Hoy os presento a Mariluz, una ceutí que ha conseguido que su pasión se haya convertido en su modo de vida. Ella es administradora de la página Siente Marruecos, un sitio que, a la misma vez, sirve como asesoramiento y guía a la hora de viajar al país vecino.
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
"Hola a todos, mi nombre es Mariluz, y confieso que soy una a adicta a la cultura marroquí: si no fuera poco con los continuos viajes, desde hace un año dedico el poco tiempo que me queda a redactar un blog en que plasmo mis experiencias y a asesorar en viajes a Marruecos. Pero quizás me estoy adelantando un poco, y lo más adecuado sea empezar a hablar de mi adicción desde el origen. Mi querencia por el país vecino tuvo su primer culpable en el lugar donde pasé mi infancia, Ceuta. Para aquellos que seáis de allí, sabréis que suele ser costumbre visitar alguna ciudad de Marruecos los fines de semana.
Una de las cosas que recuerdo con más añoranza es cuando íbamos a pasar el día a la playa; era muy habitual coger todos los bártulos a primera hora de la mañana y no volverse hasta bien entrada la tarde; bien es cierto que en Ceuta también hay playas pero para mi gusto las de Marruecos son mucho mejores: recuerdo cómo se me quedaban los dedos arrugados de pasarme el día metida en el agua chapoteando, pero sobretodo recuerdo la finura de su arena y, en general, el aspecto salvaje que tenían aquel lugar; resulta curioso que, incluso en un entorno aparentemente tan natural como una playa, terminen habiendo tanta diferencia entre unos países y otros. Además, para rematar el día siempre comíamos por la zona, o bien nos tomábamos te con pastitas.
Y así pasé feliz mi infancia hasta cumplir los 10 años, momento en que por motivos familiares nos tuvimos que mudar a Chiclana, por lo que deje de visitar ese país. Aun así, seguía manteniendo contacto con los amigos o conocidos que tenía en Ceuta, bien fuera míos o de mis padres. Pero claro, la ventaja de tener un contacto casi permanente con otra cultura, desapareció.
Y llegamos al final del Instituto, y tuve que decidir a que quería dedicarme el resto de mi vida. Tenía clara una cosa: quería trabajar conociendo mundo y dándoselo a conocer a los demás, así que ni corta ni perezosa escogí estudiar turismo; no fue una decisión meditada y calculada, sino algo completamente intuitivo e impulsivo. ¿Y sabéis qué? Que fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida.
Una vez empezada la carrera, pensé que todo el dinero que ahorrara debía destinarlo a viajar. Que, de alguna manera, debía reafirmar mi convicción de dedicarme al turismo viajando. Y el primer destino que tenía en mente, un poco por ser muy barato y otro poco por recordar mi infancia, era Marruecos. Así que ni corta ni perezosa me compré un billete de barco y me fui de loca con un amigo durante una semana.
Aprovechamos para visitar el norte de país: Tánger, Tetuán, Asilah y Chaouen. Y sentí como si volviera a ser niña otra vez. ¿Sabéis de aquella sensación que se produce cuando vuelves a un lugar años después y sientes como si todo hubiera cambiado, como si paralelamente a que tú hayas perdido la inocencia, el sitio también lo ha hecho? Pues fue algo que NO sucedió con Marruecos: para mí, fue como si el país me obligara a recordar mi condición humana en el sentido más primario posible.
Después de varios viajes más y antes de acabar la carrera, empecé a trabajar en la misma agencia de viajes generalista en la que hice las prácticas. Y allí estuve nada más ni nada menos que 6 años. 6 Años en los que pasé de asustarme vendiendo un simple billete de tren a sentirme como pez en el agua asesorando en todo tipo de viajes. Sin embargo, llegó un momento en que todo aquello no me hacía feliz. No sabía por qué, pero había dejado de llenarme; en principio lo atribuí a que necesitaba un pequeño cambio de aires así que, ni corta ni perezosa, me fui a Sevilla a presentar mi CV en las agencias que encontrara.
Y allí estaba yo en Sevilla, paseando con mi portafolio, y en estas que me cruzo con una agencia de viajes especializada en Marruecos. Y entonces pienso … ¿y por qué no? Y entonces dejé mi currículum allí, y en menos de una semana ya me había incorporado.
Y entonces sí, allí si que me di cuenta que eso, justamente eso, era lo que me hacía feliz; especializarme, centrarme en el país que me había acompañado desde la infancia. Y trabajando allí, mientras que paralelamente viajaba a Marruecos, volví a recuperar la ilusión por el trabajo. Incluso llegué a la certeza de que, cada vez que me había encontrado un poco perdida, el destino había querido que volviera a tener contacto con Marruecos. Más que buscarlo yo a él, parece que haya sido él el que me haya buscado toda mi vida cuando lo he necesitado.
Allí estuve trabajando casi 3 años, hasta que llegó un momento en que me di cuenta de que, aunque me hacía inmensamente feliz, necesitaba gestionarlo por mi cuenta. No es que me encontrara insatisfecha, sino que mi intuición me pedía que diera un pasito más, que tomara las riendas y fuera la última persona responsable del trabajo que tan feliz me hacía.
Así que, una vez tomada la decisión, hablé con mi familia para comunicárselo. Y entonces las conversaciones se inundaron de frases del tipo “¿Estás loca?”, “¿De verdad va a dejar un puesto fijo para montar tu propia empresa?” “¿Tú sabes como esta la situación?”. Pero todas esas preguntas se desmoronaban ante la afirmación de que el que no arriesga no gana, y que es preferible arrepentirse por haber hecho algo, que por no haberlo hecho.
Y así es como decidí, junto con otro socio y con mi novio, montar Siente Marruecos. Una empresa cuyo cometido es asesorar en viajes a Marruecos, pero en el que también tiene lugar volcar toda mi pasión en el país vecino, poniendo parte de mi esfuerzo en forma de blog en el que cuento mis vivencias e informo de consejos y guías.
Y de nuevo se produjo el arqueo de cejas entre mis familiares y amigos cuando presenté la idea: “¿Pero tú que tienes, una agencia de viajes o un blog?”. Bueno, creo que ni una cosa ni la otra. Creo que formo parte de un proyecto, que a la misma vez es algo profesional y personal. Porque creo, con total sinceridad, que es la mejor forma (¿la única quizás?) de hacerlo.
¡Y hasta aquí mi vida hasta ahora! ¡Espero que haya habido algún valiente que haya sido capaz de leer toda la entrada! Ahora en serio, gracias a todos por leerme y sed bienvenidos a tod@s los que queréis comentar. Siempre es un gusto saber de gente que te apoya o tiene inquietudes con respecto a tu proyecto.
Y por supuestísimo, muchas gracias a Carlota por dejarme un espacio en su blog. ¡Un abrazo a tod@s!"
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