Hablar de compras en Marruecos y no hablar del arte de
regatear es imposible. Cuando viajas al país vecino son muchos los que parecen
preocuparse por ti, pero no por ello se cortan a la hora de pedirte encargos. Ay, pues me podías traer uno de esos pañuelos
para el cuello… Ay, pues ya que vas me podías traer henna para el pelo…. Ay,
pues si no te importa traerme una cachimba de esas… Como si las cachimbas
fueran típicas de Marruecos. Como si comprar y regatear fuera algo apto para
todos los públicos.
Si ya cuando entro en España a una tienda pequeña, siento
que la dependienta me persigue allá donde voy, podéis imaginar la pereza que me
da hacer compras guiris en Marruecos. Cuando vuelvo de un viaje, a menudo
pienso: Joé, ¿por qué no compré esto o
por qué no compré aquello? E igual que me pregunto, me contesto: porque no tienes la paciencia que hay que
tener, hija... Evito hacerlo siempre que puedo o, mejor aún, intento que
algún marroquí haga la compra por mí. Eso sí que es infalible.
Y es que, señores y señoras, si tienen intención de hacer
esas compras que todo extranjero hace en el Magreb, deben saber que han de
tener un tiempo, unas ganas y una paciencia que no conozca límites. Deben saber que…
1. Da igual todos los consejos y
recomendaciones que hayas leído antes para aparentar ser un experto en la
materia. No servirán de nada y menos si hablas al comerciante como si tuviera
que agradecerte que estuvieras ahí interesándote por los imanes para el
frigorífico con forma de camello. Nos llevan años de ventaja. ¿Qué digo años?
¡Siglos! No hay normas, no hay técnicas infalibles. Lo que hayas podido
pre-informarte antes de llegar será en vano cuando te encuentres cara a cara,
en una lucha frontal, con un hombre que vive de hacer eso cada día. Todo va a depender de ti y de él, de nada más.
2. Cuando vayas a pagar no abras
delante de todo el mundo la cartera con todos los dirhams que has cambiado para
pasar 10 días en Marruecos, va. ¡Demostremos un poco de talento!
3. Nunca, nunca, nunca, bajo ningún
concepto regatees por algo que no tienes intención de comprar. Nunca. Jamás en
la vida. Como lo hagas se te irá de las manos y terminarás discutiendo por el
precio de un producto que ni quieres.
4. Recuerda siempre que él es el
marroquí y tú eres el de fuera. Qué él es que vende y tú eres el que compra. Es
que siempre salen ganando. Evidentemente, ahí está el negocio ¿no? O… ¿qué
esperabas? ¿Que te lo venda a precio de coste?
5. Las sandalias y los pufs de cuero, las cachimbas, las mochilas, los imanes para el frigorífico no las compran los locales. Las compras tú. Y de la misma forma que en España donde hay guiris se venden figuritas de sevillanas por 8.50€ en Marruecos, lógicamente, venden más caros los productos estrella entre los de fuera. Además, parece de sentido común pero a muchos se les olvida que cuanto más turismo haya en la zona, más alto será el precio siempre.
6. Que la idea de ‘me está
engañando’ no te lleve a estar varios minutos peleando por 10 dirhams más o 10
dirhams menos. No seamos cutres, que nos conocemos. Por todos es sabido que los
españoles somos igual de gitanos que ellos. Un alemán, un inglés… se lo toma
con otra filosofía. Ellos son más de pensar: bueno, estoy de vacaciones. Bueno, se está ganando la vida. Bueno, en
mi país pagaría más por esto. Bueno, no importa, me lo puedo permitir. Pero los españoles, aunque a algunos nos cueste discutir por dinero, peleamos igual que ellos hasta el más mísero euro.
7. Háblale en árabe marroquí todo lo que
puedas. Te sorprenderá comprobar que eso, de alguna forma, les toca la fibra
sensible. Y sé simpático sin resultar un payaso, recuerda siempre que vale más caer en gracia que ser gracioso.
8. Haz como que no te interesa, como
que la cosa no va contigo. Y evita ser uno de esos principiantes que van por
los zocos con la boca abierta mostrando que soltarán euros por cualquier cosa. Evitemos, en la medida de lo posible, pecar de novatos...
9. Si te está liando y ves que no
vas a sacar lo que quieres… entonces haz como que te vas. Espera, espera. Aji, aji. Todas las tiendas venden lo mismo y si no
lo compras en esa el comerciante sabe que lo comprarás en la de al lado. Eso sí, si vas a hacer como que te vas, hazlo en serio. No como si fueras una adolescente esperando escuchar eso de: Ven, tontorrona.
10. No olvides nunca que saben
español. Y latín. Aparte de catalán, euskera, francés, alemán, inglés,
italiano… Así que ojo con esa práctica tan extendida de criticar al que tienes
delante porque “no se entera”. ¡Vaya que si se enteran!
11. Deja en casa la cara de pardillo y la sonrisa nerviosa. Los comerciantes en Marruecos tienen un radar interno que calcula las veces que has estado antes por allí. Y huelen la inseguridad incluso antes de que hayas salido del hotel. Una cosa es que en esto, igual
que en tantas otras cosas, sean más listos que nosotros y otra es que a las 6
de la tarde estés paseando por la calle con más tiendas por metro cuadrado de todo Marrakech y te creas que la frase de “Primer
cliente del día, ¡precio amego!” es cierta. Dejemos de darles motivos
diariamente para que sigan creyendo que los guiris somos bobos. Por favor, que es muy duro ver a ciertas extranjeros y terminar pensando: ¿Pero cómo no le van a engañar?