10 de junio de 2013

QUE AL FINAL SÓLO TIENES LO QUE DAS

Y con ellos y por ellos empezó todo. Adoro a los niños marroquís, especialmente a los más pobres. Para mí son, sin duda, uno de los puntos más fuertes del país pero a la vez la parte más vulnerable. Tantísima juventud y tan espabilada debería ser capaz de colocar al país en el lugar que el pueblo se merece. El problema es que no interesa que así ocurra y ser libre en una dictadura encubierta no es nada fácil.


Es más que evidente que hay mucho potencial, el problema es que - como en El club de la lucha - está totalmente desperdiciado. Son chavales que te hacen ver lo que significa realmente eso de ‘ser más listo que el hambre’ y te dejan sin palabras al demostrarte que cuando tú vas, ellos ya han ido y venido varias veces. Crecen rodeados de una realidad muy cruda e, inevitablemente, se hacen mayores antes de lo que deberían.

Son cariñosos y muy cercanos, pero son duros y su forma de vivir hace que siempre pongan una barrera que es complicado romper. Eso sí, una vez que lo haces, ya no la vuelves a ver. Son críos que no disfrutan de ningún lujo y precisamente por eso lo valoran todo. No tienen prejuicios, no tienen miedo, no tienen vergüenza. Tienen un talento increíble pero, por desgracia, un diamante no se pule solo. La mayoría de ellos viven con lo básico, con sus familias, y de la forma más digna que las condiciones les permiten. 


Pero algunos están en la calle, pidiendo dinero o vendiendo chicles, pañuelos… etc. para ganar lo mínimo. Nunca he sido partidaria de dar limosna y menos aún a los críos. A la larga creo que se les hace un flaquísimo favor y se termina fomentando todo aquello contra lo que se supone que estás luchando al intentar echarle una mano. No me gusta dar dinero de esa manera, sabiendo que a menudo esas monedas acaban en un bolsillo que no es precisamente el suyo.

Sin embargo, cuando les ves que lo único que piden es comida… Es que se me va la vida. Vivimos en un mundo que sobrepasa todos los límites del surrealismo y al verlos me doy cuenta de lo alto que apuntamos algunas veces y de lo bajo que caemos cuando no somos capaces ni de sentir empatía ante situaciones así. Que no es que no se pueda ir de vacaciones, o que no pueda pagar las tasas de la Universidad o que le obliguen a hacer horas extra que no estaban pactadas. Que no. Que es que tiene hambre, joder. Hambre. Y la cara que ponen al coger el crêpe de Nutella, el batido de aguacate o la hamburguesa… Buff… Lo que digo, que se me va la vida.


Está claro que esos son los casos más extremos; en Marruecos hay millones de familias muy humildes, que viven al día pero que, por suerte, nunca les falta un plato de comida. Y con ellos disfruto de una forma que no se puede explicar. Sentándonos juntos a comer con las manos, jugando a 'ronda' con los más peques, practicando mi nivel usuario de dariya y echando un partidillo de fútbol ante la mirada simpática y de sorpresa de los que pasan por allí. ¿Pero qué hace esta chica aquí? Disfrutar, khouya. Disfrutar. Sé que no voy a cambiar el mundo, pero si todos hacemos que el nuestro sea un poquito mejor, habrá merecido la pena. Y en ello estoy.


Esta gente saca lo mejor de mí y el comprobar que con tan poco se puede hacer feliz a alguien es la mejor sensación del mundo. No tienen nada (o eso dicen los demás), pero te lo dan todo. En momentos así me doy cuenta de que todo lo que había aprendido antes de llegar ahí era mentira y que hay ciertas lecciones de vida que te sacuden totalmente. No es que me sienta culpable, pero sí siento que estoy en deuda con todos ellos por haber tenido la suerte de que la vida me haya regalado cosas que ellos morirán peleando por conseguir.


Y para otras cosas no, pero para esto soy extremadamente sensible. En el momento lo disfruto al máximo, como jamás he disfrutado, pero cuando me doy la vuelta para decir adiós todavía no puedo evitar que se me haga un maldito nudo en la garganta y me emocione. Siempre. No puedo evitarlo, no sé despedirme de ellos y se me revuelve todo al oírles decir ‘B’slamaaaaa!’, con esa carita de ilusión que al principio parecían no tener. Y lo que ellos no saben es que, si por mí fuera, me quedaría toda la vida echando ese partido de fútbol que con nadie más me apetece echar…

Si la vida fuera justa nos dejaría seguir jugando.

Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas porque nadie más lo hará. - Gandhi

9 comentarios:

  1. No tengo palabras...me has dejado sin, y con un nudo en la garganta también....bufff, brutal Carlota, brutal :)

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  2. Eres un ejemplo Carlota, de verdad. A los demás también se nos pone un nudo en la garganta y ya imagínate si me estoy formando para, que cuando sea educadora social, dedicarme a los demás. Como he hecho hasta ahora, pero después ya con un diploma firmado por el Rey y todo, ¡ni punto de comparación eh! Pero en definitiva solo busco hacer de esto que algunos ya hacemos (y tu a gran escala, y lejos de casa además) mi forma de vida.
    Y por supuesto que no podemos cambiar el mundo, pero si hacemos que el nuestro y el de los nuestros sea un poquito mejor, habrá merecido la pena.
    P.D. Se echaba ya de menos verte por aquí. :)

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  3. con cada nueva entrada q leo mas me asombras, esto es impresionante me dejas alucinando en colores y cada vez me estan entrando mas ganas de ir a conocer mundo u ojala pudiera acompañarte en tus viajes xq eso si q seria una experiencia impresionante xD

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  4. No puedes explicarlo mejor... "Esta gente saca lo mejor de mí y el comprobar que con tan poco se puede hacer feliz a alguien es la mejor sensación del mundo." los que lo hemos vivido lo sabemos, son lo mejor, sin duda, te dan una alegría que es inexpicable y sacar lo mejor que tienes dentro de ti. http://lesaka.blogspot.com.es/2013/10/dar-sin-recibir.html

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  5. Realmente uno se queda sin habla,mujer al leerte,hasta se escapa una lagrimita.Fantástica Carlota.A compartirlo como lo hago siempre,un abrazo a la distancia.

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    1. Hola Carlota! Creo que has captado la verdadera esencia de Marruecos y de los marroquies, sobre todo la de los mas pequeños. Espero que sigas disfrutando con tus visitas por aqui, la buena gente no abunda.
      Un abrazo!!

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  6. Lllorando Carlota,...así he terminado. Y más sabiendo que he estado con estos PEQUES que son MÁS GRANDES que TU Y QUE YO y que todos los que leemos día tras día tu BLOG. Que sus sonrisas son más verdaderas y puras que el aire que respiramos para vivir. Porque te aseguro que NO HAY SONRISA MÁS GRATIFICANTE QUE LAS SUYAS ANTE UN PAISAJE DESOLADOR. Desde que los conozco solo me pregunto una cosa tan sencillamente complicada. "¿Cuantas veces habré sonreído y ahora pienso que no lo había hecho? No...(me respondo a mi misma) aquello no era sonreír, ni reír de felicidad,...no me llenaba el corazón. No era real..."

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  7. Carlota siempre que te leo me emociono, pero con este post me he sentido especialmente identificada... Me encanta como escribes y cuando te leo vuelvo a revivir todas mis vivencias en Marruecos!! Mabrouk por el blog y de Marruecos al cielo incha allah ;)

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  8. "No es que me sienta culpable, pero sí siento que estoy en deuda con todos ellos por haber tenido la suerte de que la vida me haya regalado cosas que ellos morirán peleando por conseguir". Con esta frase me matas. Identificada 100%

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