Leila tenía 33 años, había nacido en Francia y era de origen marroquí. Desde hace años, era toda una revelación en el mundo de la fotografía. Una mujer capaz de retratar a personas invisibles a los ojos de la mayoría. Capaz de adentrarse en alguno de los peores conflictos del mundo para hacérnoslos llegar.
Una mujer fuerte, sensible, luchadora y especialmente comprometida. Una fotógrafa con un gran talento que agitaba conciencias y despertaba indignación a través de sus imágenes. Una joven alegre, carismática y generosa, llena de ambición y de ganas de hacer del mundo un lugar más amable.
Hace unos días se encontraba en Uagadugú, la capital de Burkina Faso, tomando fotografías de mujeres trabajadoras, obligadas a casarse a la fuerza, para Amnistía Internacional. La pasada noche del viernes 15, estaba fuera del hotel Splendid, junto a su conductor Mahamadi, cuando varios hombres de Al-Qaeda hicieron estallar un coche bomba, secuestraron a más de 100 personas y abrieron fuego iniciando un intenso tiroteo que acabó con decenas de vidas. Mahamadi murió en el acto y Leila, aunque llegó con vida al hospital, falleció a los pocos días por las heridas causadas por los cinco balazos que recibió aquella noche.
Refugiados sirios en el Líbano |
Una mujer fuerte, sensible, luchadora y especialmente comprometida. Una fotógrafa con un gran talento que agitaba conciencias y despertaba indignación a través de sus imágenes. Una joven alegre, carismática y generosa, llena de ambición y de ganas de hacer del mundo un lugar más amable.
Leila ya está enterrada en Marrakech, en el país que la vio crecer, pero su memoria estará presente en todas aquellas personas que valoraron, disfrutaron y se emocionaron con su capacidad para retratar de forma tan simple y tan compleja la diversidad ética y cultural de países como Marruecos. Una serie de fotografías, realizadas durante años, que todos los amantes del Magreb conocemos y que nos transportan directamente al lado de aquellas personas a las que Leila dio voz.