Al contrario de lo que la mayoría pueda
pensar, Marruecos es un país en el que hay una gran parte de la población que
sabe, como mínimo, tres idiomas. Y cuando digo saber, me refiero a dominar. De
ponerse pelis sin subtítulos y esas cosas. Tengo la inmensa suerte de convivir
a diario con 4 idiomas a mi alrededor (español, inglés, francés y árabe) y eso
hace, sin duda, que esta experiencia esté siendo más positiva aún.
Desde hace ya varios años soy consciente de la importancia que
tiene saber idiomas en un mundo como el que vivimos y tengo muy claro que a mis
hijos les haré aprender, como sea, al menos dos lenguas desde que nacen. Porque
es la clave del éxito. Y no hablo de éxito profesional, ni muchísimo
menos. Los críos son auténticas esponjas y sin darse cuenta aprenden de una forma que cuando eres adulto, por desgracia, ya es prácticamente imposible.
Aquí cada día trato con personas que controlan varios
idiomas (¡y de qué manera!). Pero lo más
bestia es que algunas de ellas son niños que no tienen ni 10 años. Cuando
los veo la mezcla de alegría, envidia, admiración, orgullo y frustración que
siento es indescriptible. Y los muy cabrones, con su maldita capacidad, me
hacen sentir mal. No mal, pero… ¡Joder! ¿Por qué, por qué, por qué? ¿Por qué hemos tenido que
crecer con un sistema educativo que da pena? ¿Por qué hay tantísimos jóvenes en
España que sólo saben español? ¿Por qué no se notan los 4 años estudiando
francés? ¿Por qué a día de hoy todavía no puedo ver cualquier cosa en inglés sin
subtítulos? ¿Por qué, por qué, por qué?
Porque la base no ha sido buena. Porque se nos ha educado
fatal en esto de los idiomas. Porque cuando alguien en clase pronunciaba bien en
inglés el resto se reía. Porque hacer exámenes de francés con el libro
delante, paradójicamente, no ayudaba nada. Porque hemos visto mil y una series
dobladas al español. Porque estamos muy jodidos en lo que a lenguas se refiere,
para qué nos vamos a engañar. Y porque la mala fama, tristemente, nos la
tenemos bien merecida.
Y es ahora, viviendo en el extranjero, cuando hemos despertado y nos estamos arrepintiendo de haber sido
tan cafres. Pero ya está, ya nos hemos dado cuenta. Ya nos ha dado vergüenza no
saber comunicarnos bien con alguien que habla un idioma que se supone que
conocemos. Ya hemos asumido las enormes carencias que tenemos y ahora sólo
queda avanzar y sobre todo practicar. Porque como dice el refrán, nunca es tarde
si la dicha es buena, my friend.