4 de octubre de 2015

LAS PARTES ÍNTIMAS

Por fin alguien es capaz de expresar con palabras lo que desde hace años quería explicar y no sabía cómo. El rechazo absoluto que me provoca ver en Marruecos a hombres sentados en sus sillas del bar, tomando su café y su cigarro, charlando de risas con sus amigotes mientras otra persona le limpia los zapatos, es inexplicable. Unos hombres a los que sólo me saldría decirles: '¿Quién os creéis que sois?' No sé porqué, pero os prometo que ante situaciones así no soy capaz ni de mirar. Es tal la vergüenza que siento que nunca encontré la forma de manifestarlo correctamente. Menos mal que Juan José Millás lo hace por mí.


[No sé si este oficio, el de limpiabotas, debería estar prohibido, pero se debería multar a los clientes o gravarles el capricho con un impuesto especial, como ya se hace con la cultura, que es una peste. Lo jodido de este trabajo es lo que simboliza. De entrada, exige que alguien se arrodille públicamente ante un igual al tiempo que inclina la cabeza sobre sus pies, lo que, querámoslo o no, parece una muestra de subordinación excesiva. Los papas venían haciéndolo en Viernes Santo, creo, para hacerse perdonar la buena vida que llevaban el resto del año. Se trata también de una práctica de burdel, cuando el cliente juega a dominar o a ser dominado. El beso en los pies, incluso si están limpios, representa una entrega humillante que quizá perviva todavía en organizaciones sociales primitivas. En España desaparecieron los limpiabotas con la democracia, pero la crisis política los ha vuelto a traer. Si te fijas no es mucha la gente que se atreve a utilizar sus servicios. Por vergüenza, cabe pensar. Pocos espectáculos son tan groseros como el del tipo gordo (o delgado) que se fuma un puro mientras sacan brillo a sus botas. Hay algo de perversión sexual en esa escena. O la fotografía en blanco y negro está tomada en Nueva York en 1954. Anteayer, como el que dice. He ahí un blanquito ejercitándose en labores venéreas. No tenemos ni idea de qué ha sido de él, pero con esa educación pudo llegar a cualquier sitio. Tampoco tenemos ni idea de qué fue del negrito, pero a quién le importa. En fin, que los zapatos, como las partes íntimas del cuerpo, se las debe limpiar uno mismo.]

http://elpais.com/elpais/2015/09/29/eps/1443542191_883082.html?id_externo_rsoc=FB_CM

4 comentarios:

  1. Carlota, hola buenas...No entiendo el porqué de tu fobia hacia un trabajo como el de lustrabotas. Es tan digno como cualquier otro trabajo en mi opinión.
    Saludos

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    1. Nunca está de más aprender a leer antes de aprender a escribir... :)

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  2. como curiosidad, estuve en Mexico el mes pasado, y allí los "limpiabotas" tienen unos sillones a modo de trono para el cliente, y ellos están bien sentados, aun siendo que ellos quedan mas abajo y algo mas sumisos como tu dices, me gustó que no están casi sentados en el suelo, o en un madero mas pequeño que los propios zapatos!!!!
    También los había con un carrito a modo del de los helados, y como digo con una silla donde sentarse.
    Yo no lo veo tan denigrante... porque la verdad si lo piensas hay tantos oficios que los podríamos evitar si fuésemos menos cómodos... pero bueno es lo que hay y nos gusta que nos hagan las cosas!!!!!!

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  3. Soy de Marruecos y por el norte(Nador) no lo veo mucho es más común qur los niños vendan panuelos o bolsa de pipas etc... Y te digo qur tienes toda la razón este trabajo no debería existir

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