18 de marzo de 2012

ABURRÍS A UN MUERTO

Ya está bien, joder. Qué aburrimiento de país. Vale ya de quejarse y de señalar políticos culpables. Que el problema de una nación como la nuestra no son los políticos. Al menos no sólo ellos. El problema es la gente, es la epidemia esta que os está infectando a todos. Hasta que no se deje de pensar en un mundo ideal, en un mundo sin clases sociales y en un mundo sin desigualdades no avanzaremos. Hay que partir de algo real, de una idea con base y fundamento. ¿Injusta? Seguramente. Pero es lo que hay. Para que existan ricos tiene que haber pobres, para que haya movimiento de dinero tiene que haber diferencias sociales, para que haya un jefe tiene que haber un empleado... Y si no lo quieres ver, allá tú.


A veces soy cruel con este tema, pero es que me obligan a serlo. Estoy cansada de la gente con 4 carreras. Antes de nada, define 'carrera'. Hay que ser justos en los términos (ya que os gusta tanto la justicia) y no todas las carreras son carreras. Ya no hablo sólo de la falta de dificultad total, hablo de que no hace falta ir a la Universidad para ser un buen profesional, ni mucho menos. Pero si la gente se empeña en hacerlas, luego no entiendo las quejas de ‘estoy en paro’. Si en la sociedad sólo hacen falta 100 como tú, pero hay 100.000 ¿qué hacemos? ¿Creamos trabajo de la nada? ¿Con qué finalidad exactamente? Si no eres necesario, ¿por qué empeñarse en hacer ver lo contrario? Venga, como hay falta de empleo vamos a pintar todos los semáforos de otro color. Y vamos a levantar todas las aceras para volver a hacerlas luego. Demostremos una vez más la poca capacidad que tenemos como país para levantar la cabeza, va.


No sé qué ha pasado estos años pero esto se ha convertido en una bomba de tiempo muy peligrosa y sólo sé que no pienso estar aquí cuando estalle. Creo que no me lo merezco y por eso me voy a largar donde sea. Porque como bien me enseñaron, ‘si sabes lo que vales, ve y consigue lo que mereces’. Aquí no sé si es porque nos da pánico abandonar esta piel de toro en la que vivimos, o porque la gente está tan preocupada de quejarse que se le ha olvidado buscarse la vida. Pero mientras no cambien los ciudadanos, no cambiará el país.


Hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades muchos años. Gente con un sueldo normal se ha metido en hipotecas eternas (y nadie les puso una pistola en la cabeza para que lo hicieran, aunque se intente hacer creer lo contrario), gente sin formación ha estado mucho tiempo cobrando auténticos pastizales. Y así con todo. Nadie se paraba a pensar que no tenía sentido, pero daba igual, estábamos de puta madre. Que nos quiten lo bailao, ¿no? Pero ahora, cuando por fin hemos vuelto a la realidad... BOOM! En toda la cara. Y el problema no es ese, el problema es que cierto sector de la población cree que una forma de vida tan válida como respetable, es la subvencionada por el gobierno. No entienden, o no quieren entender, que las ayudas son para el que las necesita y que el paro no es una beca, es una ayuda temporal para que no te mueras de hambre. No para que malvivas con eso porque no te compensa trabajar.


Me da igual cuándo se acabe la crisis, lo que me interesa saber es cuándo se va a desintoxicar este país. No hay ilusión, no hay futuro, no hay base, no hay cimientos. Nos empeñamos en seguir cambiando las tejas de la casa aunque al mínimo soplido se tambalee toda la estructura. Nos empeñamos en seguir llamando ‘política social’ a que a nadie le falten flotadores en el naufragio. Y así nos luce el pelo. A nadie le gusta marcharse por obligación, pero ¿qué hacemos si no? ¿Seguir repitiendo cada día ‘Mi vida es una mierda, mi vida es una mierda’ hasta que lluevan billetes y meemos colonia? Aquí hace falta dinero, muchísimo dinero, y no hay que ser Licenciado en Historia para saber que esos millones y millones de euros no van a salir precisamente del bolsillo de los culpables.


Sigamos haciendo revoluciones multitudinarias sentados en una plaza. Sigamos acumulando carreras sin sentido. Sigamos viviendo en una falta constante de realismo. Sigamos tachando de prepotente al que no piensa como nosotros. Sigamos haciendo marchas hasta Bruselas para darnos un paseo y cambiar de aires. Sigamos creyéndoos más cultos que nadie. Sigamos dejando que los medios nos alarmen y nos desorienten. Sigamos creyendo que todo es culpa de los inmigrantes. Sigamos dándole credibilidad a comentarios ignorantes en redes sociales. Llenemos unos cuantos el territorio nacional de tiendas de Quechua decoradas con frases populistas y demagogas mientras otros pintan todos los edificios con los colores del arcoiris. Saldremos adelante, seguro. Confiad en lo que os digo (igual que confiáis en vuestro futuro).

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