ME DEJÉ EL CORAZÓN EN MARRUECOS

Y tampoco lo quiero de vuelta, la verdad. Ha sido, sin duda, la mejor experiencia de mi vida y ahora no hago otra cosa que llorar y pensar. Por todo lo que he dejado allí. Todo lo que he vivido, todo lo que he disfrutado, todo lo que he reído, todo lo que he besado, todo lo que he abrazado, todo lo que he sentido... No han sido unas vacaciones. Ni tampoco un viaje como tantos otros. Ha sido un cambio de vida. Una forma de vivir que nada tiene que ver con esta. Dicen que sólo somos verdaderamente libres cuando no tenemos nada que perder. Y si realmente fuera libre no hubiera cogido el vuelo de vuelta nunca. Cuando una vivencia te hace cambiar la mentalidad hasta el punto de replantearte tantas y tantas veces el dejar todo lo que tienes en España es por algo. Aquí hacemos cosas que no queremos para conseguir mierda que no necesitamos. Allí no teníamos nada, pero tampoco necesitábamos nada más. Anochecíamos cantando y amanecíamos riendo. Vivíamos disfrutando y moríamos comiendo. Ahora ya estoy otra vez en casa pero mi segunda familia sigue allí, en Fes. Y está siendo mucho más difícil de lo que pensaba. Especialmente cuando me acuerdo del enano llorando cuando nos marchábamos. 'Adiós España'. Y es que si la vida fuera justa nos dejarían seguir bailando. A pesar de todo, me consuela pensar que esto es sólo el principio de millones y millones de momentos e historias juntos. Porque, como dice la canción, lo mejor es lo que queda por venir. Esta gente ya forma parte de mi vida y eso me hace feliz. Muy, muy feliz.

Ojalá supiéramos reír como lloran en Marruecos.