destino la gente se baja sin pagar, que si la abuela fuma, que si tal, que si cual. Blablabá. Es cierto que pueden pasar esas cosas, pero también te puede partir un rayo de camino al súper. A mí suena más a ganas de asustar al personal y joder el negocio que a otra cosa. La gente que más lo usa es gente normal que va a viajar sí o sí y antes de hacer el viaje solo, prefiere quedar con otra gente para que el viaje le resulte más económico y más ameno. Nada más. Hay además una sección en la web 'sólo para mujeres' para aquellas a las que les da miedo/palo/vergüenza viajar con tíos.
Otra de las formas que he utilizado alguna vez para viajar
más barato es el Couchsurfing. Algo sencillamente genial. Se utiliza para poner en
contacto a personas que están viajando por todo el mundo. A menudo es utilizado
simplemente para conocer gente que está en el mismo país o en la misma ciudad
que tú, para quedar, tomar un café o que te hagan de guía. Pero la aplicación
más bestia, y la más difícil de entender para la mayoría de españoles, es la
de contactar con gente en cualquier continente que te acoge en su casa. ¿A
cambio de qué? De nada. Hay gente increíble ahí fuera que tiene espacio libre en
su casa y, ya que en ese momento no pueden estar viajando, quieren acoger a otros
que sí lo están haciendo. Se busca conocer otra gente, otras culturas, otras
historias y compartir. Sobre todo compartir. Visitas por la ciudad, cenas,
cervezas… Lo que sea, pero en común. Lo habitual es quedarse una o dos noches,
pero en nuestro caso la aventura duró casi una semana.
Cuando vas a casa de alguien conviene tener claro que no vas a un hotel; si te están alojando hay una serie de normas no escritas que cualquiera con un poco de sentido común entiende. No es plan de llegar cada día a las tantas de la mañana, de tirarte 2 horas duchándote, de levantarte a las 3 de la tarde… Ya tú sabes. Es su casa y tú eres el arrimado.
Otra de las páginas que más populares se está haciendo en
España es la utilizada para trabajar de au-pair. En esa
página están registradas tanto familias que buscan gente, normalmente chicas,
como jóvenes que buscan una familia. Casi todas ofrecen alojamiento, comida y paga
semanal/mensual a cambio de X. Algunos hasta te pagan el vuelo. Cabe decir que no sólo existen familias en Inglaterra y en
Irlanda que buscan gente. Hay en muchos más países como Japón, Egipto, Australia,
Marruecos, Brasil, Tailandia o Emiratos Árabes en los que también hay familias, casi siempre muy ricas, locales y extranjeras, que quieren gente para
cuidar de sus granjas, para enseñar idiomas a sus retoños, para que se ocupe de
los animales de la casa, para que acompañes a sus hijos a los innumerables
viajes que hacen a lo largo del año o para cosas que ni te habías imaginado. Familias con las que vivir experiencias únicas. No todo el mundo busca una chacha que
lleve y recoja al niño del cole, friegue los platos, cocine, limpie, ponga la lavadora y haga la compra. ¡Palabra!
El que quiere hacer algo siempre encuentra un motivo, el que no, siempre encuentra una excusa.
22 de diciembre de 2013
DONDE APRENDÍ A SER YO MISMA
Ella es Inés, una valenciana de 23 años estudiante de Educación social. Se
adentró en Marruecos a través del voluntariado con su compañera y amiga Lidia.
"Desde que era pequeña siempre había pensando en Marruecos como ese lugar al que era imprescindible viajar, un destino en mi vida. Y por fin llegó ese momento. Vi mi oportunidad de realizar mi sueño de viajar a Marruecos y no lo dudé ni instante. Quise que mi primera experiencia estuviera relacionada con el voluntariado, con ayudar, con ofrecer lo mejor de mí y, lo más importante, con aprender y recibir lo mejor de ellos.
Recuerdo aún esos nervios los días de antes de coger el vuelo, y lo primero que pensé al bajar de él: “¡qué he hecho, y dónde me he metido!”. Pero ese pensamiento duró muy poco, desapareció con el primer “Marhaba” y “yallah yallah”. No se me olvidará nunca el momento en que entré por la puerta del Campamento del pueblo que cambió mi forma de ver el mundo, Hassilabied. Al ver las jaimas me invadió un sentimiento de alegría que me acompañaría desde ese instante hasta el momento que tuve que decir adiós.
Fue en aquel pequeño pueblecito de Marruecos donde aprendí a vivir con muy poco, a disfrutar de los pequeños momentos y de la vida en general. Aprendí que el tiempo no importa, ni la edad, ni el dinero… sólo importa ser tú mismo y ser feliz. Ese mes me invadió la tranquilidad. Las vistas que teníamos y el paisaje que nos rodeaba nos dejaba con la boca abierta; ese color anaranjado de la arena en contraste con el cielo tan azul, ese cielo estrellado por la noche… Me hipnotizaba igual que la música y esa forma de tocar los “tambores”. Aprendí a divertirme de una forma muy diferente a la que estaba acostumbrada.
No puedo sacarme de la cabeza todo lo que viví allí. Cada momento, cada lugar en el que estuve, cada segundo que pasé rodeada de gente increíble. Cuando tuve que despedirme de este lugar que rompió todos mis esquemas, me sentí vacía y antes de marcharme ya estaba pensando el volver lo más pronto posible. Desde que dejé atrás todo eso, siempre intento volver para volver a sentirme VIVA, para volver a disfrutar de esos olores, de esos colores, de esa tranquilidad y de esa cultura.
Qué decir de este lugar… Simplemente que es un lugar mágico, un lugar distinto a todo lo demás. Un país en el que se te olvida el estrés, especialmente cuando ellos te dicen que la prisa mata. Un sitio en el que aprendes que se puede vivir con muy poco y ser más feliz que viviendo con mucho. Un lugar en el que te das cuenta de la visión tan equivocada que tenemos de ellos y lo especiales que son. Marruecos es, sencillamente, el lugar en el que me gustaría estar y donde aprendí a ser yo misma. Cuando vuelves de un lugar así, lo único en lo que piensas es en buscar vuelos para poder volver a sentir cómo te invade esa magia que allí se respira. En pocas palabras, Marruecos es un sitio tan especial que te engancha.
Como ya he dicho, era uno de mis destinos desde hace mucho tiempo… y después de visitarlo, tengo claro que lo seguirá siendo por mucho más tiempo."
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí solo tienes que
pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra
experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
20 de diciembre de 2013
NO ME CHILLES QUE NO TE VEO
Son muchas las preguntas que la gente suele hacerse antes de
viajar a Marruecos y una de las más básicas y sensatas es, sin duda, ¿en qué
idioma hablas con la gente? No diré que si realmente quieres que haya
comunicación el idioma va a quedar en un segundo plano, pero casi, casi.
Por otra parte, en la zona sur, especialmente en ciudades
más turísticas o importantes como Rabat, Casablanca o Marrakech, el francés es
el segundo idioma oficial. Está presente en muchísimos campos; desde las
administraciones públicas hasta la prensa escrita, pasando por el sistema
judicial, los negocios y la educación. En las escuelas públicas se
estudia el francés desde que son pequeños, pero el nivel está ahí ahí con el inglés que se aprende en España. Por el contrario, en las escuelas privadas
prácticamente no se habla en árabe. Una vez en la universidad se supone que
cada profesor tiene la libertad de impartir sus clases en el idioma que desee,
pero lo habitual es que se haga en francés, especialmente en las carreras más
técnicas.
Cuando llevas un tiempo viviendo en Marruecos es habitual tener que enfrentarse a una de las situaciones más cómicas que se viven en el moro. Estás en una cafetería, en una tienda o donde sea, y quieres poner en práctica tu nivel de darija con el camarero o el comerciante de turno. Con toda la ilusión del mundo y por educación, intentas comunicarte en su lengua. Ya no es sólo que quieras demostrar que tú también lo vales, es que a menudo te resulta más fácil hacerlo así. Lo más probable es que tengas más capacidad para entender a alguien hablando en francés que en árabe marroquí, pero a la hora de hablar tú la cosa cambia. Pones empeño y te esfuerzas en mimetizarte con el medio lo máximo posible, desplegando todas tus armas, mientras el marroquí hace lo mismo por mostrarte su nivel de francés. Se crea entonces una guerra de egos que no has buscado, pero que te lleva a una situación absurda en la que tienes muy poco margen de maniobra y de la que casi nunca puedes escapar porque nadie va a querer bajarse del guindo.
En el
moro se hablan varios idiomas y se entienden más aún, así que no hay de qué
preocuparse. Es un país que vive mucho del turismo y hay gran
cantidad de vendedores, taxistas, trabajadores de hotel… que tienen una facilidad increíble para aprender, sobre todo lo que les interesa, y aunque no dominan ninguna, saben
defenderse en una cantidad de lenguas que te dejan sin habla. Recuerdo un
hombre en Marrakech que, después de hablar con un grupo de gente en italiano, se dirigió a una pareja en catalán. Le preguntamos que
cómo así había aprendido esos idiomas y nos dijo: ‘porque es lo que hablan muchos de
mis clientes’. Tan simple y lógico como eso.
Se escuchan muchos idiomas en Marruecos, pero hay cuatro que predominan: el árabe marroquí, el amazigh (bereber), el francés y el español. Al contrario
de lo que la gente pueda pensar, no existe un único idioma árabe. No sólo existe el árabe clásico o fusha, sino que cada país tiene su
propio dialecto. Es cierto que en temas de religión, de política y en los
medios de comunicación se emplea a menudo el árabe clásico, pero en el día a
día, en las familias, en las cafeterías, en las tiendas, entre amigos… se habla
darija, el árabe marroquí. Además, los bereberes, un grupo de habitantes en Marruecos, presentes
en todo el norte de África, hablan su propia lengua con varios dialectos según
la zona en la que se encuentren.
Cuando viajamos a un país extranjero tenemos cierta
tendencia a intentar hacernos entender en inglés, pero en Marruecos eso no sirve. En la zona norte (Tánger, Tetuán y Chefchaouen)
se habla español perfectamente (y cuando digo perfectamente es perfectamente) y no hay problemas a la hora de comunicarse.
Se podría decir que España ha estado presente en esa zona, igual que en el Sáhara, hasta ayer. Y se nota un montón. Es curioso ver además como muchos marroquís lo han aprendido desde pequeños escuchando la radio española y
viendo TVE con programas de nuestra infancia que todos recordamos.
Pero el francés en Marruecos no es sólo un
idioma, ni muchísimo menos. El francés es un signo de distinción, una muestra de estatus
social, una prueba de nivel, un arma. Se utiliza para dividir a sus habitantes en dos
grandes grupos: los que saben francés y los que no. Los que son de la clase
media-alta y los que no. Lo domina sólo una pequeña parte de la población, pero
son los que más influencia política y económica tienen, tanto fuera como dentro
del país.
Es evidente que el conocimiento y dominio de varias lenguas
es algo genial, pero el asunto se vuelve un poco turbio cuando hay jóvenes
marroquís, pertenecientes siempre a esa clase alta, que sabe francés pero tiene
serias dificultades para expresarse en árabe. Qué ridículo, ¿no? O esos niños
que van al cole privado y sólo se comunican en francés, aún siendo marroquís que viven en Marruecos. Qué feo, ¿no? O esos adultos que te hablan en francés,
aunque saben que no es tu idioma, simplemente para demostrarte que ellos sí
saben. Porque ellos lo valen. Qué tontería, ¿no? Hay cierto rechazo hacia su lengua materna y algunos sienten recelo a la hora de emplearla, especialmente delante de cierta gente.
"Mientras que las fuerzas mundiales como Rusia intercalan el árabe en sus programas escolares con el objetivo de crear una generación capaz de hablar y comunicarse con los países árabes para mantener sus intereses económicos y estratégicos con estos países, nuestros irresponsables francófonos reniegan del árabe como si fuera una epidemia que ha contagiado a todos los autóctonos marroquíes, intentando desviarles de los verdaderos virus que no pueden ser más que estos irresponsables francófonos.
¿Por qué los que defienden darija marroquí suelen poner sus hijos en los institutos francófonos? ¿Por qué los que relacionan darija con la economía suelen ser lobbies internos y externos? Creo que las preguntas conllevan respuestas, los primeros quieren autóctonos nulos que no sepan hablar ni árabe ni francés, o sea autóctonos analfabetos, mientras que sus hijos francófonos o plurilingües sean los líderes de la corrupción en Marruecos en el futuro próximo. Los segundos quieren mano de obra barata, analfabeta y que no sepa ni sus derechos ni sus deberes." - La lengua árabe y la corrupción en Marruecos
Cuando llevas un tiempo viviendo en Marruecos es habitual tener que enfrentarse a una de las situaciones más cómicas que se viven en el moro. Estás en una cafetería, en una tienda o donde sea, y quieres poner en práctica tu nivel de darija con el camarero o el comerciante de turno. Con toda la ilusión del mundo y por educación, intentas comunicarte en su lengua. Ya no es sólo que quieras demostrar que tú también lo vales, es que a menudo te resulta más fácil hacerlo así. Lo más probable es que tengas más capacidad para entender a alguien hablando en francés que en árabe marroquí, pero a la hora de hablar tú la cosa cambia. Pones empeño y te esfuerzas en mimetizarte con el medio lo máximo posible, desplegando todas tus armas, mientras el marroquí hace lo mismo por mostrarte su nivel de francés. Se crea entonces una guerra de egos que no has buscado, pero que te lleva a una situación absurda en la que tienes muy poco margen de maniobra y de la que casi nunca puedes escapar porque nadie va a querer bajarse del guindo.
Las diferencias sociales que hay en Marruecos parece que cada vez son cada vez
más pequeñas, pero siguen siendo bestiales. Hay brechas enormes entre sus
habitantes y el idioma galo se ha convertido en una de las mejores herramientas
para saber de qué lado estás. O, mejor dicho, para que el otro sepa de qué lado estás...
19 de diciembre de 2013
ME QUEMA LA PIEL CON SOLO RECORDARLO
Ella es Laura Fló, una joven catalana
estudiante de trabajo social. Bajó al moro por primera vez con sus padres, pero
fue su segundo viaje a Marruecos el que hizo que escogiera un camino en
la vida, orientado a ayudar a los demás, a traspasar su piel.
"No sabría cómo empezar a hablar de Marruecos... Mi primera vez allí fue a los 16 años. En aquel momento un sitio así no iba mucho conmigo, por eso nunca hubiese imaginado que, poco tiempo después, ese país iba a convertirse en uno de mis destinos preferidos.Aquel viaje cambió mi ser, mi manera de ver el mundo y de tratar a las personas. No diré que cambió mi vida, porque en ese momento no lo sentí así, pero con los años maduras y vas encontrando el qué en tu vida. Dejé todas aquellas diferencias atrás y ahora, con casi 21 años, puedo decir que este pasado Septiembre hice el mejor viaje de mi vida. Fue mi primera vez en Marruecos con unas acompañantes inmejorables, unas grandes amigas. Ellas, igual que yo, se quedaron impregnadas de la intensidad con la que se vive allí. He decidido escribir esto después de leer el post de Lidia, era el empujón que me faltaba.Mi experiencia se construye mayoritariamente en un pueblecito llamado Hassilabied, al sur de Marruecos. Un lugar con personas que te abren sus corazones y te hacen sentir como muy poca gente te hace sentir. ¿Alicientes? ¿A quién no le gusta levantarse y gozar del sol, del desierto, de esos colores, de esa comida…? Y, por supuesto, la compañía, las ganas de ser, de existir, de pasar noches y noches interminables con tus amores los "berberechos", bajo las estrellas, en las haimas, el fuego, el calor humano...
Como muchas otras, yo también he podido descubrir la magia de los bereberes; esa pasión, esa piel morena y lisa, ese olor... Podría seguir, pero me quema la piel con sólo recordarlo. Son muchos los que no pueden creer en eso, pero yo sí. Yo lo he vivido y creo en el amor bajo una haima, en el medio del desierto y con esa arenita que se te mete por cada minúscula parte de tu cuerpo. Pero ¿y qué? En ese momento te encanta la sensación de esas partículas, mezcladas con sensaciones. Se transforman en algo increíble, que sólo puedes sentir si pasas esos días con ese rajl...Sé que esta gente siempre va conmigo, ya forman parte de mí. Ellos, el desierto, el amor, el no preocuparse por casi nada, el perder la noción del tiempo... Qué os voy a contar que no hayáis vivido ya. En Febrero vuelo a Marruecos, y seguiré haciéndolo siempre que pueda, porque no hay otro lugar igual en el mundo.
¡Bislama amegos!"
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí solo tienes que
pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra
experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
18 de diciembre de 2013
HUYE DE CASA POR NAVIDAD
Ella es Lidia, una joven de 22 años estudiante de Educación Social. Su vocación y sus ganas de conocer mundo, unidas a su capacidad para ponerse en la situación de otro y ver otros
enfoques de la vida, han hecho que su corazón y su mente se quedaran en un pequeño pueblo africano...
"Por fin han llegado las ansiadas fechas. No porque haya llegado la navidad, que no creo en ellas. Tampoco porque tengamos vacaciones y acabe el primer cuatrimestre, aunque también, sino porque llega la hora de volver a hacer maletas y pensar en lo que me da más tranquilidad y satisfacción que estar en casa: bajar a Marruecos, bajar al desierto. Vivir.Cada vez se me hace más cuesta arriba seguir en este país, nos están poniendo las cosas muy complicadas. Además en lo personal las cosas también se retuercen por una serie de inexplicables porqués. Y es que empiezo a pensar que es una cuestión psicológica: mi cabeza busca y rebusca motivos para que mis viajes sean más justificables. Para los demás, porque para mí ya lo son, y más que de sobra.Conozco Marruecos de primera mano desde el verano pasado; antes ya me había empapado de sus costumbres, historia y fotos… Muchas fotos, protagonistas de que mis ganas aumentaran, de mis ansias por coger un vuelo, aterrizar y escuchar: “Marhaba”. Y así fue, compartí viaje con un grupo de personitas (desde el más profundo cariño, sin ellas nada habría tenido sentido). Pero no voy a hablaros de esto, creo que esto del voluntariado es algo que cada una de vosotras debéis vivir para poder entenderlo. Voy a hablaros de mi evasión al ver esa arena naranjiza, al sentirla entre los dedos de los pies como el más placentero cosquilleo; al olerla en concepto de especias, incienso y humo de cachimba; a escucharla como los timbales más rítmicos y pegadizos jamás escuchados; y, por último, pero no por ello menos importante, saborearla en forma de cuscús, de tajine, y cómo no de whisky bereber, el famoso té con hierbabuena. Demasiado. Demasiado de ensueño para todos y cada uno de los sentidos.
Tranquilidad, evasión, naturalidad, risas y sonrisas, cultura, emoción, cordialidad, amistad, sencillez, gozo, agradecimiento, comprensión, reciprocidad, impresión, silencio, bienestar, serenidad, madurez, familiaridad, realidad, costumbre, desparpajo, empatía, equilibrio, simpatía, franqueza, conmoción, paz, despreocupación, olores, devoción, música, alegría, abrazos, satisfacción, tradición, conocimiento, amor. Mucho amor.Así pues, puedo afirmar que he empezado una relación de amor con este país, con estas costumbres, con esta forma envidiable de ver la vida: olvídate del reloj, olvídate del dinero, olvídate de tu edad porque, al fin y al cabo, son sólo números. Números con los que complicar tu vida, marcarla y generar diferencias entre unos y otros. No te llevarán a nada más que quebraderos de cabeza.A ser felices. Que la vida son dos días y tres tés. Y si uno de esos días lo pasamos trabajando, y otro durmiedo, el tercero que sea al menos viviendo, sintiendo y disfrutando. Paciencia. Todo llega. África zwina."
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí solo tienes que
pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra
experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
14 de diciembre de 2013
NO PUEDES PARAR, NO QUIERES PARAR
Ane Lesaka es una joven de Portugalete (Pais Vasco). Aún tiene 17 años, pero ya sueña con estudiar enfermería para convertirse algún día en enfermera voluntaria. Un verano decidió marcharse durante un mes a Marruecos para trabajar en un programa de voluntariado y desde ese viaje ya nada volvió a ser igual.
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí solo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
" Aquel verano no era la primera vez que había bajado al moro, ya lo había hecho antes con mi familia, en un viaje en autocaravana, visitando varias ciudades. Pero nunca había convivido con gente marroquí y pasar varias semanas en Hassilabied me sirvió para darme cuenta de lo injusta que es la imagen que se tiene de ellos. Fue un mes muy corto, muy intenso, en el que aprendí y disfruté más que en toda mi vida. Trabajé como voluntaria pero eran ellos los que me ayudaban y me enseñaban a mí. Cuando compartes tu día a día con ellos todo es diferente. He vivido con gente increíble, que se deja conocer, gente de la que tendríamos que aprender muchísimas cosas. Mi experiencia duró poco tiempo pero ha sido más que suficiente para enamorarme de Marruecos. Me dio tiempo a acostumbrarme a su forma de vivir y a su forma de ver el mundo que, afortunadamente, nada tiene que ver con la nuestra. Y por un momento pensé que era mi forma de vivir, que nunca había estado en otro sitio antes, que así es como yo siempre había vivido. Allí aprendí a disfrutar del momento, del día, de la noche. Joder, qué noches… Cada segundo, cada instante es único. Como dicen por allí, la prisa mata, pero la pachorra remata. Y es que cuando estás en Marruecos no quieres parar, no puedes parar.
No sabría muy bien cómo explicarlo... simplemente cuando estaba allí era yo, sin pensar en nada más. Ha sido la única vez en mi vida en la que sabía que no quería estar en ningún otro sitio que no fuera aquel, en Marruecos. No quería irme, no quería dejar todo aquello que estaba viviendo para volver a España, pero tuve que hacerlo y ahora estoy donde no quiero estar.
Siempre que recuerdo todo lo que allí he sentido y he disfrutado lo hago con una sonrisa. Tengo ya mi siguiente vuelo comprado y ojalá nunca deje de ir. Aún me queda mucha vida por delante y estoy convencida de que todo esto va a seguir siendo parte de mí. Todavía quedan muchos sueños por cumplir y, aunque aún no he tenido la suerte de haber podido vivir en Marruecos tantas cosas como muchas de las chicas que han contado su historia en este blog, espero poder tener la oportunidad de pasar allí una larga temporada para empaparme de todo lo que un país como Marruecos puede ofrecer.
El desierto, sus oasis, sus colores, las sonrisas de los niños, el cous-cous, el tagine, los berebers, los amaneceres, el cuero, las puestas de sol, las dunas, Merzouga, Hassilabied, Ibrahim, Rachid, arena, música, calor, sudor, que corra el aire cabrón, alegría, abrazos sinceros, adivinanzas, los olores, estrellas fugaces enormes, noches, días, niños (y qué niños joder, no pueden ser más listos), regatear, Ramadán, vivir, sentir, África... Un sinfín de cosas que sólo puedes vivir si visitas este maravilloso país."
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí solo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
13 de diciembre de 2013
FUERA DE CASA NO ERES TAN ATRACTIVO COMO CREES
Mientras que en Occidente el
estar en los huesos y morena parece que se ha convertido en el canon de belleza por
excelencia, en países como Marruecos ese perfil dista mucho de ser el más deseado.
Recuerdo como, especialmente en
verano, me quejaba de lo feo que quedaba en las fotos mi color de piel al lado
de tanto morenazo. Y ellos, mientras señalaban su piel, se quejaban
precisamente de lo mismo. ‘Blanco bueno,
negro no bueno.’
En el país vecino, como ya he
contado varias veces, hay un sin fin de rituales en torno a la comida. Son
innumerables las veces que los marroquís comen a lo largo de un día y, mientras
que a los hombres les acompaña una genética envidiable digna de ser estudiada, analizada y examinada ,
las mujeres suelen tener bastantes problemas de obesidad. A ellas se
les nota bastante más ese non-stop, pero tanto los hombres como las mujeres comen una barbaridad y, cuando convives con ellos, de repente todos se convierten en tu abuela y se desviven para que comas tanto o más que ellos. Y aunque, por desgracia, entre los jóvenes cada vez está cogiendo más fuerza el canon de belleza occidental, normalmente las mujeres delgadas pero con curvas, con culo, con pecho y con
caderas, les resultan mucho más atractivas, más sensuales, más femeninas. Más sanas.
Cuando rechazas comida te
intentan hacer ver que estar delgada no es saludable, que tienes que comer, que te
vas a poner enferma y que estar tan seca no te sienta bien. En definitiva,
¡que dónde vas con una talla 38!
Lo mismo ocurre con el color
de piel. Mientras que en Occidente el estar tostadísimo, incluso en pleno
invierno a menos siete grados, es ya la obsesión y enfermedad de muchos, en otros países se busca
precisamente lo contrario. Es cierto que las mujeres en Marruecos no suelen llevar
maquillaje más allá de köhl para los ojos, pero las que lo hacen utilizan
base blanca para disimular que son morenas. Todo tan coherente como en Occidente. Lo peor es que algunas están igual de
zumbadas que otras europeas y,
especialmente en las bodas, parecen haber metido la cara en un saco de harina con
arsénico y son auténticas muñecas de porcelana. ¡Con lo guapas que están muchas con la cara lavada y recién peiná, recién peiná, recién peiná!
Siempre he dicho que los hombres y las mujeres más impresionantes que he visto en mi vida los he visto
precisamente en Marruecos. Y de los niños y niñas ya mejor ni hablamos. Esas mujeres con un color de piel envidiable, unos ojazos negros o verdes enormes que
quitan el sentío, una boca preciosa,
unos rasgos increíbles… pero obsesionadas y empeñadas en untarse la cara con polvo blanco para
quedar, con ánimo de ofender, hechas un cuadro. Supongo que, de alguna manera, relacionan
el ser blanco con ser rico y con ser europeo, y pierden el norte al llevar esa ida al extremo.
Y con el pelo más de lo mismo;
mujeres con un pelazo largo negro brillante completamente locas con mi color de pelo por ser igual
que el de Lalla Salma, la mujer del rey de Marruecos.
Parece evidente que nunca
llueve a gusto de todos y, mientras los cánones de belleza varían mucho de un
lugar a otro, el desear y envidiar siempre lo que no tenemos parece un
sentimiento bastante común a ambos lados del estrecho.
4 de diciembre de 2013
EL FRACASO Y EL ORGULLO NOS HAN CASTIGADO
"Lo que sucede es que las imágenes de los pobres de Europa no nos llegan a África. No creas a ninguno de los paisanos que regresan con traje y ropa bonita diciendo que en España les va muy bien. No tengáis envidia a nadie porque lo que te cuentan es diferente de la realidad. Assane, por favor, ni vendas tu negocio ni hagas locuras como subirte a una patera para venir a Europa. Porque luego te puedes arrepentir y la cosa ya estará hecha y será tarde para dar marcha atrás. Sé que muchos quieren regresar pero gastaron todo lo que tenían por el precio de este viaje. La decepción no les ha dejado otra opción que quedarse y enfrentarse con lo que hay. Pero la vida está en África, el futuro es África. No escuches a los que te dicen que allí no se puede conseguir nada. Aunque quizás tienen razón, porque la fuerza la estamos gastando aquí..." - Mamadou Dia, autor del libro '3052, persiguiendo un sueño.'
2 de diciembre de 2013
CÓMO SER PROFESOR Y NO MORIR EN EL INTENTO
Puestos a contar intimidades he de confesar que, aparte de
la Educación Física (que nunca fue mi fuerte), en el colegio siempre tuve relativa facilidad para aprobar con nota la mayoría de las asignaturas. Mis
preferidas eran siempre las de números, aunque sacaba más puntuación en las de letras. Por una razón muy clara; asimilar y
procesar conceptos es muchísimo más complicado que aprenderlos y vomitarlos. En
ese momento no sabía muy bien porqué, pero consideraba que aquellas asignaturas técnicas resultaban más útiles, más aplicables, más directas. Más prácticas,
al fin y al cabo. Antes lo intuía, pero no lo sabía. Ahora ya lo sé y con toda
certeza.
Estas ganas de cambiar la realidad y esa ilusión de poder formar parte de ello ha hecho que esté formándome académicamente para ser profe. Y cuando digo formándome, digo haciendo como que me formo. No porque yo quiera que así sea, sino porque no hay margen de maniobra. Así es como se hace y, actualmente, no existe la posibilidad de aprender a ser un buen profesor yendo a la Universidad. Es algo que he creído siempre, que una persona sin haber estudiado nada relacionado con la docencia puede ser tremendamente más capaz de enfrentarse a una clase que una que ha pasado media vida formándose para ello. No sólo en el ámbito de la educación, sino en muchos otros también. Y ahora ya no es sólo una opinión sino una realidad que confirmo cada día. (Pero el hecho de si la Universidad en España funciona como debería ya lo discutiremos otro día.)
Supuestamente se me está formando para ser una profesora que tenga autoridad en el aula y que inspire confianza y respeto. Y me lo dicen a las 7:25 de la tarde, cuando la clase ha empezado a las 7:00 y la gente sigue entrando en el aula, de risas, con el cafecito en la mano y pidiendo perdón en voz baja por haber preferido estar en la cafetería de charleta que escuchando a la que dice cómo imponer autoridad. Se me recomienda que aproveche bien el tiempo, pautando unos objetivos y unos horarios bien definidos para desarrollar mi futura clase. Mientras tanto, el profesor que imparte una asignatura de hora y media dice que saldremos siempre 20 minutos antes por no hacer un descanso en medio.
Se supone que se me educa para explotar al máximo las capacidades de mis futuros alumnos. Y las personas que me lo dicen proponen que el examen de la asignatura se haga de la siguiente forma: los alumnos, durante el curso, escriben preguntas relacionadas con los temas dados en clase. Entre todos las van contestando, copiando de los apuntes, y las preguntas que caerán en el examen con sus respectivas respuestas, previamente habladas y evaluadas, serán sacadas de ahí.
La educación es la ingeniería más complicada (‘qué mentira, es
la aeronáutica’) y como tal ha terminado llamándome la atención. Algunas
personas crecen con una vocación muy bien definida y en otros casos, como el mío,
ésta ha aparecido o ha despertado hace relativamente poco. La educación es el arma más potente que
tenemos para poder cambiarlo todo y mientras sigamos pendientes de la
decoración de la casa y no de los cimientos de la misma, todo nuestro esfuerzo
habrá sido en vano. Es evidente, pero si educamos a nuestros niños, no habrá que castigar a
tantos hombres.
Estas ganas de cambiar la realidad y esa ilusión de poder formar parte de ello ha hecho que esté formándome académicamente para ser profe. Y cuando digo formándome, digo haciendo como que me formo. No porque yo quiera que así sea, sino porque no hay margen de maniobra. Así es como se hace y, actualmente, no existe la posibilidad de aprender a ser un buen profesor yendo a la Universidad. Es algo que he creído siempre, que una persona sin haber estudiado nada relacionado con la docencia puede ser tremendamente más capaz de enfrentarse a una clase que una que ha pasado media vida formándose para ello. No sólo en el ámbito de la educación, sino en muchos otros también. Y ahora ya no es sólo una opinión sino una realidad que confirmo cada día. (Pero el hecho de si la Universidad en España funciona como debería ya lo discutiremos otro día.)
Acudo continuamente a clases en las que se piensa una cosa, se dice otra y se
hace la contraria. La falta de coherencia hace que me lleven
los demonios. Clases en las que se da más importancia al nombre del concepto que al propio concepto. Se supone que se me forma e instruye para que sea capaz de
enfrentarme a un aula llena de adolescentes. Y la persona que me lo dice no es
capaz de captar ni la atención de personas adultas que han pagado por esa educación y que
acuden a clase por voluntad propia. Se supone que se me forma para educar, en
valores y en conocimientos, de forma dinámica. Y la persona que me lo dice está
dos horas de reloj leyendo un Power Point. Que es una tontería, pero no.
Supuestamente se me está formando para ser una profesora que tenga autoridad en el aula y que inspire confianza y respeto. Y me lo dicen a las 7:25 de la tarde, cuando la clase ha empezado a las 7:00 y la gente sigue entrando en el aula, de risas, con el cafecito en la mano y pidiendo perdón en voz baja por haber preferido estar en la cafetería de charleta que escuchando a la que dice cómo imponer autoridad. Se me recomienda que aproveche bien el tiempo, pautando unos objetivos y unos horarios bien definidos para desarrollar mi futura clase. Mientras tanto, el profesor que imparte una asignatura de hora y media dice que saldremos siempre 20 minutos antes por no hacer un descanso en medio.
Se me pide que valore el trabajo que hagan mis alumnos
mientras entrego trabajos y prácticas que se quedan en una bandeja de entrada y
no están siendo corregidos. Y si lo están siendo nadie se está enterando. Se me pide que fomente el interés por mi
asignatura, que por suerte es Tecnología, mientras se tolera que un buen grupo de personas se pase toda la
clase charlando. Se me pide que exija disciplina en el aula, mientras se
permite que media clase esté con el móvil en la mesa hablando por el Whatsapp,
jugando al Trivial o consultando el Facebook. Y no sólo el móvil, sino con el
portátil directamente.
Se supone que se me educa para explotar al máximo las capacidades de mis futuros alumnos. Y las personas que me lo dicen proponen que el examen de la asignatura se haga de la siguiente forma: los alumnos, durante el curso, escriben preguntas relacionadas con los temas dados en clase. Entre todos las van contestando, copiando de los apuntes, y las preguntas que caerán en el examen con sus respectivas respuestas, previamente habladas y evaluadas, serán sacadas de ahí.
¿A dónde queremos llegar si ni siquera el propio profesor insta a sus
alumnos a leer el temario? Ya no digo estudiarlo, digo leerlo. Siempre se habla
de lo peligroso que es exigir a una persona en general, y a un alumno en
particular, algo que está muy por encima de sus capacidades. ¿Pero por qué nadie
habla de que es tanto o más peligroso hacerlo muy por debajo de sus
posibilidades? El primer caso es cierto que puede generar estrés y frustración, pero dentro de unos límites puede también fomentar el
autoaprendizaje, el interés y las ganas de evolucionar. En el segundo caso, en cambio,
lo único que se consigue fomentar es el aburrimiento, el pasotismo y la ley del
mínimo esfuerzo como ley universal. Que nos gusta mucho una ley universal. Y la culpa no es del alumno, ojo. La culpa es del
profesor que parece entrenar a diario para hacer todo lo contrario a lo que se debe. Lo raro y preocupante sería que el alumno, en esa preparación de examen apta para todos los públicos, eligiera las preguntas más largas y complejas del tema habiendo otras más cortas e intuitivas. Si no hay exigencia, ¿cómo va a haber respuesta? Y lo que es peor aún, si no hay acción,
¿cómo cojones va a haber reacción?
Todo el mundo parece ser consciente de que en este país la imagen que se tiene del sistema educativo y de los docentes es entre mala y muy mala. Y me da mucha pena tener que decir que,
independientemente de lo que se diga o se haga fuera de ese campo, que obviamente influye en el desarrollo de la actividad, son los
propios profesores, en muchos casos, los que han
hecho de una profesión puramente vocacional, un continente que carece de todo contenido. Y es que si una persona no es capaz de predicar con el ejemplo, todo su discurso carece
de sentido.
Parece evidente que ser profesor no es tarea fácil, pero si ni ellos mismos respetan su labor, ¿quién la va a respetar entonces? Nunca creí que afirmaría esto pero todo lo que se aprende en un aula de ingeniería, aunque nada tenga que ver con esta ciencia, te capacita y prepara mucho más para la vida real que tanta palabrería y sinsentido. Habilidades y competencias que ya van contigo y que te das cuenta de que las tienes cuando ya hace tiempo que dejaste ese aula. Y los que habéis estado a los dos lados sabéis bien de lo que hablo. Siempre he sido muy crítica con el enorme desequilibrio que hay en las carreras técnicas a la hora de entrenar al límite la inteligencia académica dejando totalmente de lado la inteligencia emocional. Pero joder, al menos entrenábamos una de las dos...
Parece evidente que ser profesor no es tarea fácil, pero si ni ellos mismos respetan su labor, ¿quién la va a respetar entonces? Nunca creí que afirmaría esto pero todo lo que se aprende en un aula de ingeniería, aunque nada tenga que ver con esta ciencia, te capacita y prepara mucho más para la vida real que tanta palabrería y sinsentido. Habilidades y competencias que ya van contigo y que te das cuenta de que las tienes cuando ya hace tiempo que dejaste ese aula. Y los que habéis estado a los dos lados sabéis bien de lo que hablo. Siempre he sido muy crítica con el enorme desequilibrio que hay en las carreras técnicas a la hora de entrenar al límite la inteligencia académica dejando totalmente de lado la inteligencia emocional. Pero joder, al menos entrenábamos una de las dos...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)