Aquel verano, que prometía ser de todo menos inolvidable, dio un giro inesperado y se convirtió en el verano que cambió mi vida. En cuestión de horas pasé de estar rodeada de apuntes a estar metida en un bus en dirección a Granada y con un billete de avión para Marruecos en la cartera.
Después de guardarme unas cuántas horas en el bolsillo llegué a un sitio diferente, repleto de caras nuevas y lleno de vida. Justo lo que necesitaba. No sabría explicar qué te ocurre cuando estás allí, sólo sé que cuando te vas ya no eres el mismo. Vives con gente con la que nunca imaginaste (con)vivir, escuchas historias tan crudas y tan reales que te quedas sin nada que decir, compartes lo poco que tienes con personas que ya sólo luchan por sobrevivir. Allí todo es distinto, todo es muy intenso. Y lo malo de vivir de esa forma es que corres el riesgo de llorar un poquito. Pero eso te hace grande, te hace más humano.
Los momentos que vives con ellos no los puedes vivir en ninguna otra parte. No es que sean mejores ni peores, es que son diferentes. Son únicos. Aquellas semanas cambiaron mi forma de ver la vida y la gente que conocí ha hecho que mi lista de cosas que hacer antes de morir no acabe nunca. Desde el momento en que me marché la primera vez, no dejé de pensar en qué podía hacer para seguir formando parte de algo que, sin poder evitarlo, te marca. Y te marca de verdad.
En poco más de un año han pasado tantas cosas que me hacen sonreír que... joder. Antes de que quisiéramos darnos cuenta ya habíamos disfrutado de Fez con la familia de Nabil. Ya habíamos llevado a Félix a pasar unos días inolvidables en París con la familia Morlet. Ya habíamos vuelto a la Fundación a los 15 días de haber estado allí. Ya habíamos vivido miles de historias en Barcelona con Luis, Juan, Álex y Sergio. Ya habíamos pasado otras dos semanas increíbles en Marruecos. Ya habíamos estado viviendo con mis dos magrebís preferidos en Burgos...
Y lo mejor de todo es que quedan aún muchos planes por hacer. Muchas visitas pendientes. Muchas risas noche sí, noche también. Muchos enfados. Muchas siestas sin dormir. Muchas cachimbas que fumar. Muchas cenas al aire libre. Muchos tés con hierbabuena. Muchas madrugadas Granada 10. Muchos viajes por hacer. Mucha gente a la que empezar a conocer. Mucha gente a la que seguir conociendo. Muchos reencuentros. Muchas personas a las que hacer felices. Muchas historias que escuchar. Muchas historias que compartir. Muchas historias que recordar. Pero, sobre todo, muchas, muchas más historias que vivir... ¡¡¡¡¡¡ FAMILIAAAAAAAA !!!!!!
VÍDEO: YO SOY EL REY DEL JAZZ A GO-GO!
Después de guardarme unas cuántas horas en el bolsillo llegué a un sitio diferente, repleto de caras nuevas y lleno de vida. Justo lo que necesitaba. No sabría explicar qué te ocurre cuando estás allí, sólo sé que cuando te vas ya no eres el mismo. Vives con gente con la que nunca imaginaste (con)vivir, escuchas historias tan crudas y tan reales que te quedas sin nada que decir, compartes lo poco que tienes con personas que ya sólo luchan por sobrevivir. Allí todo es distinto, todo es muy intenso. Y lo malo de vivir de esa forma es que corres el riesgo de llorar un poquito. Pero eso te hace grande, te hace más humano.
Los momentos que vives con ellos no los puedes vivir en ninguna otra parte. No es que sean mejores ni peores, es que son diferentes. Son únicos. Aquellas semanas cambiaron mi forma de ver la vida y la gente que conocí ha hecho que mi lista de cosas que hacer antes de morir no acabe nunca. Desde el momento en que me marché la primera vez, no dejé de pensar en qué podía hacer para seguir formando parte de algo que, sin poder evitarlo, te marca. Y te marca de verdad.
En poco más de un año han pasado tantas cosas que me hacen sonreír que... joder. Antes de que quisiéramos darnos cuenta ya habíamos disfrutado de Fez con la familia de Nabil. Ya habíamos llevado a Félix a pasar unos días inolvidables en París con la familia Morlet. Ya habíamos vuelto a la Fundación a los 15 días de haber estado allí. Ya habíamos vivido miles de historias en Barcelona con Luis, Juan, Álex y Sergio. Ya habíamos pasado otras dos semanas increíbles en Marruecos. Ya habíamos estado viviendo con mis dos magrebís preferidos en Burgos...
Y lo mejor de todo es que quedan aún muchos planes por hacer. Muchas visitas pendientes. Muchas risas noche sí, noche también. Muchos enfados. Muchas siestas sin dormir. Muchas cachimbas que fumar. Muchas cenas al aire libre. Muchos tés con hierbabuena. Muchas madrugadas Granada 10. Muchos viajes por hacer. Mucha gente a la que empezar a conocer. Mucha gente a la que seguir conociendo. Muchos reencuentros. Muchas personas a las que hacer felices. Muchas historias que escuchar. Muchas historias que compartir. Muchas historias que recordar. Pero, sobre todo, muchas, muchas más historias que vivir... ¡¡¡¡¡¡ FAMILIAAAAAAAA !!!!!!
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yo te digo una cosa, la foto en la neveera y sus caras lo dice todo...y una imagen vale más que 1003584579745 palabras
ResponderEliminarOLEE TU! OOOOOLE TU!!! QUE GRANDE ERES CARLOTA!!! ERÉ UNA MUJÉ DIRNA DE ARMIRÁ! :D
ResponderEliminarSolo deseo que el tiempo pase rapido para volver a verles y para poder volver a empaparme de su energia y de su bien royo a pesar de todo lo que ellos tienen encima.
ResponderEliminarLa verdad, es que no hay mejor lección de vida que las suyas!
ooooooh me encanta Caroltaa!!! Que grandes fueron esos días..sí, sí :)
ResponderEliminarCómo nos ha marcado a todos Granada 10 eh? Mira que no era nada del otro mundo!