Son ya varias las personas que durante estos meses se han
puesto en contacto conmigo para preguntarme sobre Marruecos, resolver dudas
normales antes de viajar hacia allí y escuchar algunos consejos básicos de
alguien que siente una profunda admiración por este país y que se entrega al
máximo cuando se trata de colaborar para que la gente disfrute de todo lo que
un lugar así puede ofrecer.
Ahí van, por tanto, mis recomendaciones. Basadas siempre en mi forma de ver la vida y en mi experiencia.
- No
vayas con nada organizado.
Ni guías, ni agencias, ni ná! A no ser que vayas al desierto por primera vez.
Tener un plan supone perderse todo lo demás y viajar a la aventura no sólo es posible, sino también recomendable. Marruecos es un país que vive al día y los planes cambian en cuestión de
minutos. Por eso siempre conviene adaptarse a lo que la situación requiere,
coger un bus/tren/taxi a donde sea cuando sea y una vez en el destino buscar en uno de
los millones de alojamientos disponibles por 6-8 euros la noche, sin reservar nada con antelación. Desde el propio riad, o desde el riad de al lado, se organizan continuamente excursiones varias y variadas de uno o dos días a cualquier sitio cercano de interés.
- No
pasa absolutamente nada por viajar chicas solas.
Al contrario. La mayoría cree que
puede ser peligroso, pero
nada más alejado de la realidad. En Marruecos la
gente es muy abierta con el extranjero de turno, siempre que el extranjero sea
abierto con el marroquí, claro. Y si las que viajan son únicamente mujeres las
posibilidades de compartir risas, vaciles, bromas y planes inesperados se multiplican.
Son muchos los que recomiendan no salir a la calle de noche. Creo que son los mismos que recomiendan
no hablar con desconocidos. En muchas ciudades, de hecho, hay más ambiente en la calle a medianoche que durante el día, especialmente en verano. Y mira que es difícil. Lo que obviamente no se debe hacer es estar a las 4 de la mañana perdidos en una calle de la medina en la que no hay ni un alma. No porque vaya a pasar nada sino porque algunas, como la de Fez, con cientos y cientos de calles laberínticas, son sencillamente impresionantes y se les debe tener un enorme respeto. Pero vamos, que si hubiera más sentido común no habría tantos consejos que dar.
- Olvídate
de Occidente.
Inevitablemente tendemos a
analizar y observar todo desde el punto de vista occidental y es un tremendo
error. Que las cosas sean diferentes a cómo las hemos aprendido no implica, ni
muchísimo menos, que sean menos válidas. Marruecos sacude la vida de todo aquel
que viaja con ganas de ser mejor persona y si logras darte cuenta de que otra
forma de vida es posible, habrá merecido la pena.
- Aprende
cosas básicas en árabe.
Te sorprenderá comprobar cómo las
cosas son más baratas si hablas su idioma. Se suele criticar que al
turista se le cobra más simplemente por el hecho de ser turista. ¿Justo? Probablemente no.
¿Sensato? Para mí sí. Aquí en España también se roba al guiri cobrando 7 euros
por una estatuilla enana de una sevillana, que en ningún caso representa a la
inmensa mayoría del país. Pero como se hace de forma ‘legal’ y con la etiqueta puesta
parece menos grave. Y no lo es.
- Prueba todas las comidas habidas y por haber.
Hazme caso. Es que no me gusta el aguacate. Da igual, el batido de aguacate te
flipará. Es que esto no sé qué es.
¿Y? Es que no como pescado. ¿De
verdad te quieres perder alguno de los sitios más auténticos de Essaouira,
Assilah, Tánger, Larache…? No me seas, no me seas.
- No
bebas agua del grifo.
No estás preparado para ello y la cagalera, hablando mal y pronto, puede
convertirse en la protagonista de tu viaje. Así que si vas sólo para unos días mejor no la líes antes de tiempo.
- Compra
producto marroquí.
Si hay algo que me gusta especialmente
en Marruecos es que el dinero que pagas va, en la mayoría de los casos, directamente a la persona que se lo
das. Y eso deberíamos fomentarlo. ¿Que te va a cobrar más por ser de fuera? Ya
lo sabemos. Pero es que ese señor vive de eso y puedes estar seguro de que las
mochilas de cuero, las cachimbas y los imanes para el frigrorífico no los
compran nunca sus compatriotas. Eso sí, intenta preguntar sólo por lo que
realmente quieras comprar. No vaya a ser que de repente te encuentres
regateando por algo que ni siquiera te interesa.
- No
hace falta llevar pantalones cagaos.
En serio. En el aeropuerto te piden el
pasaporte, no que lleves este tipo de prenda como requisito indispensable para que te
abran la puerta. Como dicen en Cataluña... no cal.
- No
hables de la religión si no sabes.
Y no te quejes si no te dejan
entrar a una mezquita por no ser musulmán. Tiene todo el sentido del mundo si
realmente se consideran esos lugares como sagrados. Lo criticable, en mi
opinión, es lo que se hace al otro lado del mundo, cobrando dinero para ver por dentro
templos supuestamente religiosos. Los marroquís son muy creyentes, pero moderados. Y cada vez son más los jóvenes que tienden a ser menos practicantes. Así que relaja la raja, anda.
- Habla
con cualquiera que hable contigo. Y con los que no también.
Este punto da para otra entrada de blog aparte, pero voy a tratar de explicarlo en pocas palabras. La gente es muy abierta y
hospitalaria. A menudo sólo quieren charlar un rato, tomarse un té
contigo o hablarte de Franco, del Sáhara, de que Zapatero es un cabrón o de que
‘España mucha ruina’. Ah, y de que tienes un cuerpo Danone.
No vayas con
‘miedo’. En primer lugar porque no hay razón para tenerlo y en segundo lugar porque los marroquís, con todo el cariño del mundo, son más ‘animales’
que nosotros. Para lo bueno y para lo malo. O, mejor dicho, son igual de animales pero en España estamos más adiestrados. Y en Europa ya ni te cuento. Si notan que no vas muy confiado, ni quieren ni pueden disimular su reacción y poco tardan en comerte vivo. Para que, ya que tienes una imagen mala de ellos, por lo menos sea por algún motivo. Entienden bastante más de corazón que de razón, son muy viscerales y si perciben
que te diriges a ellos con temor o desconfianza no esperes que sean amables o
simpáticos. Que ninguno es tonto. Por el contrario, si les sigues el rollo... si les sigues el rollo entenderás porqué hay tanta gente enganchada a este país. Es tan sencillo como que la gente se comportará contigo de la misma forma que tú te comportes con ellos. Ya sabes, kama tu din tu dan. Lo que hagas, te harán.
- No
seas rata y da propinas, como hace todo el mundo.
Los precios no incluyen IVA y no
cuesta nada dar unos dirhams de más al camarero, al taxista... etc. En Marruecos además es muy común preguntar a alguien sobre cómo llegar a ciertos sitios, especialmente en las medinas, y muchos de ellos no sólo te lo indicarán, sino que te llevarán directamente hasta donde quieras, especialmente los chavales. Y, siempre que la situación invite a hacerlo, esas reglas no escritas dicen que se han ganado una propina. Son unos céntimos de más y queda bastante feo no cumplir.
- Ten
paciencia.
En ciudades como Marrakech que, dicho sea de paso, creo que está
hipermegasobrevalorada, el agobio al turista es excesivo. Se ponen
muy pesados con que compres, compres y compres, y a veces es difícil poner
siempre buena cara. Así que paciencia,
amego. Sonríe y dí varios ‘no, gracias’ en español o varios ‘lá, shukran’ en árabe, para parecer más majo aún si cabe.
- No
se te olvide que él es el marroquí.
Y tú eres el visitante. Es cierto que Marruecos está evolucionando en muchos aspectos, pero esa modernidad convive de una forma especial con la tradición y las costumbres típicas. Por eso, exigir o
esperar que las cosas sean como tú estás acostumbrado
es de ser inútiles. Allí se trabaja, se espera, se disfruta y se vive
de otra forma. Y cuanto antes lo asimiles mejor.
- Párate
a comer donde haya gente local.
Si realmente quieres comer bien y
barato métete, sin duda, donde haya gente marroquí. Seguro que es el mayor joyo de toda la ciudad, pero esos sitios
con flores, mantel, cubiertos y todo impoluto no son tan morunos.
- Muy, muy pero que muy torpe tienes que ser para que te pase algo malo.
En Marruecos hay policía secreta
por todas partes, el turista es una de las fuentes más importantes de ingresos
y se le protege muchísimo más de lo que la gente se puede llegar a imaginar. Muy imprudente tienes que
ser para que te roben y muy mala suerte tienes que tener para que, en el caso
de que ocurra algo, no salgan 694371 marroquís, de ni se sabe dónde, para evitar que suceda. Eso sí, lo de sacar el Iphone, el Ipad, la cámara de 650 euros, los 8
objetivos, el trípode y la cámara de vídeo en plena medina no está bien. No por
nada, sino porque si tienes dos dedos de frente no te saldrá hacerlo.
- Allá
donde fueres haz lo que vieres.
El mejor consejo que se puede
dar, sin duda. Sobre todo en el tema de las mujeres, especialmente
si es Ramadán. Nadie te pide que vistas como una más pero, aunque te pese, estás en un país musulmán y no hay ninguna
necesidad de ir como irías a una discoteca en Ibiza. Pero si lo haces no
esperes pasar desapercibida. Es probable que, por imprudente y
espabilada, tengas que escuchar algún comentario. La mayoría son inofensivos pero algunos
pueden llegar a intimidar. Así que no la hagas y no la temerás.
- Abre
la mente y así serás feliz.
No debería ser tan complicado
hacerlo; escuchar opiniones e ideas diferentes a las nuestras y dejar
que esa diversidad nos haga más ricos. Observar la forma de vida de otras
personas para quedarnos con lo bueno y así entender que no sólo lo nuestro es
lo válido. Relativizar un poco más y no criminalizar a otros por haber nacido en otro ambiente. Aceptar las críticas, criticar con madurez y exigir respeto sólo si
se tiene intención de respetar. Pero, por encima de todo, dejar de tomárnoslo todo como
algo personal.
18.
Deja la paranoia en casa.
No hace falta vacunarse de nada para viajar a Marruecos. No te fíes de las apariencias, que engañan. ¡Y de qué manera! Que una casa por fuera no esté perfectamente pintada no implica que por dentro esté hecha unos zorros, sino todo lo contrario. Que las verdades a medias son más peligrosas que las mentiras. Que ni todos los hombres quieren abusar de ti, ni todas las mujeres son tan cortas como te crees. Que el señor tenga barba no quiere decir que sea simpatizante de Bin Laden y que lleve una chilaba no implica que cargue una bomba adosada al cuerpo. De verdad que no.
19.
Por último, pero no por ello menos importante.
Lleva siempre clínex encima, o un rollo de papel higiénico, por lo que pueda pasar. Y si los vas a necesitar, llévate los tampones de casa. Acuérdate de lo que te digo. Quitando grandes comercios como Carrefour, Marjane... etc. en Marruecos no es nada fácil encontrar tampones y tratar de hacer ver al dueño de la tienda lo que quieres, mediante gestos, puede hacerle entender que has bajado al moro de turismo salvaje.
De todas formas, en el caso de ser ciertas tus dobles intenciones, estás de suerte. Un hombre lo tendrá mucho más complicado que tú para probar la calidad del producto nacional. Y si no ya me lo dirás, pecadora.