27 de agosto de 2014

DEMASIADO JÓVENES PARA SER TAN INFELICES

¿Estamos los españoles preparados para ser felices? Excelente artículo que rebosa sensatez y dignidad, algo que la sociedad española no acaba de digerir. Estamos educados en el vasallaje y la subordinación, y no somos conscientes de que somos personas libres y debemos ejercer nuestros derechos y obligaciones. 

"Somos demasiado jóvenes para ser TAN infelices, sí. Y demasiado mayores también para vivir sin esperanzas de ver un cambio. Demasiada infelicidad para que una minoría se lucre sabiendo que lo hacen tan injustamente  a costa de provocar carencias en la mayoría. 
Nos sentimos atenazados y casi sin respiración. Tan infelices. Y no queremos ni merecemos estarlo. Cada uno de acuerdo con sus circunstancias aspira a realizar sus objetivos y cuesta hacerlo cuando pende sobre nosotros la amenaza de la arbitrariedad, una profunda sensación de inseguridad, abuso y desafuero. De estafa. Cada recorte ha supuesto un tajo a las expectativas de mucha gente. Demasiado jóvenes para haber tenido que abandonar España, casa, familia y amigos. Para no poder emanciparse aquí. Para cometer la locura de hipotecarse y quedarse sin trabajo o rebajado el sueldo que  no permite afrontar ese compromiso-argolla. Para emprender un negocio viendo cuántos echan la persiana a los pocos meses, quedando entrampados. Demasiada precariedad para tener un futuro.  


Cuanto toca este gobierno parece estar destinado a no dar la puntada sin el hilo que teje el lucro de unos pocos, aunque se prive de servicios públicos y derechos esenciales a la ciudadanía. Todo cuanto nos hace felices es considerado un lujo al que no tenemos derecho y se nos da por caridad. Así obran con la educación, a todos los niveles. Con la salud, introducido ya el concepto de que hay medicamentos demasiado caros para enfermedades que amenazan la vida. Los enfermos son tan infelices. Los agraviados son tan desgraciados. 
(...)
Lo que está ocurriendo a la sociedad española es de no creer. Aún tiene el valor la jefa oficiosa de Europa de venir a avalar semejantes atropellos. Pasando por encima de los deseos de mayor democracia que manifiesta la sociedad española cada vez con más intensidad.  En una palabra, lo que los alemanes no le tolerarían. Ahí está la clave, pocos países con más necesidad de educarse en ciudadanía y en trabajar por el bien común como la española. Tan infelices. No es solo una sensación incómoda, es la intensidad que crece al mismo ritmo que disminuyen nuestras esperanzas. Queremos volver a ver a los niños iniciar el curso sabiendo que serán educados en calidad e independencia. Que comerán (a lo que hemos llegado ¿eh?). A los jóvenes trazar su vida con bases sólidas, en el país que elijan, no obligados al exilio económico. Tenemos derecho a que nuestros impuestos se inviertan en nuestras necesidades. A medicinas y tratamiento si estamos enfermos, a una pensión digna para que la cotizamos. 

No soportamos la idea de la caspa renacida, de este inmenso retroceso, de esta involución que creíamos ya superada. Resulta imperioso erradicar este agobio de vivir entre los fantasmas que pensábamos habían quedado muy atrás. Queremos sentirnos seguros con el gobierno que la mayoría –la real- elija, sin temer que nos estafe, nos engañe, nos robe y nos insulte. O apalee y multe arbitrariamente la crítica. Queremos tener un gobierno íntegro, decente. Y queremos que la justicia se limpie de contaminaciones políticas para que ataje las conductas desviadas y erradique esta aplastante, inmovilizadora, sensación de que muchos delincuentes gozan de enorme impunidad. Queremos verlos responder ante lo que han hecho. 
No es irremediable, no es una condena a acatar. Ya está bien de replegar las alas, buscar paliativos, confiar en el posibilismo, templar gaitas a los insensatos que nos mantienen en esta situación Y temer o despreciar a quien deberíamos respetar como ejemplo de ciudadanía.
Demasiado humanos - con nuestro cerebro, sensibilidad, fuerzas y quebrantos - para ser tan infelices porque así lo decide gente a la que no le importamos. Por la indiferencia y el incivismo de quienes son capaces de aceptar cuanto les echen. Precisamos volar sobre tanta miseria, remontar la adversidad que nos han impuesto. El horizonte es ser TAN felices como podamos."


Artículo original de Rosa María Artal:
http://www.eldiario.es/zonacritica/Demasiado-jovenes-infelices_6_296130394.html 

23 de agosto de 2014

MOROS DE LA MORERÍA

"Me parece de perlas que quien usa moro en un contexto insultante - no la palabra, que no lo es, sino las que la acompañen y envilezcan - sea castigado por ello; pero el uso malintencionado de una palabra nunca debe perjudicar a quienes la utilizan en su sentido recto y la necesitan para expresarse con eficacia. En español la palabra moro es tan definitoria como eslavo, asiático o hispanoamericano. Pretender que sea delito en España, con nuestra dilatada historia moruna a cuestas, es como prohibir que un rifeño llame a un español arume, o ponerle una denuncia a un nacionalista catalán o vasco porque - y eso ocurre con lamentable frecuencia - éste llame español a alguien con mala intención. O decir negro a quien es de raza negra, del mismo modo que a mí se pasaron media vida en África llamándome blanco: unas veces como insulto y otras como simple definición." -  Moros de la morería (Arturo Pérez-Reverte)

Imagen: https://www.flickr.com/photos/iancowe/2308265160/in/photostream/

21 de agosto de 2014

SALIR DE CASA Y QUE NINGÚN IMBÉCIL ME DIGA NADA

Esa es la esperanza no sólo de la mayoría de jóvenes marroquíes, sino de muchas chicas extranjeras cuando viven en Marruecos. Poder salir a la calle y que no haya ninguna mosca cojonera haciéndote sentir incómoda.

No hace falta decir que soy una amante incondicional del país y, precisamente por eso, espero y deseo con toda mi alma que este tipo de comportamientos primitivos – atípicos hasta en los documentales de animales - con ayuda de todos y de todas vayan siendo cada vez menos habituales. Son sólo una minoría los que con sus miradas, sus actitudes, sus comentarios y sus gestos llegan a intimidar. Pero son, sin duda, los responsables de la mala fama de los marroquíes. Son pocos, pero pesan demasiado.


Como comenté hace tiempo, ya estoy acostumbrada a que la gente me mire por la calle cuando estoy en Marruecos. Soy diferente y me parece natural y normal que se me mire, por eso no me molesta. Pero una cosa es mirar y otra es ofender mirando. Una cosa es decir un piropo y otra cosa es conseguir que la chica se sienta agredida con tus palabras.

‘Os acosan porque vais provocando’. Justificación típica de muchos y, tristemente, de muchas. Es cierto que más de una extranjera debería saber mejor a dónde va para adecuar su indumentaria y su actitud al país que la acoge, pero puedo prometer y prometo que no son ellas las únicas que sufren el acoso. Ya puedes ir con unos vaqueros normales, una sudadera negra y unas zapatillas, que el pedante de turno te dirá algo igual. De hecho, ya puedes ir con una chilaba, que habrá algún idiota que te incordie. Y no solo eso, ya puedes salir del hammam con el pantalón empapado, la toalla al cuello, el pelo calado y el kohl manchándote la cara de negro que habrá algún plasta llamándote gua-pa con un tono de todo menos provocativo.


Son las 11 de la mañana y salgo de mi casa para comprar comida, ¿por qué, después de seguirme con la mirada, tienes que susurrarme algo al oído? Estoy con unas amigas tomándome un café, ¿por qué no puedo tomármelo en paz? Estoy dando un paseo por la medina, ¿por qué tengo que andar más rápido para esquivarte? Malak? Vengo de la academia y quiero cenar tranquila, ¿por qué tienes que hacerme el mismo ruidito que le hacen los pastores a las ovejas? Salgo de trabajar y vuelvo a mi casa a descansar, ¿por qué tienes que andar junto a mí? Está medio tren vacío, ¿por qué te tienes que sentar a mi lado? Maldita sea. No estoy haciendo nada, no estoy diciendo nada… ¿Por qué no puedo estar en paz? Baraka, joder. Baraka.

Siempre he dicho que una de las razones principales por las que me gusta la vida en Marruecos es por la continua acción-reacción, la permanente conversación, la diaria interacción. Me encanta ser parte de ello, hablar, dialogar, reír, preguntar, responder, interactuar… Pero algunos consiguen que esa alegría, esa amabilidad y esas ganas de formar parte del país desaparezcan de un plumazo. Ante ciertas situaciones es imposible no poner una mala cara, hacer un mal gesto o soltar un insulto más que justificado. Y es entonces cuando tienes que aguantar que el muy payaso te llame racista. Algo tan recurrente como lamentable; el victimismo barato. Esta chica ni hace lo que yo quiero que haga ni sonríe ante mi acoso porque es una racista y cree que soy un moro de mierda. No, hijo, no. No es que sea racista es que tú eres un gilipollas. Un gilipollas muy pesado, por cierto.


La inmensa mayoría de estos quema-sangre, encima, no hacen otra cosa que molestar. Por mi experiencia, el 95% de las agresiones son únicamente verbales. Se mira hasta perturbar, pero no se toca. Ni te van a robar, ni van a abusar de ti, ni te van a hacer nada. Sólo están para incordiar, para tocar la moral, para hacerte sentir incómoda un buen rato, para desquiciarte. Por eso hay días que terminamos perdiendo los nervios, porque no entendemos qué gracia tiene el insistir por insistir, el hartar por hartar, el fastidiar por fastidiar. 

Alhamdulillah el país está cambiando mucho y cada vez son más los marroquíes – tanto hombres como mujeres - que ante este tipo de situaciones denuncian y plantan cara a unos individuos despreciables, con unos comportamientos más que inaceptables. Comportamientos que irremediablemente se ven acentuados después del mes de Ramadán. Y es que algunos están todo un mes purificándose (o, mejor dicho, haciendo como que se purifican), para después pasarse el resto del año haciendo todas esas cosas que su religión no les permite hacer. El Islam ellos sólo lo llevan a rajatabla cuando conviene, cuando no... no. Pero luego son los primeros en hacerse llamar musulmanes. Los mismos "musulmanes" valientes que cuando te ven con compañía masculina no solo no te dicen ni sino que van con la cabeza baja.

¿Es esto motivo suficiente para dejar de visitar Marruecos? No, ni de coña. Bajo ningún concepto. En ningún caso. Marruecos es un país increíble con muchísimas cosas que ofrecer pero es cierto que cuestiones tan delicadas como el acoso a la mujer (sólo por el hecho de ser mujer), aunque son muchísimo menos habituales y graves que en otros países como Egipto, siguen estando presentes gracias a una minoría asquerosa, detestable y repulsiva. Sólo queremos salir a la calle y que ningún imbécil nos diga nada… ¿tan difícil es? 

17 de agosto de 2014

SORTEO DE PINTALABIOS MÁGICO MARROQUÍ

¿Quieres conseguir una barra del famoso pintalabios mágico marroquí? ¡Ahora puedes hacerlo y completamente gratis!

¿Que aún no conoces este pintalabios? ¡Aquí puedes leer información sobre un producto que no deja indiferente a nadie!


¿Qué hay que hacer para participar? ¡Muy sencillo, sólo 3 pasos!

  1. Hacer click en ‘Me gusta’ en nuestra página de Facebook.
  2. Publicar en tu muro esta entrada y/o alguna de tus favoritas del blog. 
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[Nota para los que no saben cómo comentar. Sólo hay que escribir el comentario y en la pestaña que aparece abajo de 'Comentar como' seleccionar la opción 'Nombre/URL'. Escribís vuestro nombre, sin necesidad de introducir ninguna URL, y voilà!] 

Tienes hasta el próximo 31 de Agosto de 2014 a las 14.00h para participar. Sorteo sólo válido para España. 

¿Fácil, no? Así se las ponían a Fernando VII, así que no tenéis excusa. ¡Ah, y no me seáis fulleros, que se comprobará que habéis cumplido los tres pasos! ¡Suerte, pichonas!


Actualización: 
La ganadora del sorteo ha sido NATALIA PONSATÍ. ¡Enhorabuena y gracias a todas por participar!