28 de febrero de 2014

POLLO A LA MARROQUÍ

Hoy os traigo una de mis recetas favoritas; pollo a la marroquí. Requiere un poquito más de tiempo que calentarse una pizza o hacerse un par de huevos fritos, pero creedme que merece la pena. Es fácil de cocinar, el sabor y el color es estupendo y, una que vez que lo has probado, es imposible no repetir. Carne con guarniciones dulces. ¡Todo un placer! ¿Te animas?

Ingredientes:

-         Pollo para dos personas (muslos, pechuga…)
-         Una cebolla.
-         Pasas.
-         Almendras.
-         Ciruelas.
-         Sal.
-         Una cuchara sopera de azúcar.
-         Aceite de oliva.
-         Pimienta negra.
-         Una cucharada de miel.
-         Azafrán.

Opcional:

-         Dátiles, nueces…
-         Media rama de canela.
-         Una cucharadita de mezcla de especias Ras El Hanout.


Preparación:

1. Cortar la cebolla en aros y cocinarla a medio fuego en la sartén con aceite, azúcar y sal.
2. Salpimentar el pollo.
3. Una vez que la cebolla esté pochada, echar el pollo y bajar un poco el fuego para que se dore bien durante unos 15 minutos.


4. Cuando esté rehogado, retirar el aceite.
5. Echar agua en la sartén hasta un poco más de la mitad y añadir sal, un palo de canela en rama y azafrán. La mezcla de especias, como siempre, a gusto del consumidor.
6. Taparlo y dejarlo cocer a fuego lento durante unos 30 minutos hasta que coja esta textura.
7. Añadir en ese momento, y no antes, los frutos secos que apetezcan. En el caso de que uséis almendras, si están previamente fritas mucho mejor.


8. Volver a tapar y dejarlo hasta que las ciruelas y las pasas se deshagan un poco. ¡¡¡Qué olor!!!
9. Añadir la miel.
10. Y, por último, subir el fuego y remover durante un par de minutos hasta que se evaporen los líquidos y tenga este maravilloso aspecto.


Un plato riquísimo que sirve también como acompañamiento para arroz y cous-cous. ¡Bismillah!

¡Que aproveche, familia! ¡Bsaha w raha!

27 de febrero de 2014

UNO DE LOS MAYORES IMPRESENTABLES QUE HA PARIDO ESPAÑA

Y mira que ha parido unos cuántos, ¿eh? Pero Javier Bardem parece entrenar para ser cada día un poquito más soplagaitas. Este socialista del caviar, por lo visto, tiene pocas cosas que hacer y se dedica a meter el hocico donde no le llaman. El millonario comunista se encontraba en París presentando una de sus películas cuando se le ocurrió contar, de manera pública, que un francés le había confesado algo muy gordo. Le había dicho que ‘Marruecos es la amante con la que dormimos todas las noches y, aunque no estamos especialmente enamorados de ella, hay que defenderla.’


Una frase hiriente en boca, según él, de Gérard Araud. ¿Qué quién es ese tal Gerardo? ¡El mismísimo embajador francés ante la ONU! Ni más ni menos. No se lo dijo el panadero, ni el cartero, ni el camarero… No, no. Que se lo dijo Gerardo. Y Bardem, haciendo una vez más alarde de lo tonto que puede llegar a ser, en un principio afirmó que se lo había dicho el embajador francés en Estados Unidos, François Delattre. Pero luego rectificó y dijo que no, que había sido Araud. Lo mismo le da que le da lo mismo, oye. El caso es liarla, como siempre, a costa del vecino.


Creo que no hace falta ser un experto en relaciones franco-marroquís para intuir que la frase realmente fue dicha. Es algo que sabe todo el mundo, por eso escuece tanto. Francia, a día de hoy, sigue siendo uno de los países con más influencia en África, concretamente en la zona norte. Dile ‘influencia’, dile ‘hago y deshago a mí antojo todo lo que me da la santa gana’. El caso es que, suponiendo que sea cierto lo que el chivato español cuenta, creo que una persona puede comentar en privado lo que sea siempre que en público, cumpliendo sus funciones, sepa lo que tiene que decir y lo que tiene que callar. Algo que más le valdría a Bardem empezar a aprender...


Nadie discute que el marido de La Pene está en todo su derecho de defender sus ideas sobre el Sáhara, siempre y cuando sepa de lo que habla. Pero crear tensión entre dos países aliados para que todos los implicados (menos él) salgan perjudicados, no creo que sea la mejor manera de hacerlo. El conflicto que se ha creado no es ninguna broma. Las declaraciones del actor con doctorado en política, economía, ética e historia han hecho que Marruecos paralice la aplicación de varios acuerdos judiciales con el país galo. Los marroquís, con razón, se sienten ofendidos al ver cómo su país es tratado como una fulana y exigen explicaciones. Y los franceses,  que espero hayan aprendido que ni se puede ni se debe mantener una conversación con un piojo resucitado, trabajan para desmentir todas las acusaciones e intentar calmar los ánimos en el país magrebí.


¿Y todo esto por qué? Porque a un triste oportunista le da por hablar de quien no debe, cuando no debe y como no debe.  Está demasiado acostumbrado a despotricar contra su país y que nunca pase nada, por eso se ha debido creer que es el ombligo del mundo y que todos han de aplaudir su peculiar manera de defender los derechos humanos de los saharauis... No sufrirá tanto por los débiles si la única forma con la que pretende ayudar a financiar escuelas, medicamentos, instalaciones, abogados, jueces... es salirse del tiesto siempre que tiene ocasión.

Aclaración: Lo normal hubiera sido que publicara en esta entrada varias fotos del sinvergüenza con doble moral, pero me da el suficiente asco verle la cara como para no hacerlo. Así que mejor pongo imágenes de mi querida Rabat, una de las ciudades directamente afectadas por todo este innecesario tinglao. TQD.

26 de febrero de 2014

DEJA LO QUE ESTÉS HACIENDO

Pasa, pasa. No te quedes ahí, hombre. Bienvenido al campo de refugiados palestinos de Yarmouk en Damasco (Siria). Bienvenido al infierno olvidado. Bienvenido a la devastación en estado puro. Bienvenido a la nada. Lo que estás viendo es la cola que forman decenas de miles de personas para conseguir algo de comida que llevarse a la boca...


Un vídeo de apenas dos minutos que refleja la cruda realidad que se vive en el país. 'Por favor, sacadnos de aquí. Vamos a morir en este sitio'. Unas imágenes estremecedoras en las que aparece Kiffah, un niño de 13 años. Un crío que trata de poner su mejor cara, manteniendo el tipo, afirmando que 'todo está bien por aquí, normal...'. Pero poco tarda en confesar que están pasando 'un poco de hambre' y termina rompiendo a llorar, sin poder hablar más. 'No hay pan.'

25 de febrero de 2014

LAS 5 RAZONES POR LAS QUE NO PIENSO PAGAR EL WHATSAPP

A pesar de haber estudiado lo que he estudiado, nunca he sido demasiado fan de las nuevas tecnologías que surgen de la locura y no de la necesidad. Me da miedo comprobar los límites a los que se está llegando en tan poco tiempo y me asusta ver cómo los seres humanos, en buena parte del mundo, son esclavos de la tecnología cuando se supone que debería ser al contrario. La tecnología debe desarrollarse y aplicarse para servirnos a nosotros - seres supuestamente racionales - para ayudarnos y hacer cada vez más grande nuestro entorno, no para ser cada día más cerrados y borregos.


El pasado sábado, cuando se produjo la caída de la aplicación Whastapp, estaba escribiendo una entrada para el blog sobre un tema importante relacionado con la inmigración ilegal. De repente, empecé a leer y a escuchar barbaridades sin sentido relacionadas con la enorme tragedia que había supuesto para la humanidad no poder hablar vía Whatsapp con los amigos durante unas 4 horas y dejé de escribir. Nadie iba a tener tiempo para leer memeces sobre negros que ni nos van ni nos vienen mientras el mundo estuviera completamente paralizado porque el dichoso Whatsapp no funcionaba.


Sinceramente, no entendí a qué se debía tanto revuelo. Como si no hubiera existido vida antes del Whatsapp. Como si no existieran las llamadas telefónicas, los mensajes de texto, las redes sociales, Viber, Line, Telegram… y un sin fin de medios bastante más completos y/o complejos que el gigante verde. ¿Cómo no va a ser peligrosa esta enfermedad del s.XXI? Hasta ayer nadie lo tenía y ¿ahora ya nadie puede vivir sin él? 

Es evidente que este mundillo de la tecnología avanza muy rápido y, de la misma forma que hemos mandado a paseo el Fotolog y el Tuenti, entre otros, igual va siendo hora de mandar a paseo una aplicación que empieza a flojear…Para lo bueno y para lo malo, el tiempo de vida de estos servicios dura poco y mantenerse durante años en la cresta de la ola no es tarea fácil. Menos aún ofreciendo siempre lo mismo, independientemente de los competidores que puedan ir surgiendo.


Esta misma tarde, tras varios avisos, me han cortado el Whatsapp por no pagar los famosos 0.89€ necesarios para seguir disfrutando de la aplicación. Y, sintiéndolo mucho, me niego a pagarlo.

1. Me niego a dar un número de cuenta a través del móvil para que me cobren 0.89€ por algo que siempre nos han vendido como gratuito. No pago ni 0.89€ ni 0.05€. No es por el dinero. Es por la barrera, es por la traba innecesaria. La mala fama, además, les precede y la seguridad y la privacidad no son precisamente el punto fuerte de la aplicación.

2. Me niego a pagar por un servicio que otros ofrecen completamente gratis y con alguna ventaja más, como las llamadas gratuitas. Y es que empezar a pagar, me da igual la cantidad que sea, por algo que hasta ayer era gratis con las mismas condiciones, me parece una absurdez. Más aún sabiendo que hay alternativas. Sabiendo que hay vida después de Whatsapp.

3. Es que los demás también te cobrarán en un futuro. Eso todavía no lo sabes. Así que me niego a pagar Whatsapp sólo porque más adelante los otros también me cobrarán. Y es que, si efectivamente termina ocurriendo eso, me voy y ya está. Ya ves tú qué problema. Parece que nos hemos casado con Whatsapp hasta que la muerte nos separe y yo no me he enterado...


4. Hace cuatro días nos estaríamos riendo en la cara del que pagara por chatear en Internet. ¿Y ahora qué os pasa? Me niego a que hayamos dejado de hacer eso para terminar pagando por un chat en un teléfono móvil. En la época de las pinturas rupestres igual sí, pero a estas alturas de la película... ni de coña, vamos.

5. Me niego a seguir usándolo ‘por no ponerme a bajar ahora otra aplicación.’ Una de las excusas más escuchadas últimamente. ¿En serio estáis bien de la cabeza? Me tenéis acojonada con el punto de demencia hasta el que hemos llegado. Cuatro clicks con el dedo e introducir tu número de móvil. Cuestión de segundos. Demasiada labor, por lo visto, para gente que pierde horas y horas escribiendo por el móvil... Joé, pero es que todos mis amigos usan Whatsapp. Claro, porque todos se han descargado Whatsapp. Si todos se descargaran Telegram, todos usarían Telegram. ¿Comprendes la filosofía?

23 de febrero de 2014

LA SUPERVIVENCIA ES LA SEGUNDA LEY DE LA VIDA

... La primera es que todos somos uno.

Survival is the second law of life. The first is that we are all one. - Joseph Campbell

22 de febrero de 2014

KEEP CALM AND VISIT MOROCCO

Para los que aún no la conozcáis, os quiero enseñar una de las páginas más bonitas de Facebook. Keep calm and visit Morocco.Una página con la que más de 17600 personas disfrutan de vídeos y fotos maravillosas de Marruecos, algunas de ellas llenas de historia. Retratos, ciudades, paisajes, rincones y tradiciones. Una visita obligada para todos los amantes del país. Y, para muestra, ahí van unos cuántos botones. ¡Disfruten!

El viejo y el nuevo mundo en la antigua medina.

En la escuela coránica.

Vista desde el monte Toubkal.

En las calles de Chefchaouen.

Fuente de Moulay Idriss.

En algún lugar de Fez.

En la mezquita de Al Qarawiyyin de Fez.

La hora del té.

Marrakech.

Moulay Idriss.

Pequeña tienda en Chefchaouen.

Fez.

En la medina de Fez.

Niños en Tánger.

Enseñando a leer y a escribir a adultos en Salé.

19 de febrero de 2014

MARRAKECH, MI PARAÍSO CERCANO

José Bernal es un madrileño enamorado de Marruecos. Ha pasado de ser presentador de TV a dirigir un hotel en la medina de Marrakech. En el programa Madrileños por el mundo (MXM) cuenta cómo ha sido su aventura pero hoy quiere contarnos en el blog su historia en primera persona.

"Mi relación con Marruecos viene de hace muchos años. Nos tenemos que trasladar al puente de diciembre de 1997 que fue cuando por fin me decidí con Higinio a contratar un viaje organizado en bus por las ciudades imperiales en 7 días. El viaje resulto bastante "durillo" porque pasamos más rato en el bus que visitando las ciudades. Éramos muy jóvenes y la economía mandaba, así que esa, por aquel entonces, era la forma más barata de viajar a Marrakech. Con viaje organizado. 
A pesar del palizón de viaje, desde el primer día Marruecos nos robó el corazón. Nos encantó y enseguida vimos que era un país que podíamos visitarlo en nuestro coche y por libre, sin ningún problema. Así que no lo pensamos mucho y en cuanto llegó Semana Santa, empezamos nuestra segunda aventura marroquí y bajamos hasta Algeciras en bus para alquilarnos un coche en Tánger. Todo fue perfecto, imposible que saliera mejor. Visitamos prácticamente todas las ciudades que nos interesaban, pueblos bereberes y hasta llegamos al desierto por nuestra cuenta siguiendo las pautas de la guía trotamundos que nos indicaba los destinos poniendo indicaciones del tipo: 'Una vez en la pista, calcula unos 10 km y a la derecha verás un deposito de agua a lo lejos, cuenta otros 15 km y busca una palmera seca con una pintura amarilla en el tronco...' 
Así que para nosotros fue una aventura que, casi 20 años después, guardo como uno de los mejores recuerdos de mi vida. No solo por el increíble país que es, sino porque además conocí gente estupenda, amable, cariñosa y extremadamente generosa. Gente que no tenía prácticamente nada y que nos ofrecían todo sin pedir nada a cambio. Conocer esa cultura me impactó muchísimo y me dejó huella. Me hizo conocer un pueblo muy diferente a lo que pensaba que me iba a encontrar, sobre todo por las avisos que nos había hecho antes de salir de España. Como los consejos son gratis, mucha gente nos advertía sobre la inseguridad. 'Vigila con los robos'. 'Atención que os van a liar con trampas'. Consejos dados con buena voluntad pero llenos de prejuicios y que, al poco tiempo, ya vimos que estaban muy alejados de la realidad del pueblo marroquí.
Recuerdo que al final del viaje estábamos en Asilah y vimos un cartel en un riad de la medina que lo ponía en venta. Preguntamos y fuimos a visitarlo, por simple curiosidad. Por aquel entonces nos pareció carísimo, seguíamos con otra idea equivocada de que en Marruecos regalan las cosas... La ilusión de tener algún día una casita en Marruecos se quedó en nuestra mente, pero teníamos que trabajar y ahorrar durante mucho tiempo para conseguir lo que empezaba a ser nuestro gran sueño. 
A partir de ahí regresamos todos los veranos a Marrakech y todos los años seguíamos sorprendiéndonos con cosas distintas que descubríamos. 
De hecho nos hemos hecho tan conocedores de la cultura marroquí y de los rincones especiales de Marrakech, que hace poco fuimos elegidos entre muchos madrileños para presentar nuestra visión de la ciudad en el popular programa Madrileños por el mundo
Nos ha hecho mucha ilusión salir en el programa y presentar a todo el mundo nuestras vivencias personales y la positivísima visión que tenemos de este fantástico país. Nos hemos sentido un poco como embajadores y ha sido un placer.  
Finalmente, después de varios años, conseguimos nuestro gran sueño. En 2009 por fin pudimos comprar nuestro riad Palacio de las Especias. Tardamos cerca de dos años en encontrarlo. Queríamos un edificio especial que reuniera todas las características que para nosotros eran importantes. Y al fin, con la ayuda de buenos amigos marroquíes que nos iban buscando por la medina lo que queríamos, apareció nuestro edificio. 
 
Lo mejor de esta aventura una vez más ha sido la oportunidad de conocer personas tan buenas y cariñosas como todas las que nos han ayudado a realizar nuestro sueño. También nos ha enseñado a conocer mejor la cultura marroquí. En todos estos años, conviviendo día a día con marroquíes, hemos aprendido a ver las cosas de otra manera, a ser más pacientes, a valorar pequeñas cosas que la vida te da cada día.
Después de más de un año con nuestro riad en funcionamiento y de más de cuatro años yendo y viniendo de Marrakech, no podemos hacer el camino de diez minutos desde el riad a la conocida plaza Djemaa el Fna sin tardar menos de una hora y media. Nos paramos siempre a saludar a todos los amigos que desde las puertas de sus comercios nos invitan a té, a charlar un rato, a hablar de la familia y a saborear el tiempo sin las prisas características de nuestro estresado mundo occidental. Ir paseando por las calles de la medina, sin rumbo fijo, con la llamada a la oración de fondo, esquivando burros, es un lujo. Un lujo que requiere algo de aprendizaje; saber vivir sin prisas y aprender que todo es "inchallah" (si dios quiere...). Que todo lleva su tiempo pero que al final, con trabajo y dedicación, todo se consigue. Incluso el sueño de tener un riad en la medina de Marrakech."

Página web del Palacio de las Especias. 
Contacto: riad@palaciodelasespecias.com

Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.

4 de febrero de 2014

QUE LUEGO NADIE PUEDA DECIR QUE NO LO SABÍA

La dichosa valla de Melilla. La misma que separa el territorio marroquí del español, el africano del europeo. La misma valla que miles de africanos siguen intentando saltar para llegar a nuestro país. Los mismos alambres que, si estuvieran colocados en cualquier lugar de Europa para cazar pájaros, estarían terminantemente prohibidos. Y eso por no hablar de las cuchillas. Pero como sólo sirven para cazar moros y africanos no nos importa. De hecho nos es indiferente. Nos da igual que vivan en el monte Gurugú, en la costa norte de Marruecos, durante meses, semanas e incluso años, intentando saltar la valla hacia el paraíso. Nos la pela completamente que se mueran en la misma costa en la que veraneamos. De hecho, nos la trae bastante floja todo lo que no tenga que ver con nuestra casa.


Cuando, los más afortunados, logran saltar por fin la valla - uno de los métodos gratuitos que existen para que la gente que no tiene derecho a ir al país que quiera pueda llegar a Europa - y la Guardia Civil los pilla, en el mejor de los casos, los lleva a un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que suele estar de gente hasta la bandera, para después ser deportados si ya han tenido la mala suerte de haber cumplido ya los 18 años.

Como digo, eso en el mejor de los casos. En el peor, de forma irregular y saltándose a la torera esas leyes de extranjería que tanto nos gustan de cara a la galería, son llevados por nuestras fuerzas de seguridad del Estado nuevamente al sitio por el que vinieron y, amablemente, se les abre la puertecita y se les manda de vuelta al monte. O a zonas desérticas en Oujda, en la frontera con Argelia. Y aquí no ha pasado nada, señor. ¿Negros en el maletero? ¡Yo no he visto nada, oiga!


Si bien es cierto que alguno de nuestros mangas verdes tiene la mano bastante más suelta de lo que debería, el nivel de violencia y brutalidad de las autoridades españolas no llega al de las marroquís. Para muchos africanos, el ser devuelto al lado sur de la barrera, supone literalmente la muerte. La mayoría de ellos están heridos, por alambres, por cuchillas, por caídas desde varios metros de altura, por golpes, por patadas, por palos… Con tobillos, muñecas, mandíbulas y brazos rotos. Algunos incluso parapléjicos. Y volver en esas condiciones a territorio marroquí hace que la agonía y la desesperación alcance unos niveles tremendamente inhumanos.
  
La mayoría son hombres, pero también hay mujeres con niños. Algunas embarazadas, bien de sus maridos o bien de guardias a los que les debe hacer gracia hacer alarde de lo bajo a lo que puede llegar una mierda con patas. Y niños sin padres, que han fallecido  intentando darles un futuro digno. Los africanos cazados vuelven al monte a ser cazadores; a comer basura y a pasar frío porque en una de esas redadas diarias que se hacen para limpiar la zona se llevan sus utensilios, sus plásticos para protegerse de la lluvia, su ropa, sus zapatos… Y los que llevan puestos también. Pasaportes y documentación robados o hechos cenizas. Y no precisamente debido a los incendios que ocurren. Sin dinero, sin papeles. Sin dignidad, sin identidad.


Africanos que intentan una y otra vez  llegar a nuestro país, a nuestro continente. Siempre que las fuerzas y la suerte se lo permiten, lo intentan. Una y otra vez. Todos son perfectamente conscientes de la crisis de Europa en general y de España en particular. Pero, para la mayoría de ellos, crisis es no tener ni comida, ni agua durante días. Crisis es estar en guerra. Crisis es no tener ningún derecho. Y cuando digo ninguno, es ninguno. Africanos que huyen de un continente que jamás ha dejado de estar colonizado y saqueado, con dirigentes políticos salvajes capaces de las mayores bestialidades, que actúan con el consentimiento, la colaboración, la ayuda y la aprobación de los dirigentes de Europa. Los mismos dirigentes europeos que trabajan mano a mano con dictadores africanos y luego hablan de asaltos, efecto llamada e invasiones para desviar la atención, fomentar el odio, el miedo, el racismo y el clasismo, criminalizar al más débil y enemistar a pueblos y a seres humanos cuya única intención es vivir como creen merecer. Y lo más horrible es que lo consiguen.


Es terrible y vergonzoso lo que está sucediendo. Pero lo más triste es ver cómo la mayoría todavía sigue girando la cara y haciendo como si la historia no fuera con ellos. Como si no supieran nada. Señores, que esta gente está ahí. En la frontera de nuestro país, en la puerta de nuestra querida casa. Que esta gente existe y sus realidades son tan crudas que ni las imágenes ni los testimonios pueden reflejar el verdadero drama que viven. Esta gente está sufriendo, en ese monte, viendo la valla de Melilla al fondo. Viendo nuestra tierra, a través de 6 metros de doble valla, pero sin tener derecho a cruzar una frontera que nosotros sí podemos cruzar. Y están ahí mientras tú y yo estamos aquí, leyendo en un blog una de esas historias que no conviene que sean contadas. 

Es evidente que erradicar el problema es muy complicado pero, ya que, por desgracia, no tenemos la capacidad de proponer soluciones concretas a corto plazo, que al menos tengamos la decencia de saber y reconocer lo que, de ninguna manera, se debe hacer. Y, evidentemente, esto no se puede seguir consintiendo. No podemos seguir violando los derechos humanos de esta forma. Hay que empezar abriendo el capítulo uno de humanidad; cuando éramos niños lo hacíamos mejor...

"Ustedes están aquí, viendo el odio del mundo. Las grandes naciones están ahí, mirando al negro mientras se muere. Todos estáis observado en silencio y es inadmisible que nadie dé señales..." - Desde el monte Gurugú

2 de febrero de 2014

EL REGRESO AL LUGAR DEL QUE NUNCA ME FUI

Esta foto la sacó Lucía El Asri, una periodista de 22 años apasionada por el mundo árabe y musulmán, en la plaza Djemaa El Fna en Marrakech hace más de tres años. Un día normal, con una cámara normal.


Decidme que no es genial. Para mí, para nosotras, esto es Marruecos. En estado puro. Conversaciones tranquilas y son-risas sanas. Una tranquilidad llena de vida. Veo a estos señores disfrutando del momento y no puedo evitar pensar en todo lo que he aprendido gracias a situaciones como esta. Daría lo que fuera por estar ahí ahora mismo, sentada con ellos, en un pequeño tronco de madera o en unas babuchas, tomando un té e intentado pillar el mayor número de palabras posible en darija mientras sonrío al sentir la paz que se respira en medio del caos. Quedarme ahí sin importarme ni lo que vendrá después, ni la hora que es. De hecho, desde que fui a Marruecos, ya nunca he vuelto a llevar reloj...

Estar con ellos y volver a desear que se pare el tiempo, como tantas otras veces, para ser feliz en un lugar del que nunca me he marchado. Un oasis en medio del desierto. Un sitio mágico que viaja en mí y que me hace ser quien soy. Un paraíso para los que, como yo, seguimos estremeciéndonos con cada llamada a la oración, con cada frase en árabe. Un país que está conmigo aunque ahora yo no pueda estar con él. Cerrar los ojos, inspirar y oler Marruecos. Transportarme allí donde mi alma está en calma. Un hogar en el que me siento en casa, me siento a salvo. Un lugar al que tarde o temprano, inchallah, volveré para quedarme. Dicen que todos nacemos con una misión en la vida que sólo nosotros podemos cumplir, y yo la mía creo que ya le he encontrado...

1 de febrero de 2014

MARRUECOS TE DA TODO LO QUE EL TIEMPO TE ROBA

En nuestro primer viaje a Marruecos en 2010 no teníamos ningún plan, ninguna reserva, ninguna atadura. Sólo contábamos con un billete de ida y un billete de vuelta. Todo lo demás estaba por decidir y aquella aventura nos cambió la vida. Era nuestra primera noche en el Magreb y estábamos en un barrio humilde de Fez, en pleno Ramadán, rompiendo el ayuno con personas a las que no conocíamos de nada pero que se portaron con nosotras y nos acogieron en su casa como si fuéramos de su familia. No hablábamos el mismo idioma, pero la comunicación era evidente. Pocas horas antes estábamos en España y en aquel momento nos sentíamos tan lejos y a la vez tan cerca... Era otro mundo, otra realidad. Sentí que llevaba muchos años perdiéndome en lugares en los que nunca me hubiera encontrado y que era la persona más afortunada del mundo por poder estar disfrutando de todo aquello.


Cuando íbamos en el autobús rumbo a Casablanca recuerdo que las tres estábamos completamente calladas, mirando por la ventana y pensando en todo lo que habíamos vivido en tan poco tiempo. No dejábamos de darle vueltas a la cantidad de información que estábamos recibiendo y que, poco a poco, iba calando en nosotras. No podía ser real; días antes no sabíamos prácticamente nada de Marruecos y después de tres días allí parecía que nunca habíamos estado en ningún otro sitio.

Como digo, aquel viaje marcó un antes y un después y en poco más de dos años volví cinco veces. Una de ellas durante casi un mes. Marruecos sacude la vida de todo aquel que viaja con la mente abierta y con ganas de ser mejor persona. Es una bomba para tus sentidos; música para tus ojos y paisaje para tus oídos. Un lugar mágico que te rompe los esquemas y te enseña que todo lo que habías aprendido antes era mentira. Un país honesto, hospitalario, tranquilo y lleno de vida. De mucha vida. Un sitio que no merece ser juzgado, sino conocido, respetado y, en la medida de lo posible, entendido.


Quiero creer que la mayoría de los que lo visitan son personas tolerantes, sensatas y con capacidad de analizar y evaluar antes de criticar. Los que visitan Marruecos como viajeros, y no como turistas, son los más afortunados porque son capaces de aprender de todo aquello que un lugar así puede ofrecer, un lugar que hay que vivirlo desde dentro para poder comprenderlo. Viajeros que vuelven una y otra vez para seguir empapándose de tantos olores, tantos sabores, tantas tradiciones, tanta humildad, tanta magia, tanta amabilidad, tantas costumbres y tanto encanto. Para seguir aprendiendo de cada sensación, de cada vivencia, de cada conversación. Personas aventureras con la mochila llena de ilusión e inquietudes; vacía de prejuicios, tabúes y desconfianza.


Por desgracia, no son ellos los únicos que bajan al moro. Hay gran cantidad de turistas que no saben valorar lo que tienen ante ellos y mucho menos son capaces de asimilar y convivir con lo que les rodea. Personas que al volver a casa hablan maravillas de Marruecos pero nunca se sentarían a comer con un marroquí. Personas desconfiadas que lo malentienden todo, cuando es precisamente la gente de Marruecos la que tiene suficientes motivos para desconfiar de tantos blanquitos que miran por encima del hombro a aquellos marroquís más humildes que luchan cada día por vivir con dignidad, como si les debieran algo. Personas que van a Marruecos como el que va a un teatro, o a un circo. Pagando una pasta para quedarse en el palco. Son meros espectadores que viajan con la intención de observarlo desde fuera, siempre desde la barrera. Para criticarlo todo desde el punto de vista occidental y para tomarse las cosas como algo personal. Arrogantes, con el dirham por delante. Es difícil entender que otras formas de vida son posibles y viajar a Marruecos para quedarse detrás de la cámara es muy triste. Y muy, muy injusto.

Nuestro país vecino, con el que tantas cosas tenemos en común, es un gran desconocido. Pero, al contrario de lo que muchos parecen creer, no es un teatro. Es un ejemplo claro de las enormes injusticias que se cometen a muy pocas olas de España. Es un abuso constante que obliga a la gente más pobre a luchar a diario por ser el protagonista de su vida. Es un guión escrito por las mismas manos que lo manejan todo, con ayuda de Europa. Y es que no se nos puede olvidar que África es el pecado de Europa y que, de alguna manera, somos partícipes de lo que está ocurriendo, de lo que están sufriendo muchas personas que sólo quieren su parte del pastel. Una obra inacabada que no necesita más verdades a medias ni secretos mal contados. Una historia llena de matices, en constante evolución. Una evolución lenta, siempre fiel a sus principios más básicos, pero posible. 


Posible si tú, yo, tu gente y mi gente somos capaces de hacer que esas injusticias sean cada vez más pequeñas. De dar voz a tantas personas que deben ser escuchadas. De ver que la verdad está en los ojos del que mira. De tomar conciencia y darnos cuenta de que nuestra realidad no es la realidad del mundo. De exigir respeto sólo si se tiene intención de respetar. De defender únicamente lo que hemos vivido y no lo que nos han contado. De aprender a ser valiente siendo prudente. De interiorizar todo lo que Marruecos nos ha enseñado. Un país que te traspasa y te deja huella. Un país que viaja en ti.