YO ME MORIRÉ CUANDO QUIERA

Que se debata sobre el aborto o sobre la adopción de niños por parte de parejas de homosexuales me parece lógico y normal, aunque tenga mi opinión bastante clara sobre ambos temas. Entiendo y comprendo que firmar un ‘A favor’ o ‘En contra’ sea complicado. Pero en cuanto a la eutanasia, no sólo no entiendo que exista debate, sino que nada más sacar el tema me empieza a nacer un fuego interno muy intenso y me sale humo por las orejas.


Por si alguno no conoce la definición exacta, ahí va. La eutanasia es toda acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes enfermos o terminales, acelera su muerte con su consentimiento. Con su consentimiento, repito. Con la finalidad de evitar sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida a un enfermo.


Entonces, ¿dónde está el debate?. En el mejor de los casos, cada uno tendrá derecho a morirse cuando quiera. Digo yo, ¿no? Para mí una persona que está en contra de esta práctica es alguien egoísta que antepone su necesidad de sentir a la otra persona cerca, al propio ‘bienestar’ del familiar o amigo. ‘Es que va en contra de la voluntad de Dios’. Me parece muy bien que antepongas algo que sólo está en tu imaginación a algo tan real como la vida. Pero deja vivir en paz (o morir, mejor dicho) al que ni conoce a tu Dios ni tiene la más mínima intención de cruzarse con él. Que el hecho de que la eutanasia sea legal no implica que haya que dejar morir a cada nuevo enfermo, no confundamos.


Yo estoy absolutamente a favor de la eutanasia. Tanto de la activa como de la pasiva. Estoy a favor de que una persona enferma de cáncer o de SIDA quiera irse y que se le provoque una muerte indolora. Y estoy más a favor aún de que una persona con una enfermedad incurable o con una complicación del tipo que sea decida que no se le aplique tratamiento alguno o que se le suspenda en el caso de que ya ha sido iniciado.


Casos como el de esta mujer dio la vuelta al mundo hace unos años. Mujer enferma de una forma rara de cáncer a la que la corte francesa denegó su petición para la eutanasia. ¿Cómo se puede concebir que a una persona así, en ese estado, no se le ayude a morir?

Yo no sé si es porque tengo una forma de ver la vida demasiado simple, o sencilla. Mejor sencilla, sí. O porque soy una persona que se considera incapaz (y cuando digo incapaz, es incapaz) de vivir en una silla de ruedas, con una enfermedad que sé que no tiene cura, o tumbada a una cama respirando gracias a una máquina. Seguramente tenga demasiada fe en la razón, pero no entiendo cómo, a día de hoy, se sigue discutiendo que una persona pueda o no decidir cómo quiere seguir (o no seguir) viviendo. Es que no me cabe en la cabeza.