Además de eso, la gente en Marruecos vive tranquila. Son
alegres, muy cercanos y cariñosos. Sonríen mucho y tienen buen humor. Les gusta vacilar y pasárselo
bien, dónde sea, con cualquiera. Casi siempre están de buen rollo pero cuando se les cruza el cable tienen muy mala hostia. Pero que muy, muy mala. Aunque tardan lo mismo en enfadarse que en desenfadarse; es sólo cuestión de segundos. Es cierto que el idioma hace
que todo parezca aún más trágico, pero cuanto menos les hagas enfadar mejor.
Es un país que, por desgracia, está muy mal cuidado. Y no
hablo de casas viejas o monumentos sin restaurar, ni mucho menos. Hablo de la
basura. Hay basura en las calles en prácticamente todas las ciudades y lo que
queda aún peor, en sitios que se suponen más turísticos o de más ‘categoría’, por
decirlo de alguna manera. Está sucio y, aunque es verdad que los que invierten el dinero en chorradas en vez de en lo que realmente importa son los
mayores culpables, la gente no ayuda nada y tira las cosas al suelo sin pensar. La mierda llama
a la mierda y si ves basura en el suelo, parece que una botella más o menos no
va a suponer un problema. Pero qué coraje me da, khouya. No cuesta nada hacerlo
bien y la imagen final cambia por completo.
Como ya expliqué hace unos días, aquí son muy de aparentar
y, de alguna forma, muy hipócritas. Pero eso tiene su parte positiva también. Me
explico. La población menor de 30 años representa un altísimo
porcentaje de la población y para mí es una de las mejores partes de Marruecos.
Son jóvenes, que se relacionan con muchos extranjeros, que ven las televisiones
de medio mundo y que utilizan Internet y especialmente el Facebook como ventana
al mundo. Y eso, quieras que no, ayuda a abrir un poco la mente. La religión
sigue muy presente pero cada vez son más los que consideran que no pasa nada
por tomarse una cerveza, por salir a la calle con chicas que no son su novia o por tener
las aventuras que hagan falta antes de casarse. Sigue siendo haram, pero para
algunos ya no es tan grave. Aunque de ahí, a pregonar a los cuatro vientos que
eres un pecador… eso ya no. Esas cosas se hacen, pero de puertas para adentro,
como se suele decir. ¿Hipocresía? Un poco, pero que les quiten lo bailao’.
¿Lo más horrible del país? Sin duda, las políticas
caciquistas. La dictadura encubierta para unos y el paraíso eterno para otros.
El joder continuamente al pobre y facilitarle las cosas al rico. Para mí uno de los
mejores ejemplos, o peores según cómo se mire, es el hecho de que no todo el mundo tiene derecho a ser libre y a marcharse cuando quiera donde le dé la gana. Muchos marroquís no tienen derecho a tener un pasaporte. Algo tan sencillo para
nosotros como ir a comisaría, firmar y que nos den el nuestro, para muchas
personas aquí, de clase media y baja, es algo con lo que no pueden
contar. Si no tienen suficiente dinero en el banco, no pertenecen a tal familia
o no tienen cierto puesto de trabajo no hay forma de conseguirlo. Es imposible. No pueden
salir de forma legal del país. No pueden. Es horrible, joder.