"Pero en el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está fuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo, pero está fuera y más allá del propio fascismo. No podemos comprenderlo; pero podemos y debemos comprender dónde nace y estar en guardia. Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder. Las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también.
Todos deben saber, o recordar, que tanto a Hitler como a Mussolini, cuando hablaban en público, se les creía, se los aplaudía, se los admiraba, se los adoraba como a dioses. Las ideas que proclamaban eran aberraciones, tonterías y crueldades; y sin embargo se entonaban hosannas en su honor y millones de fieles los seguían hasta la muerte. Hay que recordar que estos fieles no eran (salvo pocas excepciones) monstruos: eran gente cualquiera. Los monstruos existen pero son demasiado pocos para ser realmente peligrosos; más peligrosos son los hombres comunes como Hoess, comandante de Auschwitz, como los militares franceses de veinte años más tarde, asesinos en Argelia, como los militares norteamericanos de treinta años más tarde, asesinos en Vietnam.
Hay que desconfiar, siempre, de quien trata de convencernos con argumentos distintos de la razón. Hemos de ser cautos en delegar en otros nuestro juicio y nuestra voluntad. Dado que es difícil distinguir los profetas verdaderos de los falsos, es mejor sospechar de todo profeta; es mejor renunciar a la verdad revelada, por mucho que exalten su simplicidad y esplendor, aunque las hallemos cómodas porque se adquieren gratis. Es mejor conformarse con otras verdades más modestas y menos entusiastas, las que se conquistan con mucho trabajo, poco a poco y sin atajos. Verdades formadas por el estudio, la discusión y el razonamiento. Verdades que pueden ser demostradas y verificadas.
(...) Lo sucedido, no hace mucho, en el corazón de Europa, debe servir de sostén y admonición."
Primo Levi (días de horror en Auschwitz)
Perfecta y muy necesaria reflexión
ResponderEliminarHay que desconfiar, siempre, de quien trata de convencernos con argumentos distintos de la razón. Hemos de ser cautos en delegar en otros nuestro juicio y nuestra voluntad. Dado que es difícil distinguir los profetas verdaderos de los falsos, es mejor sospechar de todo profeta; es mejor renunciar a la verdad revelada, por mucho que exalten su simplicidad y esplendor, aunque las hallemos cómodas poque se adquieren gratis. Es mejor conformarse con otras verdades más modestas y menos entusiastas, las que se conquistan con mucho trabajo, poco a poco y sin atajos. Verdades formadas por el estudio, la discusión y el razonamiento. Verdades que pueden ser demostradas y verificadas.
ResponderEliminarfuaaaaa......
me alegro que te guste!
ResponderEliminarEl principio me ha recordado a una gran escena de Inglorious bastards (no está en youtube entera pero la he encontrado escrita así que ahí va)
ResponderEliminar[Col Landa es un teniente Nazi que le explica a un campensino francés - Perrier - porqué los nazis odian a los judíos]
COL LANDA: Consider for a moment, the world a rat lives in. It's a hostile world indeed. If a rat were to scamper through your front door right now, would you greet it with hostility?
PERRIER: I suppose I would.
COL LANDA: Has a rat ever done anything to you to create this animosity you feel toward them?
PERRIER: Rat's spread disease, they bite people.
COL LANDA: Unless some fool is stupid enough to try and handle a live one, rats don't make it a practise of biting human beings. Rats were the cause of the bubonic plague, but that was some time ago. In all your born days, has a rat ever caused you to be sick a day in your life? I purpose to you, any disease a rat could spread, a squirrel could equally carry. Yet I assume you don't share the same animosity with squirrels that you do with rats, do you?
PERRIER: No.
COL LANDA; Yet, they are both rodent's, are they not? And except for the fact that one has a big bushy tail, while the other has a long repugnt tail of rodent skin, they even rather look alike, don't they?
PERRIER; It is a interesting thought, beer Colonel.
COL LANDA: However, interesting as the thought may be, it makes not one bit of difference to how you feel. If a rat were to scamper through your door, this very minute, would you offer it a saucer of your delicious milk?
PERRIER: Probably not.
COL LANDA: I didn't think so. You don't like them. You don't really know why you don't like them. All you know is, you find them repulsive.