Ella es Anabel, del blog "Azul Bereber". Su primer viaje a Marruecos fue el punto de partida para descubrir que otro modo de vida es posible y para aprender a caminar a otro ritmo, más pleno y más consciente. Marruecos despertó sus sentidos y le ha hecho evolucionar hasta un maravilloso punto de no retorno.
Recorrí más de 500 kilómetros desde Marrakech hasta el desierto de Erg Chebbi. Aquel viaje apenas duró 10 días, pero sentía que había pasado en Marruecos toda una vida. Me sentía en casa, tenía una extraña sensación de hogar. Me despertaba con el canto de los pájaros, desayunaba tortitas con miel bajo el cielo azul de Marruecos, bebía té a todas horas mientras escuchaba historias… La vida transcurría a otro ritmo.
La mejor lección de vida me la dieron estas niñas. Ellas viven en un poblado bereber cerca de Khamlia. Tienen muchas carencias materiales pero os aseguro que su alegría es contagiosa. Viven con intensidad el presente. Agradecen cada sonrisa, cada gesto, cada abrazo de tal forma que hacen que te preguntas lo que realmente importa. Sacuden de manera irreversible tu escala de principios de pies a cabeza. En medio de la nada más absoluta, nada más conocernos, estas niñas me enseñaron más de lo que yo he podido aprender en treinta años. Ojalá no lo olvide nunca. Inshallah!
Me olvidé del reloj y disfrute del tiempo. Tengo la sensación de que allí se multiplica por dos. Me dejé llevar, sin prejuicios, sin expectativas. Me atreví a salir de mi zona de confort y ahí, justo ahí, es donde ocurre la magia. Conocí personas increíbles, me sentí en casa. Compartí sin quererlo momentos inolvidables de otras vidas. Un suspiro de vida que me ha calado hasta los huesos.
Gracias a Alicia y Kada - de Tour por Marruecos - por ser parte de un sueño y por enseñarme Marruecos a través de vuestras miradas. Nunca lo olvidaré.
"¿Dónde vas? ¿A Marruecos? ¿Tú sola? ¿Estás loca? Esta fue la canción que escuché durante el mes previo a mi viaje a Marruecos (aunque en mi cabeza ya sonaba esta otra). Con el relato de hoy quiero compartir contigo la maravillosa experiencia que viví en Marruecos viajando sola. Viajar sola no significa estar sola. De hecho, para mí fue todo lo contrario.
Recorrí más de 500 kilómetros desde Marrakech hasta el desierto de Erg Chebbi. Aquel viaje apenas duró 10 días, pero sentía que había pasado en Marruecos toda una vida. Me sentía en casa, tenía una extraña sensación de hogar. Me despertaba con el canto de los pájaros, desayunaba tortitas con miel bajo el cielo azul de Marruecos, bebía té a todas horas mientras escuchaba historias… La vida transcurría a otro ritmo.
La mejor lección de vida me la dieron estas niñas. Ellas viven en un poblado bereber cerca de Khamlia. Tienen muchas carencias materiales pero os aseguro que su alegría es contagiosa. Viven con intensidad el presente. Agradecen cada sonrisa, cada gesto, cada abrazo de tal forma que hacen que te preguntas lo que realmente importa. Sacuden de manera irreversible tu escala de principios de pies a cabeza. En medio de la nada más absoluta, nada más conocernos, estas niñas me enseñaron más de lo que yo he podido aprender en treinta años. Ojalá no lo olvide nunca. Inshallah!
Me olvidé del reloj y disfrute del tiempo. Tengo la sensación de que allí se multiplica por dos. Me dejé llevar, sin prejuicios, sin expectativas. Me atreví a salir de mi zona de confort y ahí, justo ahí, es donde ocurre la magia. Conocí personas increíbles, me sentí en casa. Compartí sin quererlo momentos inolvidables de otras vidas. Un suspiro de vida que me ha calado hasta los huesos.
Gracias a Alicia y Kada - de Tour por Marruecos - por ser parte de un sueño y por enseñarme Marruecos a través de vuestras miradas. Nunca lo olvidaré.
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