Si hay dos recomendaciones que hemos escuchado desde
pequeños y creo que nunca nos deberían haber dicho son, sin duda, ‘no hables
con desconocidos’ y ‘no comas con las manos, que es de mala educación’. Como diría un sabio, això perque ho diguis tu. Recuerdo aquel
viaje con Pablo a Marruecos, en el que comprobó que ‘ese tipo de frases se te van
depositando en la cabeza y formando tu moralidad, tu forma de vivir y actuar, aunque tú no quieras. Luego llegas a Marruecos y ves que es maravilloso
olvidarse de ellas.'
¿Sabes en España esos niños a los que los ves de la mano de
su madre, en el ascensor, en la panadería, o dando un vuelta por la calle, les
preguntas cualquier chorrada para ser simpático y primero miran al suelo, luego
a mamá y luego a ti con cara de circunstancia, para ser finalmente la madre la
que contesta a tu estúpida pregunta? Pues de esos en Marruecos no hay.
Si allí son como son es, entre otras muchas cosas, porque crecen muy estimulados desde que son unos renacuajos. No viven sobreprotegidos, están en permanente contacto con la realidad y hacer vida en la calle hace que crezcan absorbiendo cosas que sólo aprendes cuando tratas con la gente. Nenes con 5 años bajando a la tienda a comprar lo que le han mandado, chavales retando a todo tipo de desafíos a tíos que acaban de conocer y contra los que saben que tienen todas las de perder, niños montando un campeonato de fútbol callejero en menos de lo que canta un gallo, hablando y discutiendo con los demás como si de colegas de toda la vida se tratara, críos en el tren conversando con ancianos y haciendo preguntas tan descaradas que ponen en un aprieto a más de uno...
Si allí son como son es, entre otras muchas cosas, porque crecen muy estimulados desde que son unos renacuajos. No viven sobreprotegidos, están en permanente contacto con la realidad y hacer vida en la calle hace que crezcan absorbiendo cosas que sólo aprendes cuando tratas con la gente. Nenes con 5 años bajando a la tienda a comprar lo que le han mandado, chavales retando a todo tipo de desafíos a tíos que acaban de conocer y contra los que saben que tienen todas las de perder, niños montando un campeonato de fútbol callejero en menos de lo que canta un gallo, hablando y discutiendo con los demás como si de colegas de toda la vida se tratara, críos en el tren conversando con ancianos y haciendo preguntas tan descaradas que ponen en un aprieto a más de uno...
Y es que otra cosa no habrá en Marruecos, pero juventud… toda la que
quieras. Y la inmensa mayoría es más lista que el hambre. Para mí, lo mejor es que esa
capacidad que tienen de interactuar desde enanos con todo lo que les rodea les permite ser
tan espabilados como son. Te dejan ser niño con ellos, sin preguntar ni
cuestionar nada, y son capaces de ser adultos cuando la situación lo requiere,
sin que apenas se note que aún no levantan ni medio palmo del suelo.
Respecto al tema de comer con las manos... desde el punto de vista occidental, desde el que tanto nos gusta analizarlo todo, es algo complicado porque aquí hay alimentos que, sin cubiertos, queda feo comerlos. Pero es que ese tipo de alimenta alimentos allí no se consumen. ¿Cómo te vas a comer un filete con las manos? En Marruecos la carne no se come en filetes. ¿Y un plato de macarrones? ¿Macarrones en el moro? Verás Madrid como sede de los Juegos Olímpicos antes que un plato de pasta en el Magreb. No te digo más.
Comer es compartir y hay todo un mundo de costumbres y rituales alrededor de una mesa. La gente come con las manos o utilizando el pan como cubierto y saber hacerlo bien es todo un arte. Ser el invitado y rechazar comida queda muy mal; más aún si te la están dando con la mano. Además, lo habitual es comer todos de un gran plato colocado en el medio de la mesa. Así que, aunque sobrará comida sí o sí, más vale que te des prisa. Les encanta comer y a los locales nunca les parece que la comida está lo suficientemente caliente por lo que, mientras ellos ya llevan un buen rato comiendo, tú todavía no has sido capaz de dar el primer bocado.
Comer es compartir y hay todo un mundo de costumbres y rituales alrededor de una mesa. La gente come con las manos o utilizando el pan como cubierto y saber hacerlo bien es todo un arte. Ser el invitado y rechazar comida queda muy mal; más aún si te la están dando con la mano. Además, lo habitual es comer todos de un gran plato colocado en el medio de la mesa. Así que, aunque sobrará comida sí o sí, más vale que te des prisa. Les encanta comer y a los locales nunca les parece que la comida está lo suficientemente caliente por lo que, mientras ellos ya llevan un buen rato comiendo, tú todavía no has sido capaz de dar el primer bocado.
En el caso del cous-cous, uno de los platos estrella marroquís, es probable que lo coman con cuchara para que no te sientas tan inútil. Pero observar e intentar aprender a hacerlo sin cubiertos es toda una experiencia. En la mesa se comparte el plato, pero también la bebida, y lo normal es que haya un par de vasos para todos, y una botella de agua o una jarra de zumo de frutas.
Y ahora que sacas el tema, dado que en la mayoría de establecimientos no se sirve alcohol, las bebidas por excelencia son el té, los batidos de frutas varias y variadas y el café. Cuanto más negro mejor. El café, digo.
He de confesar que, tras haber vivido en Marruecos, mi manía de lavarme las manos 87 veces al día ya se ha convertido en una especie de obsesión. Pero soy fan incondicional de comer con las manos y estar en un lugar en el que utilizar un tenedor es algo tan poco habitual, hace que lo disfrute más aún si cabe.
Y ahora que sacas el tema, dado que en la mayoría de establecimientos no se sirve alcohol, las bebidas por excelencia son el té, los batidos de frutas varias y variadas y el café. Cuanto más negro mejor. El café, digo.
He de confesar que, tras haber vivido en Marruecos, mi manía de lavarme las manos 87 veces al día ya se ha convertido en una especie de obsesión. Pero soy fan incondicional de comer con las manos y estar en un lugar en el que utilizar un tenedor es algo tan poco habitual, hace que lo disfrute más aún si cabe.
Me gusta, me gusta mucho. Pero algunas de estas cosas se asemejan a tener pueblo o vivir en un barrio. Bueno, más bien tener pueblo (e ir) porque vivir en un barrio hace una década, ahora no tanto.
ResponderEliminarno me guuusta me encanta!!
ResponderEliminarMe fascinó tu descripción, tuviste el encanto de recordarme los días que viví en Marruecos y tal cuál. Mejor descrito no pudo haber sido. Gracias me has puesto una tremenda sonrisa en el rostro.
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