Ella es Silvia, una joven mallorquina que hace un año terminó la carrera de Maestra de Educación Física y se marchó a vivir a Tánger para realizar allí sus prácticas en esa especialidad.
"Tengo que confesar que mi decisión de irme a Tánger no fue nada meditada, simplemente estaba agobiada de la rutina y hablando con mi mejor amiga decidimos apuntarnos para ir a esta preciosa ciudad.
Como tú bien dices, Carlota, las reacciones de los demás fueron muy diversas. La peor, la de mis padres que estuvieron una semana sin hablarme porque no entendían que quisiera irme a un país musulmán. Pero aún así, emprendí esa aventura, preparada para irme un mes y medio a esa ciudad tan próxima y tan lejana a la vez. (Digo esto, porque desde donde yo vivía, veía cada día la costa española, 13 km nos separaban).
Nada más entrar en el avión ya noté que me dirigía a un lugar diferente y confieso que en el fondo tenía un poco de miedo, pero porque la gente de mi alrededor me la había creado. Afortunadamente, el año anterior unas compañeras también fueron y nos pusieron en contacto con unos amigos suyos marroquíes. No hay nada como conocer Marruecos con gente de allí. No pararon de enseñarnos sitios curiosos dónde de ninguna manera tú hubieras llegado.
Es cierto que la vida allí es muy diferente, otra cultura, otra religión, y - lo mejor - otra forma de vivir. Si algo he aprendido en Marruecos es que la prisa mata. Aquí vivimos pensando en qué vamos a hacer mañana, sin disfrutar de lo que estamos haciendo en este preciso momento. Allí aprendí a vivir pensando en el AHORA, a estar una y otra tarde tomando un té con los amigos hablando sin parar una, dos, tres y hasta cuatro horas...
La gente es Marruecos es encantadora. Es cierto que, como cualquier mujer que haya ido sola por la calle, tuve que aguantar que algunos hombres llegaran a ser muy pesados. Pero jamás he tenido ninguna experiencia desagradable. Fueron momentos concretos en los que me limité a seguir andando como si no hubiera escuchado nada...
Alucinante también cómo viven la religión. Cómo los viernes se para el mundo, y se van a la mezquita. Y lo más alucinante, cómo cuando vuelves al mundo occidental añoras ese sonido hipnotizador que suena cinco veces al día, la llamada al rezo.
Lamentablemente, el mes y medio que estuvimos allí, no nos acompaño el clima y llovió mucho. Aún así, visitamos Tetuán (una ciudad que conserva mucho de su época como colonia española), Chefchaouen (un lugar para escaparse unos días y desconectar), Assilah (con su preciosa medina y su costa Atlántica) y finalmente Marrakech (mezcla de ciudad musulmana que se ha adaptado al turismo) y el Sáhara. Para mí una de las mayores aventuras de mi vida. Ese viaje que creo que toda persona aventurera desea hacer. Coger una mochila, tren y a la aventura. Subirte en un 4x4 y ver cómo, poco a poco, te alejas de la civilización y te vas adentrando en esos pueblecitos con cuatro casas y con una mezquita para llegar finalmente al desierto. SENCILLAMENTE IMPRESIONANTE. Ver atardecer en camello, cantar con los nómadas, dormir en jaimas... Experiencias únicas que nunca se olvidan y que año tras año quieres repetir.
Para mí vivir en Marruecos ha sido una de las mejores experiencias en mi vida. Me hizo cambiar mi manera de vivir, de entender esa cultura. Aprendí a ser más tolerante y a no dejarme llevar por estereotipos. La vuelta a casa fue muy difícil; estuve una semana llorando cada día porque me costaba volver a mi vida en España, a la rutina, al estrés, al no tener tiempo para ti y para los tuyos. Y así como llegué ya estaba pensando en volver...
Por eso, aconsejo a todo el mundo que viaje y conozca Marruecos,en especial Tánger. No te lo pienses, no tengás miedo. A este lado tenemos una idea demasiado equivocada de un país tan mágico. Un país que cautiva."
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
"Tengo que confesar que mi decisión de irme a Tánger no fue nada meditada, simplemente estaba agobiada de la rutina y hablando con mi mejor amiga decidimos apuntarnos para ir a esta preciosa ciudad.
Como tú bien dices, Carlota, las reacciones de los demás fueron muy diversas. La peor, la de mis padres que estuvieron una semana sin hablarme porque no entendían que quisiera irme a un país musulmán. Pero aún así, emprendí esa aventura, preparada para irme un mes y medio a esa ciudad tan próxima y tan lejana a la vez. (Digo esto, porque desde donde yo vivía, veía cada día la costa española, 13 km nos separaban).
Nada más entrar en el avión ya noté que me dirigía a un lugar diferente y confieso que en el fondo tenía un poco de miedo, pero porque la gente de mi alrededor me la había creado. Afortunadamente, el año anterior unas compañeras también fueron y nos pusieron en contacto con unos amigos suyos marroquíes. No hay nada como conocer Marruecos con gente de allí. No pararon de enseñarnos sitios curiosos dónde de ninguna manera tú hubieras llegado.
La gente es Marruecos es encantadora. Es cierto que, como cualquier mujer que haya ido sola por la calle, tuve que aguantar que algunos hombres llegaran a ser muy pesados. Pero jamás he tenido ninguna experiencia desagradable. Fueron momentos concretos en los que me limité a seguir andando como si no hubiera escuchado nada...
Alucinante también cómo viven la religión. Cómo los viernes se para el mundo, y se van a la mezquita. Y lo más alucinante, cómo cuando vuelves al mundo occidental añoras ese sonido hipnotizador que suena cinco veces al día, la llamada al rezo.
Lamentablemente, el mes y medio que estuvimos allí, no nos acompaño el clima y llovió mucho. Aún así, visitamos Tetuán (una ciudad que conserva mucho de su época como colonia española), Chefchaouen (un lugar para escaparse unos días y desconectar), Assilah (con su preciosa medina y su costa Atlántica) y finalmente Marrakech (mezcla de ciudad musulmana que se ha adaptado al turismo) y el Sáhara. Para mí una de las mayores aventuras de mi vida. Ese viaje que creo que toda persona aventurera desea hacer. Coger una mochila, tren y a la aventura. Subirte en un 4x4 y ver cómo, poco a poco, te alejas de la civilización y te vas adentrando en esos pueblecitos con cuatro casas y con una mezquita para llegar finalmente al desierto. SENCILLAMENTE IMPRESIONANTE. Ver atardecer en camello, cantar con los nómadas, dormir en jaimas... Experiencias únicas que nunca se olvidan y que año tras año quieres repetir.
Para mí vivir en Marruecos ha sido una de las mejores experiencias en mi vida. Me hizo cambiar mi manera de vivir, de entender esa cultura. Aprendí a ser más tolerante y a no dejarme llevar por estereotipos. La vuelta a casa fue muy difícil; estuve una semana llorando cada día porque me costaba volver a mi vida en España, a la rutina, al estrés, al no tener tiempo para ti y para los tuyos. Y así como llegué ya estaba pensando en volver...
Por eso, aconsejo a todo el mundo que viaje y conozca Marruecos,en especial Tánger. No te lo pienses, no tengás miedo. A este lado tenemos una idea demasiado equivocada de un país tan mágico. Un país que cautiva."
Si quieres que tu historia también aparezca por aquí sólo tienes que pedirlo. Ponte en contacto conmigo e intentemos entre todos, desde nuestra experiencia personal, transmitir la realidad, buena y menos buena, de Marruecos.
EN TANGER yo siento que estoy en Andalucia y cuando siento nostalgia del mundo Occidental cruzo a Ceuta y se me quita la moriña...
ResponderEliminarMARRUECOS I LOVE!
Puff... los pelos de punta!!
ResponderEliminarEn Semana Santa de este año fui a Tánger, y fue la primera vez que visité Marruecos. Leer este texto me ha hecho recordar lo que es perderse por las callejuelas de la Kasbah, sentarse a ver el atardecer desde alguna de los numerosos miradores de esta preciosa ciudad, pararse en cada una de las tiendas de la medina para descubrir en cada una cosas nuevas y fascinantes, tomarse un té moruno en una terraza viendo a la gente pasar con sus chilabas, oir la llamada a la oración desde cada rincón de la ciudad, dar un paseo por la playa viendo a los niños jugar, y ese ambiente, ese olor, esa sensación de que estás dentro de un mundo muy diferente al tuyo y que te envuelve completamente. Y Assilah, y Cheffchaouen, y tantos lugares más...
Me declaro una enamorada de Marruecos. Y me da igual que me llamen loca (o amusulmanada de la cabeza, como dice mi novio... y eso que el es musulman! jajaja) cuando digo que volvería siempre una vez al año solo para volver a sentir lo mismo. Marruecos tiene algo que engancha, y eso lo saben todos los que han puesto tan solo un pie en sus tierras. Y yo te digo, Silvia, que no dejes de volver... que visites de nuevo Tánger y que descubras muchos más lugares tan mágicos como esta ciudad. Mi próximo destino creo que será Marrakech, aunque creo que cualquier rincón de este país es perfecto para perderse por él y crear nuevas historias y aventuras.
Me ha encantado el texto. Un beso para tí y para Carlota (también me declaro adicta a tu blog!!).
Me ha encantado el texto. Tanger es la mejor ciudad de marruecos a lo mejor lo digo porque es mi ciudad jajaaj me encanta la echo muchisimo de menos y con ganas de acabar el cole y volver como cada año .
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