A estas horas en las que sólo se escucha el ruido de la nevera y el eco de tus buenas noches. A estas horas pienso en momentos así. La gente me miraba y las piernas me temblaban. Nunca lo olvidaré. No era la primera vez que me dejaban un micro pero era la primera vez que lo cogía para hablar de mí. Allí era una más, pero me sentía especial. Las tenía delante, a ellas cuatro. A las mejores managers que nunca tendré. La gente me miraba y las piernas me temblaban. Empecé a poner voz a lo que hacía ya años había escrito con el corazón y, como era de esperar, el nudo en la garganta no cesó. Compartí con desconocidos sentimientos y experiencias que casi nunca comparto con conocidos. Hasta en tres ocasiones tuve que parar de hablar para respetar los aplausos que jamás imaginé escuchar. Recibí abrazos y palabras tan sinceras que aún no las he sabido asimilar. A ella la tengo grabada. A esa mujer que se levantó mientras yo hablaba y que ya no se volvió a sentar. Su sonrisa, su mano en el corazón. Sus besos en el aire, su mirada de ilusión. Su honesto agradecimiento y sus gestos de pasión. Una mujer emocionada con mis palabras, como tantas otras de las que me miraban. Me miraban. Y las piernas me temblaban. ¿Y sabéis qué? Ojalá no dejen de temblarme nunca. Si ellas tiemblan, el corazón arde. Y hay fuegos que no deben ser apagados. Jamás.
La asociación Asociación Intercultural Ibn Rochd me hizo un homenaje en Terrasa y sólo supe leer esto:
http://notelotomescomoalgopersonal.blogspot.com.es/2011/11/cosas-que-he-aprendido-en-marruecos.html
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